Las empresas miran hacia una economía circular sin fecha de caducidad
Una realidad sostenible requiere profundizar en un modelo productivo donde reciclar y reutilizar ahorra energía y alarga en el tiempo el valor de los recursos naturales. Empresas de todo tamaño avanzan hacia una economía circular, un desafío donde las pequeñas acciones provocan grandes cambios.
La economía circular es más que un tema para una ponencia o un concepto para incluir imperativamente en los planes de las organizaciones. Este modelo empezó a resonar en los años setenta, pero ahora se hace más necesario que nunca. Es protagonista en las agendas de los países y el papel de las grandes empresas y las pymes es fundamental para conseguir un desarrollo sostenible.
La transición hacia una economía que no nos deje sin recursos naturales es un desafío colectivo. La humanidad genera ingentes necesidades de consumo y se prevé que en el año 2050 habremos duplicado la cantidad de residuos en las ciudades. El cálculo de crecimiento de la población mundial para ese año rondará el 40% y, con este horizonte, el recorrido hacia una consolidación de modelos de economía circular es una ruta obligada.
Primera parada: año 2030, con vistas a 2050
En 2015 se firmó el Plan de Acción para una economía circular en Europa que contaba con 54 medidas iniciales para apoyar la transición en la UE, ampliado con nuevas iniciativas a lo largo de los años. En 2020 se ha incluido el Pacto Verde Europeo (European Green Deal) que escala el programa de Europa para el crecimiento sostenible y propone acciones que impacten en la agricultura, industria, transporte, energía, medioambiente, clima, desarrollo regional, financiación, investigación e innovación.
Las estrategias que dirigen los países hacia un crecimiento competitivo están alineadas para contribuir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas. En el plan de transición España Circular 2030 se marcan los hitos a alcanzar, entre los que están reducir un 30% el consumo de materiales en relación con el PIB, bajar un 15% los residuos, mejorar un 10% la eficiencia en el uso del agua, y otros tantos.
Esta brújula identifica en España seis sectores de actividad clave: construcción, agroalimentación, pesquero y forestal, industria, bienes de consumo, turismo y textil y plantea los ejes y líneas de acción. Además de un plan estratégico estatal, adaptar el modelo a un modelo de economía circular necesita de la sinergia entre las empresas y el conjunto de la sociedad. De esa simbiosis aparecen oportunidades para aplicar nuevos conocimientos, generar empleo local, desplegar modelos de negocio innovadores o cambiar el paradigma del consumo y que, todo ello, acelere una sincronización entre el respeto por el planeta y el progreso económico y social.
En América Latina también está en marcha este proceso. La Coalición de Economía Circular para América Latina y el Caribe apoya a gobiernos, empresas y sociedad a través de asistencia técnica, capacitación y diferentes iniciativas para desarrollar políticas de producción y consumo sostenibles.
De pequeñas acciones, grandes cambios
La economía circular es una cadena de valor que fluye desde hace unos pocos años con iniciativas que tienen en su ADN un claro espíritu de reciclar, reutilizar, reparar desde su creación para así ahorrar costes, energía, salvaguardar el medioambiente y alargar el ciclo de la vida de los productos. Muchas se han consolidado como una vuelta de tuerca a las reglas del consumo de una ciudadanía cada vez más sensible al consumo responsable.
Pero adaptar los tradicionales modelos de producción lineales basados en extraer, fabricar, usar y desechar, supone cambios de envergadura para las empresas. Esta reinvención impacta en todas las etapas, desde el diseño de los productos hasta la relación con proveedores o clientes. De esa dificultad nace la necesidad de apoyar a las pymes para emprender a pequeña escala o por fases y, también, a las grandes empresas.
A continuación, se expone el caso de empresas que practican la economía circular con éxito:
Auara, agua para dejar huella
Esta empresa española, fundada en 2015, destina el 100% de sus dividendos a fines sociales y trabaja para llevar agua potable a los lugares donde más se necesita. Fue la primera en este país que se certificó como Social Enterprise Mark, una acreditación internacional de estándares para el sector de empresas sociales. En Aura han desarrollado las primeras botellas de agua en Europa fabricadas totalmente con plástico reciclado R-Pet. Su diseño también está pensado al milímetro para minimizar el impacto del transporte. La solución es conseguir eficiencia del cubicaje: hasta un 20% más de botellas por palet. Además, las botellas son accesibles para las personas con visibilidad reducida gracias al sistema braille de lectura.
ECOALF, ropa responsable con el planeta
La industria de la moda es de las más grandes del mundo. En 2019, el fundador de ECOALF se propuso no utilizar los recursos naturales para crear su línea textil y apoyarse en el reciclaje para crear diseños de calidad y sostenibles. Inició su andadura con inversión en I+D y múltiples alianzas para fabricar los más de 160 tejidos con los que cuentan para confeccionar su catálogo. La marca quiere inspirar e impulsar el cambio y dedica el 10% de las ventas al proyecto Upcycling The Oceans, que ha unido a más de 3.000 pescadores de la zona mediterránea y ha recogido más de 700 toneladas de basura en el fondo marino.
Robin Food, dirigir el excedente de alimentos a quienes lo necesitan
El proyecto europeo nace del acuerdo entre Eroski, el Instituto Europeo de la Innovación y Tecnología (EIT Food) y la startup RobinGood. Su propósito es evitar que toneladas de alimentos acaben en la basura y combinan el uso de los excedentes de producción con ingredientes de proximidad y añaden elaboración artesanal para reconvertirlos en nuevos productos. La iniciativa es generadora de nuevas oportunidades de empleo para personas en riesgo de exclusión.
Econward, reducir el impacto de la gestión de residuos y revalorizarlos
En el entorno urbano, el porcentaje de desechos orgánicos es el mayor con relación al total de residuos que hay que tratar. Las soluciones tecnológicas juegan un papel crucial para su reciclaje sostenible. Econward ha desarrollado un sistema que procesa seis toneladas de biorresiduos por hora para transformarlos en un nuevo material. Una biomasa (materia que se crea en un proceso biológico) que tiene diferentes usos, tanto materiales, como para generar energía. La empresa opera en Europa, América Latina y Estados Unidos.
Zicla, aprovechar los residuos urbanos y convertirlos en elementos de movilidad
Desde 2005, esta empresa trabaja para convertir las ciudades en lugares más sostenibles e inclusivos. Su modelo se basa en reutilizar, reparar, remanufacturar y reciclar para producir materia prima a partir de los residuos que las propias urbes generan. Con esos nuevos materiales se fabrican elementos de movilidad urbana como las señales de carril bici o bus, jardineras decorativas o plataformas.
Además de las iniciativas recientes o de pequeñas empresas, las organizaciones consolidadas también se vinculan a la economía circular como un viraje necesario hacia la sostenibilidad, competitividad e innovación. Como, por ejemplo, la empresa alimentaria Borges, que destina el sobrante del aceite a la alimentación animal. En América Latina hay ejemplos como el programa piloto de uso de biocombustible en el transporte público de la Ciudad de México. Una iniciativa que aprovecha el aceite de cocina quemado para producir biodiesel y reducir el uso del diésel derivado del petróleo.
Un cambio sistémico en beneficio de todos
Las bondades y necesidades de transitar hacia la economía circular son contundentes:
- Optimizar el uso de los recursos.
- Velar por los recursos que tenemos.
- Favorecer una productividad sensata.
- Aumentar la duración de los productos.
- Promover las relaciones cooperativas.
- Reducir la huella de carbono.
- Contribuir a los ODS.
- Mejorar el bienestar de las personas.
- Equilibrar la sociedad.
Pero el destino de la economía circular no solo está relacionado con el cuidado del medioambiente y el progreso económico y social, sino que es el camino para incentivar la inversión en tecnología e innovación y la vía a nuevos empleos.
En 2015, la organización británica Waste and Resources Action Programme (WRAP) publicó la investigación Economic growth potential of more circular economies, una prospección del empleo en el sector de la economía circular. El estudio confirma que trabajar en ese sentido genera valor económico y puede reducir el desempleo considerablemente.
Innovación para repensar la industria
Las ecofactorías son una solución para sacar el máximo provecho a la actividad industrial. En el norte de Dinamarca, en Kalundborg, se sitúa una de las más conocidas de Europa. Su organización se basa en imitar las dinámicas de los ecosistemas naturales, así la actividad de cada industria se relaciona directamente con las de otros sectores. Por ejemplo, los residuos o excesos generados por una empresa del ecoparque se convierten en la fuente principal para otra actividad. Esta sincronía favorece la reducción de residuos, optimiza el consumo energético, aumenta el ahorro de costes en su conjunto y añade valor en cuestión de innovación.
IA, big data o blockchain, herramientas para la eficiencia
En EE. UU., la startup LO3 Energy diseñó a partir de ‘blockchain’ (cadena de bloques) una red digital que permitía a los vecinos de un barrio cambiar o vender el exceso de energía generado con sus paneles solares. Con esta tecnología podían saber cuál era el momento adecuado para hacer esos intercambios.
En la era de los datos, estas herramientas son útiles para analizar de forma rápida y precisa la información del sector industrial y jugar a su favor en el proceso de transición a una economía circular.
El planeta necesita soluciones transversales que incluyen un compromiso de toda la sociedad para avanzar, perfeccionar procesos y multiplicar las buenas prácticas. La economía circular es una oportunidad para garantizar un verdadero desarrollo ambiental, social y económico