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La urbótica y el reto de conseguir ciudades sostenibles

Recoger información con sensores y cámaras para tomar mejores decisiones sobre movilidad, ahorro energético, gestión de infraestructuras o seguridad pública en las ciudades. La urbótica quiere ser una solución tecnológica para cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible en los ecosistemas urbanos.

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¿Cómo convertir una ciudad en un hábitat sostenible, en un lugar eficiente y amable para la vida de sus ciudadanos? La urbótica juega un papel fundamental en las llamadas ‘smart cities’ o ciudades inteligentes.

Según Stefan Junestrand, arquitecto y director general de Grupo Tecma Red, “las estrategias que deben unir a todas las ciudades del mundo tienen que conducir a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, que abarcan lo social, económico y ambiental e incluyen todos los ámbitos de nuestras vidas”.

La urbótica es una herramienta para lograr esa meta y juega su rol en diversos niveles:

  • La eficiencia que se consigue a través de la tecnología, usando los datos y la información para gestionar mejor la movilidad, los servicios para los ciudadanos, la seguridad pública y, por supuesto, contribuir a desarrollar una ciudad más sostenible.
  • La mejora de la convivencia entre las personas. Para promover una mejor experiencia en las ciudades y aprovechar o favorecer el crecimiento sociocultural.

“Un buen ejemplo de cómo se aplica una solución urbótica es la ciudad de Santander, en el norte de España, que cuenta con una red de 12.000 sensores que ofrecen datos sobre el nivel de contaminación, la emisión de ruido, la humedad o el volumen de tráfico. En el caso de Latinoamérica, contamos con Montevideo, capital de Uruguay, donde se trabaja fuertemente con la tecnología como herramienta de respuesta y mejora en la gestión de la ciudad”, apunta Junestrand. Una gestión de datos que permite evaluar y diseñar medidas que impacten en positivo en el medioambiente.

Metamorfosis de las ciudades

¿Quién hubiera pensado hace algo más de un año que Ciudad de México estaría conquistada por las bicicletas? La demanda de uso del sistema público Ecobici (que complementa la oferta de transporte público) ha aumentado un 220 % durante estos meses. Mientras, en otras grandes ciudades como Nueva York se plantean cómo no volver a ser una urbe invadida por el tráfico y cuáles son las opciones más eficientes de movilidad para las personas. Estos ejemplos muestran que el ecosistema urbano se revolucionó a raíz de la pandemia y que centra sus prioridades en el cuidado del medioambiente. Un importante factor ya que la ONU calcula que en 2050 el 68 % de la población mundial será urbana.

Como no puede ser de otra manera, el concepto smart city está presente en la mayoría de las agendas. Además, es intrínseco a la sostenibilidad, por eso uno de los puntos recurrentes es la urgencia de un cambio de paradigma de la movilidad en las ciudades, la transición energética y otros retos. Como el caso de España, que los incluye en su estrategia a 2050.

En las ciudades inteligentes confluyen la inmótica y la domótica, es decir, la tecnología que automatiza los diferentes sistemas de las viviendas y de los edificios no residenciales (oficinas, hospitales, hoteles, escuelas, centros comerciales, etc.). Las aplicaciones de la urbótica permiten diseñar núcleos urbanos en base a soluciones aplicadas a:

  • Gestionar el alumbrado público.

  • Regulación de los semáforos.
  • Videovigiliancia.
  • Puntos de información ciudadana automatizados.
  • Recogida de basura automática, etc.

El futuro a corto plazo puede cambiar sustancialmente, pero como apunta Stefan Junestrand, “cada ciudad es única; tiene sus propias culturas, retos y oportunidades, y su solución tecnológica tiene que desarrollarse de una forma personalizada. La clave en este proceso es el ciudadano. Es quien demanda y utiliza los servicios y para quién (y con quién) tiene que construirse y desarrollarse la ciudad inteligente”.

Proyectos punteros de ciudades inteligentes

La urbótica está presente en los proyectos punteros de ciudades inteligentes como Sidewalk, en Toronto (Canadá), liderada por Google a través de su matriz tecnológica Alphabet, que paralizó el megaproyecto después de tres años de desarrollo debido a la pandemia. La idea era montar un distrito “climáticamente positivo”, que, por ejemplo, redujese los gases de efecto invernadero en un 89 %, donde el precio de casi la mitad de las viviendas estuviese por debajo de los de mercado y más de tres cuartas partes de los movimientos se hiciesen a pie o en bicicleta. Para conseguirlo, las innovaciones tecnológicas y la urbótica eran claves. Ahora, el megaplan ha quedado en suspenso.

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Masdar City comenzó a construirse hace más de una década en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos) y su objetivo es ser una ciudad ecológica y autosuficiente. Para ello, la automatización y el aprovechamiento de las condiciones climáticas serán pilares para la sostenibilidad urbana tanto en el cuidado del medioambiente como de la convivencia humana. Y la urbótica será un elemento esencial. La finalización del proyecto, después de problemas económicos y de planificación, está prevista para 2030

El reto para Europa y Latinoamérica, explica Junestrand, “es que nos enfrentamos a desarrollar este tipo de ciudades inteligentes sobre algo ya construido. En estos casos hay que adaptar la urbótica; por ejemplo, buscar soluciones inalámbricas para la automatización. El internet de las cosas (IoT) en estos casos es un gran aliado porque permite ese despliegue fácil y rápido para crear edificios y barrios inteligentes”.

¿Y las tendencias?

Viendo el camino que ha recorrido la tecnología en los últimos años, es complicado prever cómo evolucionará dentro de cuarenta o cincuenta años. Pero, a medio plazo, la tendencia más importante en urbótica “se centra en utilizar el big data no solo para analizar la inmensa cantidad de datos recogida, sino para aprender continuamente de ellos mediante la inteligencia artificial y así poder generar modelos de predicción, decisión y acción mucho mejores para la gestión de las ciudades y las experiencias de los ciudadanos”.

Porque, en definitiva, hablar de tecnología, es hablar de personas.