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Planeta> Gestión del Agua 02 sep 2024

La siembra de nubes: una técnica con discutido potencial ambiental y económico

La siembra de nubes es una técnica que consiste en la dispersión de sustancias químicas, como yoduro de plata, en las nubes para inducir la formación de lluvia o nieve. Aunque se ha utilizado durante décadas, su efectividad y sus posibles impactos ambientales siguen siendo objeto de estudio y discusión.

María Prados (BBVA Creative)

Las danzas de la lluvia en la cultura hopi de América del Norte son esenciales en su tradición espiritual y cultural. Durante las sequías, los hopi realizan ceremonias especiales con danzas, cantos y ofrendas para pedir la lluvia necesaria para sus cultivos y vida diaria.

Aunque los resultados prácticos de estas ceremonias pueden ser inciertos, para los hopi y otras tribus indígenas, las danzas de la lluvia representan una conexión profunda con la naturaleza y una manera de mantener vivas sus tradiciones ancestrales

Estas prácticas simbólicas han evolucionado hacia técnicas modernas basadas en la ciencia, como la siembra de nubes, para influir en los patrones de precipitación.

¿En qué consiste la siembra de nubes?

La siembra de nubes es una técnica que busca inducir la precipitación al dispersar sustancias químicas, como yoduro de plata, sales o hielo seco (dióxido de carbono congelado), en las nubes. Estas sustancias actúan como núcleos de condensación alrededor de los cuales se forman gotas de agua que pueden crecer lo suficiente como para caer como lluvia o nieve. El proceso de siembra de nubes se lleva a cabo mediante aviones o dispositivos terrestres que dispersan estas sustancias en las nubes, generalmente cuando las condiciones atmosféricas son propicias para la formación de precipitación. De esta manera, se imita de manera artificial el proceso natural que da lugar a la lluvia.

Por tanto, podría ser una herramienta importante en la gestión del clima, especialmente en áreas propensas a la sequía o con escasez de agua. Al aumentar la precipitación, esta técnica puede contribuir a la recarga de acuíferos, la revitalización de ecosistemas y la seguridad alimentaria. Además, la siembra de nubes puede ayudar a mitigar los impactos del cambio climático al proporcionar una fuente adicional de agua para la agricultura y otras actividades humanas.

A pesar de sus posibles beneficios, la siembra de nubes también ha generado controversia y debate. Algunos críticos argumentan que la modificación intencional del clima podría tener consecuencias imprevistas y negativas para el medioambiente y la salud humana. Además, existe la preocupación de que esta lluvia artificial pueda interferir con los patrones naturales de precipitación y desequilibrar los ecosistemas locales. Estos debates plantean preguntas importantes sobre la ética y la sostenibilidad de esta práctica en un mundo cada vez más afectado por el cambio climático.

Historia de la lluvia artificial: así se ha desarrollado esta técnica

Aunque en la antigüedad las civilizaciones buscaban influir en el clima mediante rituales, los primeros intentos documentados de modificar el clima se remontan al siglo XIX, cuando el meteorólogo James Pollard Espy propuso la idea de sembrar nubes con sustancias químicas para inducir la lluvia. Aunque sus experimentos fueron rudimentarios, sentaron las bases para investigaciones posteriores en este campo.

Ya en los años 40, el químico y meteorólogo estadounidense Vicent Joseph Schaefer llevó a cabo los primeros experimentos sobre el tema. La técnica fue empleada por primera vez en Massachusetts, Estados Unidos, y se utilizó para ello bolitas de hielo seco, consiguiendo producir nieve. Desde entonces, la tecnología y las técnicas de siembra de nubes han avanzado considerablemente, con mejoras en la dispersión de sustancias y la monitorización de las nubes.

Ejemplos prácticos de la siembra de nubes en el mundo

Desde su desarrollo, la siembra de nubes se ha utilizado en diversas partes del mundo para abordar problemas relacionados con la sequía y la gestión del agua. Según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (WMO), unos cincuenta países utilizan técnicas para provocar lluvia artificial. Uno de los ejemplos es el de México. En 2023, el país atravesaba su segunda sequía más severa en una década. Ante esta situación, el gobierno puso en marcha un programa de estimulación de lluvias en los estados de Tamaulipas y Baja California, al noroeste y noreste del país.

Sin embargo, el mayor sistema de siembra de nubes del mundo es el de China. Un ejemplo muy significativo de lo que implica esta técnica se produjo en 2009 en este país. El gobierno chino disparó bastones de yoduro sobre Pekín, para generar nevadas en una ciudad en la que generalmente nunca nieva. Estas precipitaciones duraron tres días y generaron el caos en la urbe, llegando a cerrar 12 de las principales carreteras de Pekín.

En Estados Unidos también es una técnica muy común, tanto que la Fuerza Aérea propuso en 1996 su uso en el campo de batalla. Finalmente el país norteamericano se unió al tratado internacional de 1978 que prohíbe la modificación del clima con fines bélicos.

Además de todos estos ejemplos, en abril de 2024, las inundaciones que afectaron al aeropuerto internacional de Dubái fueron el resultado de una lluvia inusual que sorprendió a residentes, viajeros y autoridades. Las intensas lluvias inundaron la pista y áreas circundantes del aeropuerto, causando operaciones y desafíos logísticos para las autoridades locales. A pesar de que en el país árabe se recurre habitualmente a la siembra de nubes para provocar precipitaciones en su entorno desértico, esta vez no fue el motivo detrás del fenómeno.

Usos y aplicaciones de la siembra de nubes

La siembra de nubes se utiliza para:

  • Reducir la sequía induciendo precipitaciones
  • Dispersar las tormentas
  • Reducir la niebla de los aeropuertos

La siembra de nubes se ha utilizado en diversas aplicaciones relacionadas con la agricultura, la gestión del agua y la prevención de desastres naturales. En la agricultura, puede aumentar la disponibilidad de agua para riego, lo que mejora la productividad de los cultivos y la seguridad alimentaria. En la gestión del agua, la siembra de nubes puede aumentar el flujo de agua en embalses y presas, proporcionando una reserva adicional de agua potable y energía hidroeléctrica. 

En cuanto a la prevención de desastres naturales, se ha utilizado para reducir el granizo y proteger los cultivos de daños, así como para mitigar la sequía y sus impactos en la sociedad y el medioambiente. También se utiliza para dispersar la niebla alrededor de los aeropuertos.

Efectividad de la lluvia artificial

La efectividad de la siembra de nubes está influenciada por varios factores. Uno de los más importantes es la presencia de nubes adecuadas, que deben tener una estructura y composición específicas para que la siembra sea efectiva. Además, las condiciones atmosféricas, como la temperatura y la humedad, juegan un papel crucial en la formación y desarrollo de la precipitación inducida. La elección del método de dispersión y la cantidad y tipo de nucleadores utilizados también pueden afectar la efectividad de la siembra de nubes. La comprensión y consideración de estos factores son fundamentales para maximizar los resultados de esta técnica.

Sin embargo, las conclusiones científicas no son claras. En el caso de México, la revista Nature publicó un informe de la Comisión Nacional de Zonas Áridas (Conaza), sobre los resultados de la siembra de nubes en el país azteca. Este concluyó que, comparando la diferencia entre los pronósticos atmosféricos y la precipitación medida en el campo, estas habían aumentado un 40%. Por otro lado, una serie de experimentos realizados en Israel entre el año 1961 y el 2020, no lograron encontrar aumentos significativos de las precipitaciones y fueron abortados tras lograrse un extra de lluvias que apenas llegaba al 1,8%.

Por lo tanto, los defensores de la siembra de nubes argumentan que puede ser una herramienta útil para combatir la sequía y aumentar la disponibilidad de agua en regiones afectadas por el cambio climático. Afirman que la práctica puede proporcionar una fuente adicional de agua para la agricultura, la industria y el abastecimiento público. Sin embargo, los críticos sostienen que la siembra de nubes es costosa y potencialmente ineficaz, y que podría tener consecuencias imprevistas y negativas para el medioambiente. Además, por último, a la hora de considerar esta técnica, también hay que tener en cuenta las preocupaciones éticas sobre la modificación intencional del clima y la interferencia con los patrones naturales de precipitación.

Podcast | ¿Cómo evitar el desperdicio del agua y tomar conciencia de este recurso natural?

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