La Reina visita la Fundación Microfinanzas BBVA para conocer cómo los pequeños productores de cacao crean empleo y reducen la pobreza

En el discurso de apertura del acto, celebrado en la sede de la fundación en Madrid, la Reina ha subrayado que en América Latina “tres millones de personas, pequeños emprendedores, salen adelante cada día porque alguien confió en ellos y les acompañó en su idea de poner en pie una microempresa”. Estas personas “progresan y consiguen formarse y que sus hijos e hijas tengan la oportunidad de estudiar gracias a los microcréditos de la Fundación Microfinanzas BBVA”. La Reina ha recordado, además, la importancia que tienen estos pequeños negocios para la economía mundial: “según Naciones Unidas las mipymes generan el 70% del empleo global”.

El mensaje de Doña Letizia ha puesto en valor las historias de Marlon Ferreira, Constantino Blandford y Ana Rodríguez, tres pequeños cacaoteros atendidos por las entidades de la FMBBVA en Colombia, Panamá y República Dominicana que han intervenido en el coloquio celebrado durante el acto para contar cómo contribuyen al progreso de las comunidades en las que se encuentran sus negocios.

Por su parte, el presidente de BBVA, Carlos Torres Vila, ha subrayado que estos emprendedores “son un ejemplo de sacrificio, fortaleza y capacidad de salir adelante. Si algo nos inspira es su voluntad, su determinación de llegar más lejos”. Sin embargo, se enfrentan en su día a día a grandes desafíos, entre los que el presidente de BBVA ha destacado el acceso a la financiación, la adaptación al cambio climático y la brecha digital.

Para avanzar en este último ámbito, “la FMBBVA ha llevado internet, vía satélite, a áreas remotas de Colombia y Perú” y utiliza las  herramientas digitales más avanzadas, como la biometría facial o por voz o los chatbots con IA, para ofrecer servicios financieros a estos microempresarios.

Torres Vila también ha subrayado que uno de los objetivos de BBVA “es acompañar a nuestros clientes en su transición hacia un modelo energético más sostenible” y ha puesto varios ejemplos de cómo está trabajando la Fundación Microfinanzas para ayudar a los emprendedores a mitigar el impacto del calentamiento global sobre sus negocios: desde mapas de vulnerabilidad climática, que se usan para diseñar y ofrecer soluciones adaptadas sus necesidades, hasta seguros paramétricos que cubren a los emprendimientos frente a desastres naturales asociados al cambio climático y cuyo pago es automático y varía en función del grado de afectación que se monitoriza por satélite.

Las mipymes, esenciales para el desarrollo

Las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) son pilares esenciales de la economía global. Representan el 90% de las empresas  y aportan el 50% del PIB, según Naciones Unidas. En América Latina, donde las mipymes constituyen el 99% del tejido empresarial, su labor crea empleo, empodera a las mujeres y reduce la pobreza.

En este sentido, Javier M. Flores, director general de la FMBBVA, ha señalado que la labor de los pequeños emprendedores “es una semilla para el cambio económico y social porque cuando las pequeñas empresas prosperan, sus entornos también lo hacen y, con ellos, la sociedad en su conjunto”.

Cacao: semilla de transformación

La producción de cacao en los países de origen de los tres emprendedores que han participado en el evento (Colombia, Panamá y República Dominicana) emplea directamente a más de 200.000 personas y ofrece oportunidades para el progreso educativo de las familias cacaoteras.

“Mi madre siempre decía que el chocolate era más que un dulce, era una oportunidad”, ha contado Marlon Ferreira, que a sus 29 años es el fundador de Maluwa Chocolate Company, una empresa premiada internacionalmente y cuyas tabletas de chocolate se venden en Colombia y Estados Unidos. Un éxito que no habría sido posible sin el cacao que compra a agricultores colombianos que, en muchos casos, han sustituido sus plantaciones de hoja de coca por el que llaman el “fruto de la paz”. Este cambio ha mejorado la economía local y está permitiendo construir un futuro más estable en el país.

En Panamá, “el cacao es más que un cultivo: es una forma de vida que se ha transmitido de padres a hijos”, añade Constantino Blandford, que pertenece a la etnia Ngäbe Buglé. Estos indígenas, que viven en la zona más occidental del país, utilizan técnicas ancestrales para producir cacao orgánico, lo que contribuye a preservar la biodiversidad y cuidar el medioambiente.

De familia cacaotera procede también la dominicana Ana Rodríguez, que lidera Las Productivas, una cooperativa creada tras el paso del huracán George en 1998. “Nos unimos para sobrevivir, pero con los años nos dimos cuenta de que podíamos hacer mucho más”, ha explicado. Hoy, hacen bombones y mermeladas de cacao e impulsan y facilitan la participación de mujeres jóvenes en la industria. Sus productos se comercializan en tiendas locales, supermercados y en restaurantes de alta cocina, como los de la Chef Tita, embajadora de la cocina dominicana que entró en 2024 en la lista de los Best Chef Awards.

El acto ha finalizado con la intervención de otro chef incluido en este ranking de mejores cocineros del mundo, el repostero catalán Jordi Roca. El copropietario del restaurante El Celler de Can Roca, que ya ha visitado en varias ocasiones a los cacaoteros de la Fundación Microfinanzas BBVA, ha anunciado que viajará próximamente a la plantación de Constantino para conocer el cacao que produce y utilizarlo en su obrador, Casa Cacao. “El cacao no solo tiene un sabor extraordinario; es una historia viva que conecta a comunidades enteras con el mundo”, ha afirmado.