La reducción de la huella de carbono, uno de los retos del sector turístico
El turismo se ha convertido en una de las grandes industrias que sustentan la economía mundial. La transformación del modelo hacia la sostenibilidad, sobre todo tras la pandemia, es el eje principal de uno de los monográficos de BBVA, centrado en uno de los desafíos comunes de todos los continentes. Mitigar los efectos de la crisis del clima y limitar a 1,5 grados el calentamiento global a través de la reducción de la huella de carbono es uno de los retos de este sector.
Viajar es uno de los deseos más recurrentes de nuestra lista de propósitos cada año. Esta costumbre, como actividad, tiene su origen en la revolución industrial. Primero la disfrutaron los burgueses y, con las jornadas laborales, los trabajadores. Los días de descanso fueron una de las conquistas sociales que hoy seguimos disfrutando. Desde entonces, el turismo se ha convertido en un sector clave de la economía mundial y en un contexto como el actual, es importante diseñar un modelo en equilibrio con la población y el entorno del destino. ¿La finalidad? Mitigar los efectos del cambio climático. En esta línea, la Organización de Naciones Unidas (ONU) y el Consejo Mundial del Viaje y el Turismo (WTTC) han anunciado un plan para una industria turística libre de emisiones de carbono con el que se alinea la normativa europea y latinoamericana que promueve el cumplimiento de este reto.
Los cambios de hábitos como motor del cambio
¡Y llegó el verano, la Semana Santa o las navidades! Quizás, un puente. Son los momentos más esperados del año. Pero para no caer en la sátira y encontrarnos con personajes más amables que los descritos en Los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, tenemos que empezar a recorrer kilómetros que mejoren la calidad humana y del planeta. Cómo decidimos desplazarnos, dónde nos alojamos, el modo de consumo, el tipo de cultura que seleccionamos, qué comemos o las actividades elegidas durante los días de descanso son algunos de los factores que influyen en la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que emitimos. Y todo ello contribuye a la huella de carbono total de cualquier viaje. El objetivo: disminuirla tanto desde la acción gubernamental como empresarial e individual. Cada actor, en su medida, tiene responsabilidad y capacidad de acción.
El turismo global representa el 8% de las emisiones totales de GEI en el mundo según un análisis publicado en la revista científica de referencia ‘Nature Climate Change’. Esta cantidad incluye la primera decisión cuando emprendemos un viaje: el modo en el que nos desplazamos. Uno de los medios más sostenibles, como ha asegurado Cristian Quílez, responsable de proyectos de ECODES, es el tren: “Desplazarse en avión es veinte veces más contaminante que hacerlo en tren y, además, estos son generalmente capaces de transportar más pasajeros en un mismo viaje.
Los ciudadanos deberíamos de ser conscientes de esto a la hora de programar nuestras vacaciones, mirando las distintas posibilidades para llegar a nuestro destino. El ferrocarril es el medio de transporte que más rápido permite avanzar hacia la descarbonización y un claro vertebrador del territorio. Los vuelos, principalmente cortos, deben suprimirse si existe la opción del tren. Los trenes nocturnos, las conexiones transfronterizas y la potenciación de la red convencional tienen que ser una prioridad política. La capacidad del ciudadano de elegir depende de la voluntad política de disponer coherentemente”.
La descarbonización de la aviación
La reducción del impacto medioambiental depende de la alianza entre gobiernos, empresas, instituciones financieras y todas las poblaciones, pero también de las decisiones individuales. Exigir como clientes el compromiso y cuidado del entorno es nuestra responsabilidad.
Teresa Parejo, directora de sostenibilidad de Iberia, es consciente del reto que supone el camino de la descarbonización en la aviación, pero al mismo tiempo considera que “la transición ecológica es una transformación completamente necesaria”. Desde el Grupo IAG también recurren a la tecnología como solución para minimizar el impacto del cambio climático, habiéndose comprometido a lograr emisiones netas cero en el año 2050 y alineándose así con lo establecido por la ciencia y los tratados internacionales: “Para lograr este ambicioso objetivo, el desarrollo tecnológico es esencial.
La descarbonización de la aviación depende en gran medida del uso de motores de última generación y de aeronaves más ligeras, del desarrollo de combustibles sostenibles de aviación y del impulso de toda la tecnología e infraestructuras que requiere el uso del hidrógeno en nuestro sector. Para ello, es necesario un apoyo constante de instituciones, fabricantes de aviones, aeropuertos, empresas energéticas y las propias aerolíneas a la investigación y el desarrollo de iniciativas dirigidas a encontrar soluciones para lograr la descarbonización del sector”.