La Gran Barrera de Coral: historia de una maravilla natural
La Gran Barrera de Coral es un conjunto de arrecifes que actúa como hogar y alimento de cientos de especies en las aguas de Australia. El cambio climático y el calentamiento global se han convertido en una importante amenaza que pone en riesgo su supervivencia y la de las especies que lo habitan.
Cuando el explorador británico James Cook (7 de noviembre de 1728 – 14 de febrero de 1779) se embarcó en su primera expedición científica, la Royal Society le hizo dos encargos. El primero, que observara el tránsito de Venus sobre el Sol desde Tahití. El segundo, que trajera información del continente más austral, descubierto el siglo anterior.
Observado el tránsito astronómico, el HMS Endeavour que capitaneaba Cook puso rumbo al nuevo continente. Allí encalló en la Gran Barrera de Coral el 11 de junio de 1770. Los tripulantes pasaron más de seis semanas arreglando el barco en una playa cercana en la que desembocaba un río –que Cook bautizó como Endeavour–. Allí se relacionaron con los aborígenes locales, conocedores desde hace siglos de esta maravilla natural.
La historia de la Gran Barrera de Coral
“De lo que hablo ahora es una cosa apenas conocida en Europa o en cualquier otro lugar que no sea en estos mares: es una pared de roca coralina que se levanta casi perpendicularmente del océano insondable”, escribió impresionado Joseph Banks, uno de los botánicos de la expedición de Cook.
Su descripción era muy acertada. Este inmenso cinturón natural está formado por unos dos mil arrecifes y cerca de mil islas. Su extensión abarca más de 344.000 kilómetros cuadrados, al nordeste de Australia, y está compuesto por coral vivo que crece sobre coral muerto. Es precisamente este animal colonial sin vida el que compone los grandes muros de piedra a los que se refería Banks, que en algunos puntos miden hasta cien metros de altura.
Los primeros arrecifes se remontan al Mioceno, hace unos 23 millones de años, cuando empezaron a crecer en la plataforma Marion. A lo largo de los años se fueron expandiendo, naciendo, creciendo y muriendo. Se cree que, hace unos 20.000 años, cuando la costa de Queensland (Australia) se situaba muy cerca del borde exterior del arrecife, los aborígenes australianos tuvieron contacto con él y con los miles de seres vivos que lo habitaban, como esponjas, peces, gusanos, estrellas de mar, tortugas, moluscos o crustáceos.
Cook no fue el primer europeo en descubrir el enclave marino. Parece que fueron los portugueses en los siglos XVI o XVII, aunque el expedicionario británico sí fue pionero en describirlo científicamente y, al hacerlo, los investigadores europeos supieron de su existencia, entre ellos Charles Darwin. A pesar de que el naturalista británico no llegó a observar al arrecife desde el Beagle, escribió sobre él gracias a textos de otros exploradores.
La gran amenaza de la Gran Barrera de Coral
A pesar de estar protegido por la Unesco y por la Autoridad del Parque Marino de la Gran Barrera de Coral, el arrecife se encuentra en peligro. El culpable es el aumento de las temperaturas debido al cambio climático. Cuando el agua se calienta, las algas unicelulares zooxantelas, que viven dentro de los pólipos, comienzan a producir moléculas oxidantes que son tóxicas para el coral, por lo que este las expulsa. Al perder las algas fotosintéticas que le dan color, el coral se blanquea. Esto no le produce la muerte directa, pero lo debilita y lo hace más sensible a las enfermedades y a la falta de nutrientes, que acaban matándolo.
Según Chris Roelfsema, investigador de la Universidad de Queensland (Australia) y director del Proyecto de Cartografiado 3D del Hábitat de la Gran Barrera de Coral, la decoloración es la mayor amenaza para la barrera de coral, al ser la más difícil de controlar debido al cambio climático. “Las aguas que rodean a los corales han aumentado su temperatura más de lo normal”, explica.
Según la Fundación de la Gran Barrera de Coral, los arrecifes australianos han sufrido al menos seis grandes episodios de este tipo desde 1998, el último de ellos en 2022. Este último, con un blanqueamiento observado en el 91% de los corales, fue especialmente preocupante porque sucedió en un verano en el que se dio el fenómeno de La Niña, caracterizado por un enfriamiento del Pacífico ecuatorial. En 2023 se ha observado una recuperación con un crecimiento récord del 36%, pero los científicos advierten de que será transitorio, y que el cambio climático continuará haciendo estragos.
Animales en peligro de desaparecer
Pero el blanqueamiento no es la única amenaza del arrecife. Los impactos de los ciclones y la proliferación de la estrella de mar corona de espinas, que devora corales vivos y crece mejor en aguas más cálidas, también amenazan la supervivencia de la barrera. Según los científicos, estos dos factores fueron los principales responsables de la pérdida de un 50% de la cobertura de coral entre 1985 y 2012.
Estas amenazas están repercutiendo en especies que viven alrededor de los corales como 30 tipos de ballenas y delfines, incluyendo especies vulnerables como el delfín de aleta chata australiano (Orcaella heinsohni) y el delfín rosado de Hong Kong (Sousa chinensis); los dugongos, también amenazados, y algunas especies de tiburones. También están disminuyendo las praderas marinas, de las que se alimentan los dugongos y las tortugas verdes.
Australia y la Gran Barrera de Coral
La Gran Barrera de Coral es, tras la banquisa antártica, la mayor estructura viva que se divisa desde el espacio. Su incalculable valor ecológico hizo que la Unesco la nombrara Patrimonio de la Humanidad en 1981. Un tesoro natural que los australianos sienten parte de su identidad. “Es un ecosistema icónico que tiene una profunda influencia en los australianos de todo el país”, señala Jeremy Goldberg, de la Escuela de Negocios, Leyes y Gobierno de la Universidad James Cook (Australia).
Goldberg dirigió un estudio en el que los investigadores preguntaron a unos dos mil australianos diferentes cuestiones sobre el arrecife. El 77% afirmó sentir que la Gran Barrera de Coral era parte de su identidad como australianos y el 54% afirmó que le afectaría personalmente si la Gran Barrera se viera perjudicada. En vista de la degradación del ecosistema, organizaciones como Earthjustice y Environmental Justice Australia han acusado al país de no actuar lo suficiente contra el cambio climático y de propiciar con ello el deterioro de la Gran barrera de Coral. Como consecuencia de ello, la propia Unesco ha recomendado al Comité del Patrimonio de la Humanidad que la Gran Barrera de Coral se incluya en la lista de enclaves Patrimonio de la Humanidad en peligro.