La educación financiera: perspectivas desde la crisis de la COVID-19
La pandemia está teniendo efectos devastadores en la economía de millones de personas en todo el mundo. ¿Cómo se puede hacer frente a sus consecuencias? Los expertos consultados del Centro para la Educación y Capacidades Financieras de BBVA señalan la educación financiera como vía fundamental para construir una salud financiera a prueba de crisis.
Los efectos económicos del coronavirus están suponiendo un desafío para millones de personas a nivel global. Uno de los principales problemas a los que se están enfrentando es el cierre forzoso de los negocios, con la consiguiente destrucción de empleo. “Algunos sectores económicos escaparán al impacto directo o incluso se beneficiarán, como son los que tienen que ver con los servicios sanitarios y los productos farmacéuticos, los productos y servicios de telecomunicaciones, el comercio electrónico en todas sus formas, la alimentación y la robótica”, explica José Manuel González-Páramo, presidente del Consejo Asesor del Centro para la Educación y Capacidades Financieras de BBVA. “Pero incluso estos ámbitos no podrán sustraerse al efecto negativo general que el cierre forzoso de actividad está teniendo en la demanda de consumo e inversión, particularmente en los sectores de hostelería, ocio, turismo, servicios personales y comercio físico no alimentario”.
Al problema derivado de la crisis en los negocios, se suma el factor financiero. “La caída inmediata de los valores de los activos (incluidas las pensiones, las viviendas y las acciones) socava todas las proyecciones de ingresos futuros, lo que hace que sea extremadamente difícil para las personas planificar el futuro”, dice Helen Gibbons, miembro del Consejo de Administración de Better Finance. Por su parte, Rolando Arellano, presidente de Arellano Consultoría para Crecer, apunta también a las consecuencias futuras que tendrá la caída de la actividad económica actual “por el efecto de la falta de ingresos y las nuevas normas de consumo y convivencia”.
Una salud financiera de hierro
Ante un panorama complejo, donde predomina la incertidumbre, tanto sanitaria como económica, los expertos recomiendan mantener, en la medida de lo posible, la salud financiera. Este factor es fundamental en la situación de partida, según González-Páramo, por dos razones: “Primera, porque, aunque el aumento de la incertidumbre siempre provoca un aumento instintivo de nuestra tasa de ahorro por motivo de precaución, en muchos casos este ahorro será escaso al producirse sobre la base de unos ingresos mermados. Y segunda, porque nuestra capacidad de planificación financiera para el futuro (por ejemplo, para costear la educación de los hijos o afrontar la jubilación) es mucho más compleja en un marco de incertidumbre sanitaria y económica”.
Para fortalecer las finanzas y afrontar estos retos es necesario contar con una mínima educación financiera. Un conocimiento que, tal y como explica Helen Gibbons, debe hacer hincapié en cuatro puntos: “Diversificar los ahorros, mantener un nivel de deuda que sea manejable, revisar las finanzas personales con más frecuencia y usar la tecnología para el control financiero”. Rolando Arellano, además del ahorro, apunta a la inclusión financiera de las personas que viven de su negocio en la economía informal para “tener una relación con el sector financiero, que es el que puede ofrecer un crédito formal”.
Educación financiera para todos
Ahora más que nunca, es necesario poner a disposición de la sociedad los conocimientos que necesita para manejar sus finanzas. “La educación financiera debe ocupar un lugar más prominente en la vida de las personas”, recomienda Gibbons. “Se debe ofrecer a través de los medios de comunicación y de autoridades públicas locales y nacionales”.
Este aprendizaje es una herramienta para reducir la vulnerabilidad. “Según un reciente estudio de BBVA Research, un 56% de los hogares españoles es vulnerable financieramente (esto es, aguantaría hasta nueve meses sin endeudarse o cambiar de vivienda)”, explica José Manuel González-Páramo. “Estos niveles de vulnerabilidad, excesivamente elevados tanto en sí mismos como por comparación con otros países desarrollados, se reducirían significativamente en el tiempo a través de mejoras sostenidas en los niveles de educación financiera”.
La experiencia en crisis anteriores, tal y como apunta Rolando Arellano, supone un valioso aprendizaje. Al menos, en un país como Perú. Según un estudio reciente de Arellano Consultoría Para Crecer, basado en 600 encuestas, más del 80% de los participantes se muestran optimistas respecto a la recuperación en el futuro. “Esto muestra la resiliencia y la autoconfianza de las familias en sus propias capacidades”, explica Arellano. “De hecho la razón señalada es que ya se han enfrentado a grandes crisis en Perú”.
El futuro se presenta lleno de retos económicos para los que la educación financiera es “un buen coadyuvante, una ayuda, y a la vez nos prepara para imprevistos”, afirma González-Páramo, que recomienda tres iniciativas para reforzarla:
- Potenciar la colaboración público-privada, a través de planes integrales de educación financiera que se ofrezcan en las etapas más tempranas de la escuela.
- Incorporar las mejores prácticas y hallazgos de la economía conductual a las soluciones digitales que se utilizan en la vida diaria.
- Poner en marcha las lecciones aprendidas en crisis anteriores respecto al manejo de las finanzas personales.
Respecto a los grupos más vulnerables, los expertos coinciden en que las entidades financieras tienen un papel fundamental para ayudar a estos colectivos a adquirir educación financiera. En el caso de las personas mayores, el apoyo puede traducirse en “unas reglas simples para gestionar los ingresos y los gastos diarios y ahorrar para imprevistos”, explica González-Páramo. “El contacto con el personal de las oficinas bancarias y mensajes simples a los teléfonos móviles podrían ser muy útiles”. Respecto a las familias monoparentales, este experto opina que es necesario que “las reglas anteriores tengan en cuenta los detalles específicos de las políticas sociales y de inclusión”.
Salud financiera, prioridad estratégica de BBVA
Una buena salud financiera personal, familiar o empresarial es clave para poder hacer frente a imprevistos y afrontar los planes de futuro a los que se aspira.
BBVA considera que mejorar el bienestar financiero debe estar al alcance de todos y, por este motivo, ha convertido la salud financiera en una de sus seis prioridades estratégicas. La entidad quiere apoyar a personas y empresas en su camino para alcanzar ese bienestar financiero a través de soluciones personalizadas, motivándolas y empoderándolas para que incrementen su tranquilidad y seguridad.
Además, el banco entiende la salud financiera como un viaje de cuatro pasos, que empieza con el control del día a día, sigue con el ahorro, continúa con la gestión de la deuda y se completa con la planificación para el futuro. Muchas de las herramientas para acompañar a los clientes en este viaje se ofrecen a través de su aplicación móvil, que reúne el poder de la tecnología, los datos y la experiencia de su equipo humano.