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La educación financiera es vital para salir de las trampas de la pobreza

Claudio González-Vega, presidente del Patronato de la Fundación Microfinanzas BBVA y miembro del Consejo Asesor del Centro para la Educación y Capacidades Financieras de BBVA, es una de las mayores autoridades internacionales en finanzas y desarrollo, sobre todo, en el campo de las microfinanzas. Para él, la educación financiera es una herramienta vital para salir de “las trampas de la pobreza”.

Fotografía de La Fundación Microfinanzas BBVA apuesta por la tecnología

Las microfinanzas cambian la vida de las personas y su impacto positivo pervive durante generaciones. Esta es una de las principales conclusiones a las que ha llegado Claudio González-Vega tras una larga carrera de estudio y práctica en este sector. “En Bolivia, llegamos a demostrar que los hogares con crédito de instituciones de microfinanzas siguen enviando a sus hijos a la escuela durante varios años más que los que no tienen ese acceso. En México, pudimos demostrar que el impacto sobre la educación de los hijos es mayor cuando se ofrecen facilidades de depósito, incluso mayor que cuando se ofrece solo crédito”.

Microfinanzas y otros medios de inclusión

González-Vega ha sido testigo de cómo las entidades del sector han ido evolucionando para adaptarse a las necesidades de sus clientes: “En sus etapas iniciales, las actuales instituciones de microfinanzas simplemente ofrecían créditos a corto plazo para capital de trabajo al hogar-empresa de los trabajadores por cuenta propia, es decir, microcréditos. Sin embargo, estas instituciones han ido dando otros servicios y las mejores ofrecen una gama cada día más completa de servicios”. Un buen ejemplo es la Fundación Microfinanzas BBVA de cuyo Patronato ha sido miembro desde el principio.  “Las instituciones del grupo de la Fundación BBVA para las Microfinanzas cuentan con un número de depositantes mayor que el de deudores y cada día logran colocar un mayor número de seguros”. El resultado llena de orgullo a este veterano especialista: “Por primera vez, tras muchas generaciones de repetición de la pobreza, las clientas de microfinanzas pueden soñar con que sus hijos lleguen a tener una situación diferente y mejor que la de sus antepasados”.

Además de las microfinanzas, González-Vega resalta otros medios de inclusión financiera para las personas que los necesitan o que, como los trabajadores asalariados, tienen sus propias demandas de servicios, entre ellos: “cuentas bancarias para beneficiarios de diversos programas de los gobiernos, así como los de transferencias monetarias condicionadas y otros subsidios”, explica, “también son valiosos los programas de cuentas de ahorro para niños y jóvenes, así como diversos programas de seguros, incluyendo los que cubren eventos catastróficos, que son demandados por los agricultores y los seguros de salud”.

Los problemas del mundo rural

Precisamente González-Vega es un gran experto en el mundo de las finanzas rurales, un tema que ha estudiado en profundidad y del que ha extraído interesantes conclusiones. “En las áreas rurales y, en particular, en el sector agropecuario, existen numerosas oportunidades productivas que ofrecen una elevada rentabilidad y la capacidad de mejorar los ingresos de los hogares que pudiesen aprovecharlas, particularmente los de ingresos bajos”. Desgraciadamente este aprovechamiento de los recursos no suele darse “porque los hogares rurales no cuentan con ahorros suficientes para emprender por sí solos con la inversión necesaria y porque no pueden apalancar sus recursos. Tampoco tienen acceso al crédito institucional, en los plazos y en las condiciones apropiadas a los ciclos agropecuarios”. Las barreras que obstaculizan el camino hacia el progreso pasan por la falta de medios para eliminar la sensación de inseguridad: “los riesgos involucrados les parecen demasiado elevados y no pueden mitigarlos adecuadamente, particularmente por la ausencia de seguros que los protejan de los siniestros propios de la agricultura”.

claudio gonzález vega_fundacion microfinanzas

Claudio González-Vega (a la derecha) ha recibido numerosos reconocimientos durante su carrera, uno de los últimos ha sido el del Boulder Institute of Microfinance.  - © Fundación Microfinanzas BBVA

González-Vega tiene muy claro que la llave para solucionar estos problemas sería el desarrollo de “una serie de innovaciones en la prestación de servicios financieros en las áreas rurales”. Para llevarlas a cabo, según este experto, hay que entender las cadenas agropecuarias de valor, establecer una combinación adecuada de los servicios financieros que vaya más allá del crédito, establecer una asistencia técnica eficaz, asegurar un adecuado acceso al mercado, manejar el riesgo y desarrollar instrumentos para evaluar los impactos ambientales. Sin embargo, González-Vega no olvida el factor humano y resalta como lo más importante: “el cultivo de una relación a largo plazo y personalizada con el cliente”.

Tecnología para acercarse a los clientes  

La tecnología es también un factor fundamental en la inclusión financiera de los más vulnerables ya que “se están ofreciendo herramientas muy valiosas para reducir los costos, aumentar la productividad y la escala y lograr mayor alcance”. González-Vega cree firmemente en el poder de esta tecnología y de su impacto positivo en las personas: aquellas entidades de microfinanzas que logren utilizar óptimamente estas herramientas para retener y fortalecer relaciones robustas con los clientes, más que para sustituirlas, serán las que tendrán éxito”.

Él mismo ha comprobado cómo la entrada de estas tecnologías suponía un empuje importante para la Fundación Microfinanzas BBVA: “han permitido procesos internos ágiles y eficientes para la reducción de costos, incluyendo soluciones tecnológicas en la nube; el desarrollo de un ‘core’ bancario común a todas las instituciones del grupo, que centraliza las actividades; la digitalización de documentos y un repositorio de datos para la atención rápida, así como para la configuración de nuevos canales y procesos”. Los cambios internos se han reflejado en la actividad exterior: “La tecnología ha permitido, a las entidades del grupo, mejorar la proximidad física y digital con el cliente, lo que permite entenderle y responder a sus necesidades”. González-Vega no lo duda cuando le toca enumerar las aplicaciones de estas herramientas: “ayuda a la estructuración de las agendas, al levantamiento de información de mejor calidad, a mejorar la gestión de la mora y, al reducir el tiempo gastado en el proceso de crédito, da espacio para mejor gestión de mantenimiento y prospección”. Por su parte, los agentes, con la ayuda de ‘tablets’ y móviles, pueden: “dar servicios en línea a los clientes y reducir los costos de transacciones de ambas partes, además permiten la georreferenciación y el uso de la información biométrica, que amplía la gama de información para las dos partes que tienen para tomar decisiones”.

La responsabilidad de los gobiernos

Todo este esfuerzo resultaría baldío sin la colaboración de las instituciones gubernamentales: “Los gobiernos tienen un papel crítico en el impulso al uso de las nuevas tecnologías en la inclusión financiera”. Su papel abarca todos los aspectos de las finanzas, desde facilitar el acceso a la telefonía móvil e internet hasta el papel de la regulación que “debe resolver la manera en que la competencia contribuye al abaratamiento de los servicios y cómo la protección de la estabilidad macroeconómica contribuye a fortalecer la confianza de la población en estos servicios”. Además, González-Vega defiende la libertad en el campo económico: “es indispensable que las autoridades no promulguen regulaciones represivas, como controles a las tasas de interés y otros precios de los servicios, que distorsionan el mercado y perjudican, particularmente, a los pobres”.

La contribución de la banca

El papel de la banca pasa por facilitar, tal y como explica este experto, que las personas más vulnerables inviertan en sus proyectos: “no solo el crédito es importante, sino también las facilidades de depósito y los seguros”. Pero antes de ponerse manos a la obra, es necesario que se promulguen “programas de educación financiera, bien diseñados, que pueden jugar un papel valioso en la mejora del acervo de la información disponible y fortalecer el proceso de toma de decisiones”. Sin duda, para González-Vega, la educación financiera es fundamental si se quiere lograr la inclusión financiera de los más vulnerables: “Las buenas decisiones mejoran la probabilidad de salir de las trampas de la pobreza y evitan que se vuelva a caer en ellas, cuando ya habían sido superadas”.