La educación financiera de los inversores, clave para la lucha contra el cambio climático
Olivier Guersent, director general de Estabilidad Financiera, Servicios Financieros y Mercados de Capitales de la Unión Europea, afirma que los inversores individuales prefieren poner su dinero en proyectos de desarrollo sostenible, pero necesitan poder para hacerlo. La educación financiera forma parte de ese empoderamiento.
En la celebración del EduFin Summit 2018, la cumbre global sobre educación financiera organizada por el Centro para la Educación y Capacidades Financieras de BBVA, Guersent puso de relieve, en una intervención grabada en vídeo, la preocupación de la Unión Europea por conseguir el equilibrio entre la sostenibilidad económica y el cuidado del medio ambiente: “Europa quiere estar a la vanguardia en la lucha contra el cambio climático y hacer una transición hacia una economía más sostenible y con menos emisiones de carbono”.
Un desafío para Europa
Pasar de la palabra a la acción, según Guersent, supone un reto de grandes dimensiones: “Cumplir los compromisos que asumimos con la comunidad global requiere enormes inversiones en una serie de áreas: infraestructura más sostenible, eficiencia energética en los edificios, energías renovables, mejoras en la gestión del agua, transporte más ecológico y nuevas tecnologías más sostenibles”.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son los que marcan una agenda donde todas las tareas se perfilan como urgentes y requieren un coste económico alto: “Se ha estimado que, en Europa, se necesitarán inversiones adicionales por un valor anual de 180.000 millones de euros para alcanzar los objetivos energéticos y climáticos de 2030”.
El esfuerzo valdría la pena ya que tiene un retorno que va más allá del beneficio financiero, “debemos tener en cuenta el coste del cambio climático que se puede evitar gracias a las grandes inversiones”. Un coste que ya empieza a resultar un problema grave para las economías de los países miembros. “Entre 2007 y 2016, las pérdidas económicas por desastres climáticos extremos aumentaron en un 86 %. Solo en 2017 esas pérdidas ascendieron a 117.000 millones de euros en la Unión Europea”.
El papel de la educación financiera
Los efectos del calentamiento global son patentes y empiezan a tener un espacio importante en las decisiones de las empresas del sector: “Las instituciones financieras, con un horizonte de inversión a más largo plazo, están comenzando a tomar en consideración los riesgos y costos del cambio climático”. Pero revertir esta situación está en manos de todos, incluso de aquellos que operan a pequeña escala: “Los inversores individuales preferirían poner su dinero en proyectos que estén totalmente orientados hacia el desarrollo sostenible, pero necesitan poder para hacerlo”. La herramienta para conseguirlo es el conocimiento: “La educación financiera es parte de este empoderamiento”.
La información que se le dé a las personas debe abarcar todos los aspectos de cada operación: “En lo que respecta a la financiación sostenible, la información no solo se refiere a las características financieras, sino también a los impactos ambientales o sociales de los diversos tipos de inversiones”. Mientras tanto, la Comisión Europea se ha puesto manos a la obra y, en mayo, presentó un conjunto de propuestas legislativas entre las que se encuentra una referente a los deberes de los inversores y su transparencia: “aclararemos las obligaciones de los inversores en materia de sostenibilidad”.
Lo que plantea Guersent es todo un reto para los países, pero el único camino para un cambio de paradigma: “es la combinación de educación e información de alta calidad la que permite a los consumidores e inversores tomar las decisiones correctas para un desarrollo sostenible". Su mensaje es desafiante, pero también optimista si se cumplen las recomendaciones para paliar el cambio climático: “Esperamos que los inversores bien informados puedan hacer una contribución importante a una transición exitosa hacia una financiación sostenible”.
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