La despoblación rural: crónica de una desaparición anunciada
La despoblación rural es un fenómeno demográfico crítico en Europa y América Latina que consiste en la disminución de la población en las zonas rurales. Este proceso, marcado por la migración hacia ciudades, intensifica el envejecimiento, la pérdida cultural y la escasez de recursos en aquellas regiones donde la población se reduce, creando un ciclo difícil de romper.
En la zona más septentrional de Europa, tocando el Círculo Polar Ártico y dividida entre las fronteras de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia, se encuentra Laponia. Una región que es el hogar del pueblo sami y que se sucede entre fiordos, grandes valles, glaciares, lagos, montañas y kilómetros y kilómetros de tundra. En muchas zonas de Laponia, el clima y la orografía hacen difícil la vida, por lo que la región corona el podio de las más despobladas de Europa.
Sin embargo, otras zonas muy diferentes le disputan este primer puesto. Al otro extremo del continente, en el clima mucho más templado de España, la Serranía Celtibérica es conocida como la Laponia del sur. Esta área, que comprende territorios de diez provincias diferentes en cinco comunidades autónomas (Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana y La Rioja) y ocupa el 13 % de la extensión total del país, cuenta con una densidad de población de menos de siete personas por cada kilómetro cuadrado. En algunos puntos, la cifra se reduce a un solo habitante para la misma extensión.
La Serranía Celtibérica, al igual que muchas otras regiones de Europa, América Latina y del resto del mundo, está condicionada por la despoblación rural. Un fenómeno que hace que las personas abandonen los núcleos rurales a favor de los urbanos, y que a lo largo de los últimos siglos ha dejado multitud de casas vacías y pueblos en los que el relevo generacional parece una utopía.
Definición de ‘despoblación rural’
Podríamos definir la despoblación rural como el fenómeno demográfico y territorial que consiste en la disminución de la población de las zonas rurales debido a la migración hacia otras urbanas. Muchas regiones de España, por ejemplo, han sido testigos de esta despoblación en el último siglo y medio: con el paso del tiempo, cada vez quedan menos vecinos en los pueblos, y los que quedan son cada vez más mayores. Como consecuencia, hay menos nacimientos, lo que favorece a su vez la despoblación.
“Se trata de un fenómeno estructural, que se viene produciendo en muchas regiones del mundo desde la segunda mitad del siglo XIX”, explica Sergio Andrés Cabello, profesor de Sociología de la Universidad de La Rioja. “Está ligado a una transformación muy importante y profunda de las sociedades, por lo que es un fenómeno complejo y para el que es difícil encontrar soluciones”.
Causas de la despoblación rural
De acuerdo con el profesor, la despoblación rural está ligada a causas y determinantes económicos, sociales y culturales. “El primer factor que se debe tener en cuenta es el económico”, explica Andrés. “En España, al igual que en otras regiones, en la segunda mitad del siglo XIX y sobre todo a lo largo del XX se dio un proceso de industrialización que localizó la creación de riqueza en determinadas zonas, a menudo urbanas. El desarrollo, el trabajo y los servicios se concentraron donde se dio la industrialización”.
La segunda causa, la social, está estrechamente ligada a este desarrollo económico: los habitantes de zonas con menos opciones laborales salieron a buscar mejores oportunidades para ellos y para sus familias. “Las personas buscan lugares que les permitan estar bien y en donde realizar sus proyectos de vida. Esta es la base de cualquier migración”, añade Andrés.
“Además, y durante mucho tiempo, se infravaloró y se generó una visión muy negativa del medio rural, porque la modernidad y la evolución de las sociedades ha estado ligada al medio urbano. Se consideraba que vivir en la ciudad era mejor. Pero también debemos tener en cuenta que el medio rural es duro, complicado y difícil, y esto fue lo que hizo que muchas personas decidiesen buscar una alternativa”, explica el profesor de Sociología.
Por último, el cambio climático, y sus variaciones extremas de temperaturas, también se relaciona con la despoblación rural porque influye en el rendimiento de cultivos e incluso en la destrucción de campos sembrados, provoca pérdidas en las ganaderías o acelera la propagación de enfermedades y plagas.
Consecuencias de la despoblación rural
El estudio ‘La despoblación rural en España: génesis de un problema y políticas innovadoras’, elaborado por el Centro de Estudios sobre Despoblación y Desarrollo de Áreas Rurales (CEDDAR) señala entre las principales consecuencias de la despoblación rural el envejecimiento de la población, el descenso de nacimientos y la falta de mano de obra para trabajar en la agricultura y otros sectores.
A esto se suma que la dispersión de la población hace que se reduzca el número de servicios prestados, lo que favorece que más personas decidan abandonar el lugar en busca de otros con más opciones y oportunidades.
Es la pescadilla que se muerde la cola. El territorio se queda despoblado, se le presta menos atención y se reducen los servicios, lo que afecta a la cohesión social. Queda únicamente el sector primario, hoy la agricultura y la ganadería se enfrentan a numerosos problemas. A todo esto, se suma la falta de relevo generacional, por lo que el problema se va agrandando”, señala Andrés.
Si hablamos de consecuencias, hay que añadir repercusiones ambientales de la despoblación y su interacción directa con el cambio climático, como la desertización provocada por el abandono de cultivos, pastos y bosques, o el desarrollo incontrolado de vegetación espontánea; la pérdida de biodiversidad, la erosión, la degradación de paisajes o el aumento de incendios. Todo esto da lugar a migraciones climáticas, motivadas principalmente por los efectos del calentamiento global.
La despoblación rural en España
De acuerdo con la Secretaría General para el reto demográfico del Gobierno de España, en este país el fenómeno de la despoblación es eminentemente rural y afecta sobre todo a los municipios pequeños. En la última década, casi nueve de cada diez municipios de menos de 1.000 habitantes y ocho de cada diez de menos de 5.000 han perdido población.
El problema no se limita a la última década. Entre 1975 y 2021, y de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), 17 provincias españolas eminentemente rurales perdieron población. La lista la encabeza Zamora, provincia que vio cómo el número de habitantes se redujo un 31 %, seguida de Lugo (30 %) y Soria (21 %).
Actualmente, la densidad media de España es de 93 habitantes por kilómetro cuadrado, una cifra que está por debajo de la media de la Unión Europea (que ronda los 120 habitantes por kilómetro cuadrado). Sin embargo, casi 4.000 municipios tienen menos de 12,5, una densidad que la UE considera de riesgo demográfico.
Estos municipios se extienden por 243.000 kilómetros cuadrados, lo que equivale al 48 % de la superficie del país y nos indica que casi la mitad del territorio de España está vacío. Hoy, más del 80 % de la población vive en menos del 20 % del país, reunida sobre todo en las ciudades.
América Latina y la despoblación rural
La urbanización es también la norma en Argentina, uno de los países más urbanizados del mundo. De acuerdo con datos de su gobierno, el 92 % de la población es urbana, una cifra que está muy por encima de la media mundial (54 %) y de la de América Latina y Europa (83 y 75 %, respectivamente). Se estima que, para el 2030, el porcentaje de población urbana puede alcanzar el 94 % del total.
Otro de los países en los que la despoblación rural se ha vivido de forma más intensa es Perú. En la década de 1940, el 70 % de la población era rural. En 2010, casi el 80 % era urbana. En los países de América Latina, algunas casuísticas coinciden con las de España. Otras están condicionadas por el pasado reciente de cada uno de los estados, como la violencia (que provoca importantes migraciones internas) o las reformas agrarias.
En busca de soluciones contra la despoblación rural
“El de la despoblación rural es un escenario muy complejo, por lo que las soluciones también deben serlo. No debemos olvidar que con ellas se trata de revertir más de siglo y medio de procesos que han transformado las sociedades”, señala Andrés. “Es un problema que se debe abordar de forma sistémica y estructural, y poniendo el foco no en cada pueblo, sino en el territorio en su conjunto”.
De acuerdo con el profesor, las soluciones cortoplacistas y muy deterministas no son la solución. “El problema no se va a solucionar porque se ponga conexión a Internet o se haga una carretera. Es más difícil que eso”, explica el profesor de Sociología. “Hay que tener muy en cuenta aspectos como la movilidad, el acceso a los servicios y la creación de oportunidades. Y evitar tanto el desprecio como la romantización del medio rural, un espacio muy variado y lleno de complejidades”.