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Sostenibilidad 10 jun 2024

La descarbonización del sector agro: barreras y oportunidades

La descarbonización de la agricultura, uno de los sectores que más contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), pasa por mejorar la gestión del estiércol para generar biogás, usar fertilizantes orgánicos, mejorar la biomasa de los cultivos, apostar por la producción de energías renovables y fomentar cambios en la dieta y rebajar el desperdicio alimentario. Falta apoyo económico e inversión en investigación.

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Las cumbres nevadas de los Andes, los altiplanos, el desierto y el mar. Chile es un país de confines, donde la geografía lo marca todo, un país de montaña en el que casi todo es océano: la superficie de mar patrimonial de Chile multiplica por cinco la terrestre. Así, no es de extrañar que la pesca y, sobre todo, la acuicultura tengan un gran peso en la economía del país sudamericano. En sus aguas no solo se crían salmones y truchas, sino que también se cultivan algas (hoy representan un 1,3 % de todas las cosechas del país). Algas que tienen el potencial de impulsar la descarbonización de la agricultura.

Con esa idea en mente nació Coral, una empresa emergente del sector ‘cleantech’ de Chile que utiliza algas cultivadas de forma sostenible en las costas del país para crear una amplia variedad de compuestos y materiales de uso industrial, como productos químicos para fertilizar los cultivos agrícolas tierra adentro. La startup, representante del emergente sector de las tecnologías limpias en América Latina, está apoyada por Reciprocal Ventures. Este es un estudio de capital riesgo de la región que financia proyectos que mejoran la salud planetaria.

Las emisiones en la agricultura

La agricultura es uno de los sectores que más contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial (y uno de los más difíciles de descarbonizar). De las 50.000 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), gas metano, óxido nitroso y otros gases contaminantes que los seres humanos generamos cada año, cerca de 6.000 millones proceden directamente de la agricultura, de acuerdo con los datos de la Universidad de Oxford. Sin embargo, muchas de las emisiones del sector agrícola y ganadero no son siempre fáciles de medir.

Las principales fuentes de gases de efecto invernadero del sector agro son el metano generado, principalmente, de la digestión del ganado y de la forma en que se gestiona el estiércol, el óxido nitroso que resulta de la aplicación de fertilizantes químicos al suelo y también de la descomposición del abono y el dióxido de carbono de la materia orgánica y del consumo de energía eléctrica y combustibles. A todo esto, hay que sumarle las emisiones indirectas derivadas del manejo del suelo (la labranza y la superficie de tierra sin cubierta vegetal exponen el carbono almacenado en la tierra y contribuyen a su degradación y su liberación).

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Tres claves para la descarbonización del sector agro

Durante décadas, el progreso y el desarrollo económico ha estado ligado al consumo de combustibles fósiles y al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. En los últimos años, sin embargo, ante la amenaza del cambio climático, el mundo ha empezado a replantearse esta relación con un objetivo en mente: reducir las emisiones de forma que el planeta no se caliente más de 1,5 °C con respecto a las temperaturas previas a la revolución industrial. Algunos sectores, como la producción eléctrica o el transporte han empezado a doblegar la curva de emisiones. Pero en otros, como la agricultura y la ganadería, no está siendo sencillo.

“Ahora mismo, diría que la descarbonización del sector agro pasa por tres grandes frentes: la reutilización de los residuos orgánicos, la descarbonización de la energía que se usa en el riego, en las granjas o en la maquinaria y la plantación de cultivos que cubran el suelo y ayuden a fijar carbono y nitrógeno en la tierra”, explica Eduardo Aguilera Fernández, investigador de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas, de la Universidad Politécnica de Madrid, y experto en la sostenibilidad de la agricultura y el sistema agroalimentario.

De acuerdo con la Agencia Europea de Medioambiente, estas son las principales medidas que se están poniendo en marcha para descarbonizar el sector agro:

  • Ganadería. Optimizar la dieta del ganado y mejorar los sistemas de gestión del estiércol, en particular, para generar biogás que pueda ser utilizado en las propias instalaciones.
  • Fertilizantes. Reducir la cantidad de nitrógeno aplicado a los suelos, apoyar la agricultura ecológica e introducir fertilizantes orgánicos.
  • Secuestro de carbono. Mantener o mejorar la biomasa en las tierras agrícolas, implementar el manejo de pastizales y utilizar cultivos de cobertura para mejorar las reservas de carbono del suelo.
  • Energía. Mejorar la eficiencia energética en las explotaciones y apostar por la producción propia mediante renovables y biocombustibles.
  • Sistema alimentario. Fomentar cambios en la dieta y reducir el desperdicio de alimentos, apostando por productos de cercanía y reduciendo las importaciones.
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“Está habiendo una gran expansión de la producción fotovoltaica en las propias fincas, energía que se usa directamente para hacer funcionar las bombas de riego o las granjas, y también en la racionalización del uso de fertilizantes”, añade Aguilera Fernández. “Pero creo que donde es más sencillo actuar es en las cubiertas vegetales, que protegen el suelo y le aportan gran cantidad de carbono y que, si se combinan con plantas fijadoras de nitrógeno, como las leguminosas, pueden reducir el uso de fertilizantes. Es una tecnología que está ampliamente probada y cuya implementación es sencilla”.

El mantenimiento de las cubiertas vegetales es, precisamente, uno de los pilares de la agricultura regenerativa, un enfoque agrícola que apuesta por minimizar la perturbación del suelo, mejorar su fertilidad mediante el uso de abonos verdes, reducir la superficie de suelo desunido y diversificar los sistemas de cultivo. Su objetivo es revertir la degradación de la tierra y aumentar la biodiversidad, al tiempo que se incrementa la producción y se aumenta la capacidad de resiliencia de los ecosistemas agrícolas frente al cambio climático.

Barreras y oportunidades en la descarbonización de la agricultura

A nivel local, el cambio climático se traduce en temperaturas extremas, sequías más duraderas, lluvias torrenciales e inundaciones o cambios en las estaciones y en los regímenes de precipitaciones. Esto hace que los sectores más dependientes de la meteorología y la tierra, como la agricultura, sean también los más vulnerables, tal como explican desde la Agencia Medioambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés). Así, la primera gran oportunidad en la descarbonización sector agrícola está en asegurar su propia sostenibilidad a largo plazo.

Además, algunas acciones para reducir emisiones se traducen también en beneficios ambientales y sociales, como la conservación de la biodiversidad y la salud de los ecosistemas, el refuerzo de la resiliencia del sistema agroalimentario o la mejora de las condiciones en el sector. Por último, pero no por ello menos importante, la descarbonización presenta multitud de oportunidades económicas, como la reducción de los costes energéticos o de fertilizantes, la producción de productos alternativos a partir de residuos o la captura de carbono, tal como señala el informe ‘Opportunities for agriculture and farmers to gain from decarbonization’, de S&P Global.

En todo este proceso, también hay hueco para el emprendimiento. Al calor de la descarbonización, las startups de tecnologías limpias (‘cleantech’) y de tecnologías agrícolas (‘agtech’) están despegando. De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, solo en América Latina existen 450 emprendimientos enfocados en la innovación tecnológica en la agricultura que cubren desde la automatización de tareas y la agricultura de precisión hasta la producción de biomateriales y productos alimentarios innovadores.

De acuerdo con el BID, solo en América Latina existen 450 emprendimientos enfocados en la innovación tecnológica en la agricultura

Sin embargo, la descarbonización del sector agro también enfrenta sus propias barreras. Según McKinsey, estas están relacionadas, principalmente, con la falta de apoyo económico para reducir el riesgo en la innovación, la falta de colaboración entre los diferentes actores del sector y la inversión en investigación para mejorar las soluciones y reducir costes. “Las mayores barreras a las que se enfrenta el sector son la económica y la falta de conocimiento”, añade Eduardo Aguilera Fernández.

“Muchas veces, los agricultores desconocen los efectos a largo plazo de sus prácticas y apuestan por no cambiar con vistas a los rendimientos a corto plazo. Además, apostar por nuevas técnicas siempre supone, en un primer momento, obtener menos beneficios o gastar más”, concluye el experto. “Creo que debería haber incentivos para poder aplicar las prácticas que sabemos que mejoran la sostenibilidad del sistema y contribuyen a la descarbonización sin que esto suponga un peor desempeño económico para los agricultores”.