Innovación digital: cuando las ideas con valor transforman
La transformación digital es uno de los motores más potentes para salir de la crisis provocada por la pandemia. Innovar en un entorno digital significa saber ver antes que nadie un producto, servicio, proceso o tecnología para dar respuesta a una nueva necesidad. Y todo en una realidad acelerada.
Podríamos dedicar 1.000 palabras a explicar qué es innovación digital. O simplemente decir Uber, Airbnb, Netflix, y evocar tres imágenes de éxito. “No me gusta hablar de innovación digital, creo que se ha abusado del término, sino de transformación de empresas y organizaciones en un entorno digital”, matiza Alberto Díaz, co-fundador de la escuela de negocios digital ISDI y socio fundador y CEO de Migration, consultora que, precisamente, ayuda a las empresas a transformarse para la era digital. En su opinión, la consecuencia directa e inmediata de la innovación en este nuevo ecosistema es la transformación digital.
“Discrepo sobre el apellido ‘digital’. Hace seis años, aún podíamos distinguir lo analógico de lo digital; aún había gente dejando octavillas con publicidad en los parabrisas de los coches... Pero ¿ahora?... A veces, utilizamos adjetivos cuando no nos manejamos bien con el sustantivo”, tercia Nacho Villoch, del equipo de Open Innovation de BBVA. En pleno siglo XXI, este experto prefiere referirse a innovación a secas, entendida como una idea nueva y que aporta valor, da igual que sea un producto o servicio, un proceso o una tecnología". Villoch defiende no confundir valor con precio. “La innovación social crea un enorme valor, pero no se monetiza. Si alguien encuentra una solución para quitar los plásticos del mar, su valor será enorme, aunque no sea rentable ni escalable”, apunta.
Si la idea es solo nueva pero no aporta valor “se trata de una ‘frikada’ sin sentido, o de algo que ha llegado demasiado pronto al mercado”, prosigue el experto, que recurre a los ejemplos del Segway o las Google Glasses, grandes promesas innovadoras y disruptivas que no han llegado a aportar valor. En el otro eje de coordenadas estarían aquellas ideas que no son nuevas pero sí aportan valor. "Supondrán una adaptación o una optimización de lo ya existente, cosa que está muy bien pero que no podría denominarse innovación", razona.
Dar respuesta a nuevas necesidades
Cortilia es una empresa emergente italiana que todas las semanas sirve una cesta de vegetales frescos a sus clientes. “Tú me dirás lo que tiene eso de digital”, enfatiza Díaz. La cuestión es que da respuesta a una necesidad, “que no sé si es nueva o estaba y no se había manifestado hasta ahora”, duda el experto. Para lograrlo, utiliza el ecosistema digital. “Cortilia es el primer comercio electrónico donde puede comprar en línea productos de temporada y de cadena corta de nuestros agricultores de confianza”, anuncia la compañía. “¿Qué es una empresa digital? Aquella que entiende la dinámica y se prepara para el nuevo escenario”, se pregunta, y se contesta, Díaz.
La Unión Europea ha decidido que la transformación digital sea, junto con la ecológica, el motor que ha de sacar al continente de la crisis provocada por el COVID-19. El estudio 'Shaping the digital transformation in Europe' (‘Dando forma a la transformación digital en Europa’), de finales de 2020, reconoce que Europa va a la zaga respecto a EE. UU. y China, “que invierten muy fuerte en su futuro digital”. Ambas economías parecen tener ventaja en la inversión: "Europa solo atrajo el 13 % del capital de riesgo global y la financiación corporativa en 2019; China ahora está atrayendo casi la mitad de la inversión de capital de riesgo global en nuevas empresas de inteligencia artificial, por delante de Estados Unidos”, explica el informe.
Entre las medidas adoptadas por la UE se encuentra el futuro 'Digital Europe Programme' y una serie de Digital Innovation Hubs repartidos por todo el territorio comunitario con el objetivo de ayudar a las empresas a mejorar sus procesos, productos y servicios mediante el uso de tecnologías digitales. “Solo una de cada cinco empresas de la UE está altamente digitalizada; alrededor del 60 % de las grandes industrias y más del 90 % de las pymes se quedan atrás en innovación digital”, desvelan los datos que maneja la Comisión Europea.
Ecosistemas tecnológicos pequeños
En América Latina, y a pesar del impacto económico de la pandemia, la apuesta por los centros tecnológicos es una realidad en países como Argentina, Brasil y Colombia, y como reconoce el Foro Económico Mundial, “apoyar los ecosistemas tecnológicos más pequeños y emergentes será vital no solo para la recuperación de la región, sino también para proteger el extraordinario crecimiento que se ha logrado hasta ahora”. En 2019, tres países –Brasil, Colombia y México– encabezaron la inversión en innovación en esta área con casi 5.000 millones de dólares destinados a empresas emergentes o ‘startups’. El pasado mes de octubre, el Informe de Transformación Digital de América Latina 2020 confirmó que “la penetración tecnológica está en su punto más alto. El panorama digital está creciendo exponencialmente y hay grandes oportunidades para el crecimiento en comparación con las economías desarrolladas”.
¿Podría haber una brecha entre las empresas grandes, con mayores recursos para abordar la transformación digital, y las pequeñas? “Podría, pero soy optimista”, responde Díaz, que piensa que existe “el falso prejuicio de que las tecnologías solo están al alcance de las grandes cuando, en realidad, acceder a ellas es fácil. Lo importante es cambiar los procesos, la cultura organizativa y la capacidad de las personas", desgrana. “Las pymes son más ágiles; cuando la toma de decisión es local o próxima, fluye más rápido”, asegura.
El experto del ISDI rebate el argumento de que las pequeñas empresas son arcaicas, antiguas, incapaces de una transformación digital. “Pongamos como ejemplo un fontanero que el fin de semana ve una serie en Netflix, mantiene varias conversaciones por WhatsApp, usa Tinder para ligar, compra en Amazon... Y resulta que llega el lunes y se convierte en analógico”, ironiza. Díaz no se lo cree: alguien que es digital en casa puede serlo, también, en su profesión. “Lo que sí defiendo es que hay que ayudar a las pymes”, apostilla.
Sobre todo porque el cambio ha metido una quinta marcha. “El COVID-19 no está trayendo cosas nuevas, sino que está actuando de acelerador de temas sobre los que llevábamos 10 años dando vueltas”, observa Díaz. "El cambio no es noticia; yo he tenido muchos cambios desde que comencé mi carrera profesional; es la velocidad del cambio lo inédito, y lo que marca la pauta, de la era digital", diferencia.