Inclusión financiera para apoyar a las personas afectadas por la crisis del coronavirus
La crisis del coronavirus está acentuando las brechas económicas, sociales y educativas en todo el mundo, según la ONU. La pandemia ha destapado una realidad, marcada por las desigualdades, que afecta directamente a la situación económica de millones de personas, especialmente las que cuentan con menos recursos. Los expertos del Center for Financial Inclusion de Accion (CFI), indican que urgen medidas de inclusión financiera para paliar sus efectos.
La economía se tambalea en todo el mundo debido a la crisis provocada por el COVID-19. Sin embargo, hay regiones, como América Latina y el Caribe, donde las desigualdades sociales, económicas y sanitarias, están aumentando de forma exponencial por este virus. La recuperación económica será efectiva si se controlan los contagios. Así lo explicó Juan Ruiz, economista jefe de BBVA Research para América del Sur, durante un encuentro organizado por CAF- Banco de desarrollo de América Latina donde quiso hacer hincapié en la importancia de dejar atrás la disyuntiva entre salud y economía. “Es una falsa disyuntiva. Cuanto más se controle la curva de contagios, más fuerte será la recuperación posterior”.
Al inicio del 2020, BBVA Research estimaba un crecimiento para América Latina del 1,4%, que se iría consolidando en los próximos dos años, tras los malos datos registrados en 2019. Solo unos meses más tarde, el escenario ha cambiado completamente. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de la ONU, se prevé que la economía de la zona se verá impactada en distintos frentes: las exportaciones, el turismo, los suministros, el precio de los productos y la inversión. Todo ello repercutirá en un aumento de hasta el 10% del desempleo.
La ONU advierte de que la pobreza en la región podría alcanzar a 220 millones de personas, sobre un total de 620 millones de habitantes. El número de personas que viven en la pobreza extrema ascendería de 67,4 a 90 millones. “Esta crisis de salud se traduce en una crisis de las finanzas de los hogares, en especial para los más vulnerables”, explica María José Roa, miembro del Comité de Investigación INFE/OCDE y una de las ganadoras de las BBVA EduFin Grants 2019.
Las brechas sociales y económicas que ya existían en todos los países se han visibilizado aún más. “Cuanto más desigual sea un país, más llevarán los grupos vulnerables el peso del impacto económico de la pandemia y menos recursos tendrán para combatirla. Atención especial merecen las mujeres por su doble rol de trabajadoras y cuidadoras”, explicaba la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Alicia Bárcena, durante una teleconferencia del Diálogo Interamericano sobre el Coronavirus y sus consecuencias para las economías de América Latina y el Caribe.
Confinamiento desigual
La mayoría de los países se han blindado ante el coronavirus con diversas medidas, desde confinamientos obligatorios hasta toques de queda o cierre de negocios, fábricas y colegios. Sin embargo, al margen de las diferentes políticas de contención, la realidad es que, en los barrios marginales de todo el mundo, donde los ciudadanos viven en condiciones de hacinamiento, es más difícil que estas medidas den resultado.
Las diferencias socioeconómicas afectan sobre todo a la salud de las personas con menos recursos, con un acceso limitado a medicinas y servicios sanitarios, a la educación de sus hijos, muchos de ellos privados de ir a clase y sin ordenador o conexión a internet para seguir las sesiones a distancia, y a las finanzas familiares, especialmente por el impacto del desempleo. Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 4 de cada 5 trabajadores a nivel mundial ya está sufriendo las consecuencias de los confinamientos totales o parciales que muchos gobiernos se han visto forzados a imponer.
Los datos de la OIT son preocupantes. “Las restricciones y medidas preventivas afectan actualmente a 2, 7 billones de trabajadores, que representan el 81% de la fuerza de trabajo mundial”. El informe de la organización recuerda que 2.000 millones de personas en el mundo trabajan en la economía informal. Una economía, marcada por la precarización y la falta de acceso a los servicios financieros formales, que se concentra especialmente en los países emergentes y en desarrollo. “La informalidad dificulta el confinamiento, y su vez, la prolongación de estas medidas sanitarias puede hacer que, debido a la destrucción de empleo, esta informalidad crezca”, explica Juan Ruiz.
Prueba de estrés
Ante esta situación, conviene actuar cuanto antes con medidas que impulsen la economía personal y el acceso a los servicios bancarios de las personas más desfavorecidas. “Será una prueba de estrés importante para la inclusión financiera”, asegura el Center for Financial Inclusion (CFI) de Accion, entidad perteneciente al Consejo Asesor del Centro para la Educación y Capacidades Financieras de BBVA, desde su blog. Según esta entidad, los agentes responsables deben, “hacer llegar el dinero rápidamente a las personas”. Esto se traduce, entre otras medidas, en que las entidades financieras, “promuevan las transferencias y pagos digitales para disminuir la necesidad de dinero físico”. Y, además, “mantengan la liquidez en todas sus redes” para aquellas personas que se vean obligadas a hacer sus pagos en efectivo.
En esta línea, Juan Ruiz propone una acción conjunta a todos los niveles. “Hay que tener políticas de impulso monetario y fiscal para prevenir esa caída adicional de demanda, pero no se puede revertir todos los efectos sobre la producción sólo con políticas de demanda. Ahí es donde es importante que entren las políticas de apoyo a familias y empresas, por el lado de liquidez e incluso de solvencia en algunos casos”.
En cuanto a las medidas a seguir para mantener las finanzas de los más vulnerables, el CFI afirma que es importante “minimizar las demandas de efectivo de los hogares de bajos ingresos, mediante el retraso y/o reducción de sus pagos. Esto asegurará que el dinero que estos hogares tengan disponible, pueda enfocarse en equilibrar el consumo y hacer frente a los costes de atención médica en el corto plazo y no en pagar la deuda”.
La inclusión financiera es una herramienta que ayuda a minimizar el efecto de las crisis en la economía de las personas. “Las transferencias de efectivo, el crédito, los seguros y los ahorros tienen un alto grado de eficacia para ayudar a los hogares a recuperar su bienestar”, asegura el CFI. Facilitar la bancarización de las personas repercute en su bienestar y, por lo tanto, en una mejor recuperación económica. Sin embargo, esto solo será posible si se actúa con rapidez. “No debemos retrasarnos: el momento de actuar es ahora”.
BBVA cree firmemente que los bancos son una poderosa herramienta para garantizar la protección de los más vulnerables, reducir su carga financiera y proveer financiación suficiente para la recuperación económica posterior. Por ello, ha lanzado una serie de iniciativas de ayuda en los distintos países en los que opera, que están sirviendo para proteger a sus empleados y apoyar a sus clientes y a la sociedad en conjunto.
BBVA está apoyando a clientes, tanto particulares como empresas: aliviando la carga financiera de particulares (aplazamiento pago capital en hipotecas y préstamos consumo; aplazamiento del pago alquiler vivienda social); activando líneas de financiación a disposición de autónomos, pymes y empresas, y apoyando a los colectivos más vulnerables: jubilados y personas en situación de desempleo.