Hoja de ruta para que empresas y pymes mejoren la gestión de sus residuos
¿Qué residuos generamos y de dónde salen? Es la primera pregunta que debe hacerse una empresa, al margen de su tamaño, si quiere mejorar el entorno medioambiental y social. Reducir, reutilizar y reciclar esos desechos impacta, también, en la reputación y en la concienciación de los empleados.
En los años setenta del siglo pasado, una gran montaña de basura comenzó a crecer en el barrio de Moravia, al norte de Medellín (Colombia). El gobierno de la ciudad había decidido ubicar allí un gran vertedero a cielo abierto que llegó a alcanzar los 40 metros de altura.
Con el paso de los años, esta basura se convirtió en la fuente de ingresos de miles de personas. Familias desplazadas por los conflictos armados que se vivían en diferentes regiones del país acudían a Moravia buscando una oportunidad en el reciclaje y la reutilización de residuos.
En 2008, el vertedero de Moravia fue enterrado bajo un gran parque en el que la naturaleza es la protagonista. Sin embargo, el pasado del barrio sigue muy presente: de vez en cuando la basura surge de debajo de las plantas y algunas viviendas todavía se levantan con materiales recogidos del vertedero.
Gran parte de los materiales que se acumulaban en Moravia venían de la actividad de las empresas, en un momento en el que Medellín crecía como ciudad industrial. Su historia, al igual que tantas otras, recuerda la importancia de gestionar correctamente los residuos para evitar su impacto en el medioambiente y en la sociedad.
Estrategia empresarial
Cada vez son más las compañías que tienen en cuenta la gestión de sus residuos en su estrategia empresarial. Entre los motivos están el respeto por el medioambiente, la mejora de la competitividad y la voluntad de ofrecer una buena imagen en un mundo cada vez más preocupado por la sostenibilidad.
“Para las empresas, contar con una correcta gestión de residuos es fundamental”, explica Juanma Llamas, director de Proyectos de Sostenibilidad y Medioambiente en Green Globe, una firma especializada en consultoría ambiental y desarrollo de soluciones sostenibles. “Más allá de las exigencias legales, que son muchas, las compañías buscan reducir sus residuos para contribuir a la sostenibilidad a nivel mundial”.
De acuerdo con Llamas, para introducir una correcta política de gestión de los residuos en las empresas es recomendable pasar por tres fases: estudio de la situación, evaluación y acción.
- Fase de estudio: El primer paso para que las empresas instauren buenas prácticas es analizar qué residuos están generando. Es importante distinguir si se trata de residuos peligrosos o no, para respetar las normativas vigentes en cada país y manejarlos correctamente.
- Fase de evaluación: Una vez se sabe qué desechos se generan, es el momento de analizar en qué momento de la producción se crean y por qué. “Si no sabemos cuántos residuos generamos y de dónde salen, no podemos aplicar una política de reducción correcta”, explica este experto.
- Fase de acción: En este punto pueden ponerse en práctica diferentes acciones para minimizar la generación de basura y gestionar los residuos. “Como por ejemplo, el control de ‘stock’, la mejora de procedimientos de manipulación o la implementación de técnicas para sustituir sustancias peligrosas por otras más inocuas”, explica Llamas.
Tres R: reducir, reutilizar, reciclar
Al igual que sucede en cualquier otro ámbito, la opción más sostenible en lo referente a la gestión de residuos es no generarlos. De ahí la primera R de las muchas que dan forma a los principios de la sostenibilidad ambiental: la de reducir. “Muchas veces, las empresas enfocan sus buenas prácticas en acciones que se realizan cuando ya existe el residuo. Esto es un error. Las políticas deben empezar por los cimientos, es decir, por la reducción”, explica Llamas.
Además de reducir el uso de recursos, las empresas pueden llevar a cabo acciones para recuperar materias primas y materiales que puedan ser reintroducidos en el proceso productivo. Esto nos lleva a la segunda R, la de reutilizar. “Hay muchos residuos que son evitables, no solo porque la materia puede dejar de usarse, sino también porque puede tener una segunda vida”, señala Llamas. “Lo importante es que las empresas comiencen a plantear su actividad desde el punto de vista de la economía circular”.
La tercera R es la del reciclaje. Para comprender su importancia, es interesante tener en cuenta que un residuo es todo aquel material que no resulta útil en el contexto en el que se produce. Sin embargo, y como sucedía en Moravia, puede llegar a tener valor en otro momento o lugar. Para favorecer esta segunda vida, las empresas deben priorizar el uso de materiales reciclables y asegurarse de desecharlos correctamente para que sean gestionados por las entidades (públicas o privadas) adecuadas.
Hoy en día, existen multitud de iniciativas que dan una segunda oportunidad a todo aquello que las empresas no necesitan. Un buen ejemplo es Basurama, una organización que nació en la Escuela de Arquitectura de Madrid y convierte la basura en obras de arte. En Colombia, la entidad Manos Verdes se encarga de garantizar que el aceite de cocina usado se transforme en biocombustible y así cerrar su ciclo de vida.
Concienciación, consejos y buenas prácticas
Una de las acciones más decisivas para gestionar correctamente los residuos en las empresas es contar con la implicación de todos los empleados. “La concienciación es clave, porque es el motor que nos motiva a promover buenas acciones. Sin concienciación, las acciones se hacen a la fuerza y salen peor”, señala Luna Fontecha Ricote, cofundadora y directora ejecutiva de la consultoría medioambiental Verde Agua.
Conseguir esta implicación pasa, en primer lugar, por informar. Es fundamental que se entienda el impacto de gestionar correctamente los residuos y las consecuencias de no hacerlo. Desde Verde Agua dan una serie de recomendaciones para visibilizar el problema y promover la acción:
- Crear espacios adecuados y suficientes para fomentar la reutilización y el reciclaje en la empresa. Estos pueden contar con cartelería y material informativo.
- Organizar talleres formativos para que los trabajadores conozcan los procesos de reciclaje y biodegradación de los residuos y entiendan, por lo tanto, la necesidad de su correcta gestión.
- Celebrar actividades de concienciación en entornos cercanos. Por ejemplo, recogidas de residuos en bosques o playas.
“Otra buena idea para aumentar la concienciación de los empleados es fomentar la reducción de los plásticos de un solo uso”, indica Fontecha. “Una vía fácil de ataque es la promoción de una alimentación saludable, en la que se apuesta por productos de proximidad que no vienen envueltos en plásticos. Esto ayuda a generar menos residuos y a cambiar de hábitos”.
De acuerdo con la cofundadora de Verde Agua, fomentar valores de respeto por el medioambiente tiene un doble resultado positivo: por un lado, ayuda a conseguir un entorno más sostenible y, además, favorece que los trabajadores se impliquen más con la empresa.
“Una estrategia de responsabilidad social corporativa no solo da una imagen al público, influye también en los valores que se quedan en el equipo. Cuando la compañía es transparente y transmite valores de sostenibilidad, los trabajadores se involucran más”, concluye Fontecha.
Beneficios que marcan la diferencia
En la mayoría de los estados desarrollados, gestionar correctamente los residuos no es una opción, sino una obligación impuesta por ley. Sin embargo, las empresas no deben olvidar que el cuidado del medioambiente ofrece numerosas ventajas. Si la gestión es buena, favorece también a nivel económico, social y de imagen corporativa.
De acuerdo con el estudio ‘La gestión de residuos en la empresa: motivaciones para su implantación y mejoras asociadas’, las compañías pueden aprovechar sus buenas prácticas para mejorar su relación con la administración y el resto de los agentes del mercado. Así, la gestión de residuos puede utilizarse también como herramienta de marketing con la que definir su imagen empresarial y fomentar el cambio que el mundo necesita.
“La imagen es muy importante, porque las empresas tienen la capacidad de cambiar la sociedad”, señala Llanas. “Si implantan buenas políticas y se involucran realmente, los trabajadores transmiten el mensaje y se convierten en altavoces de prácticas más responsables. Todo lo que implique mejorar la sostenibilidad de las empresas tiene una repercusión muy positiva para la sociedad y para el planeta”.