Guía definitiva sobre las fibras de la ropa
Las telas sintéticas mandan aunque las orgánicas y las recicladas van ganando cuota de mercado. El poliéster reutilizado es más sostenible que la lana o el algodón, y este último tiene una alternativa, aún incipiente, en la ortiga. La sostenibilidad de una prenda comienza por los hilos con los que está tejida. ¿Conoces todas las fibras de la ropa?
“El poliéster sigue siendo la fibra más utilizada en la industria textil; la bandera de las marcas de moda rápida”, asegura por videollamada la doctora Ángela Ramos, profesora de Diseño de Modas y líder del Semillero Moda Comunicación y Sostenibilidad de la Institución Universitaria Politécnico Grancolombiano, en Bogotá. La más popular de las fibras sintéticas –fabricada con derivados del petróleo–, lleva dominando el mercado desde mediados de los noventa, cuando desbancaron al algodón, según el informe ‘Materials Market Report’ de la asociación sin ánimo de lucro Textile Exchange. En 2022, el poliéster representó el 65% de las 116 millones de toneladas que se produjeron en el mundo y copó un 54% del conjunto de textiles artificiales, seguido a gran distancia por la poliamida (con un 5%), según añade la investigación.
Las fibras sintéticas se obtienen sometiendo a los polímeros derivados del petróleo a un proceso de fundición y extrusión para darles forma; a continuación pasan por el estiramiento, y por la texturización, para lograr una apariencia más natural. Su fabricación es barata, aunque muy intensiva en energía, y el resultado final no es biodegradable, apunta Ramos. “Cada vez que lavamos una prenda sintética se liberan 700.000 microfibras de plástico, que acaban en ríos, océanos y en nuestra cadena alimentaria”, alerta desde la organización sin ánimo de lucro Sustain Your Style.
La segunda fibra más utilizada (un 22% de la producción global en 2022) es la de algodón convencional. Es natural, derivada de una planta, pero, como recuerda Sustain Your Style, no se puede considerar sostenible porque necesita mucha agua para crecer. “En India se necesitan hasta 20.000 litros para producir un kilo de algodón, mientras que 100 millones de personas no tienen acceso al agua potable en aquel país”, revela. Según sus datos, el 99,3 % del algodón que se cultiva en el mundo utiliza productos químicos –concentra el 10% del uso global de pesticidas y el 16 % de insecticidas–, y el 90 % de los cultivadores se encuentran en países en vías de desarrollo, donde “las normas laborales, sanitarias y de seguridad son inexistentes o no se aplican la mayoría de las veces”, explica.
Si por separado el algodón convencional y el poliéster son problemáticos, cuando se mezclan en una prenda es aún peor. “La mezcla de tejidos, por ejemplo, el típico ‘legging’ –90 % algodón y 10 % poliéster–, complica su reciclaje”, señala Ramos, que pide a las marcas hacerse una pregunta fundamental ya desde el diseño de sus colecciones: “¿Quieres que tu ropa termine en el mar, contaminando, o preferirías que pudiera ser reciclada y que tuviera una segunda vida?”.
Esta reflexión está fomentando la apuesta por las fibras recicladas, un sector al alza aunque aún minoritario, tal y como reconoce el informe ‘Materials Market Report’, y que ha disminuido en cuota de mercado: del 8,5 % en 2021 al 7,9 % en 2022. Ese año, y según cálculos de los autores, el 7,3 % del total de todas las fibras producidas fueron poliéster reciclado hecho de botellas de plástico; menos del 1% del mercado mundial de fibra fue a partir de textiles reciclados.
El uso del algodón orgánico, por su parte, resuelve la mayoría de problemas medioambientales que plantea el convencional: no es transgénico; no usa pesticidas, insecticidas o fertilizantes; se basa en técnicas de cultivo tradicional que no dañan el suelo. “La certificación es la única prueba de que un producto es verdaderamente ecológico”, avisan desde Sustain your Style, nombrando sellos como GOTS, USDA-NOP, Organic Content Standards o IVN iNaturland.
Cómo leer las etiquetas de la ropa para elegir las fibras más sostenibles
“Un sello de moda sostenible es la manera más sencilla que tiene un consumidor para saber de un vistazo que la prenda que ha escogido está elaborada con fibras respetuosas con el medioambiente”, comenta la profesora Ramos. Si no hay sello, y para no caer en errores frecuentes como pensar que el algodón convencional es más beneficioso que la fibra sintética reciclada, puede resultar útil el eco-análisis de fibras elaborado por Sustain Your Style a partir de distintos estudios sobre el impacto medioambiental de cada una de ellas, teniendo en cuenta sólo su producción, no el tinte ni su acabado.
Las fibras que evita esta organización con sede en Berlín tienen uno o varios de los siguientes impactos ambientales: gran consumo de agua y energía, maltrato animal, uso de transgénicos, no utiliza recursos renovables, no es biodegradable, colabora en la destrucción forestal y contiene químicos dañinos. Son estas:
Fibras naturales y animales:
- Algodón: derivado de una planta que necesita grandes cantidades de agua para crecer.
- Lana: la cría extensiva de ovejas que se practica para satisfacer la demanda mundial ha provocado un sobre pastoreo “con consecuencias desastrosas para el medioambiente”.
- Plumón: se extrae directamente de aves vivas.
- Cachemira: procede de los pelos de la cabra de cachemira, que, en lugar de cortar la hierba, la desarraiga, con lo cual no vuelve a crecer. Su superpoblación se considera la principal causa de la desertización en Mongolia, que, junto con China, concentra más del 80% de la producción mundial.
- Cuero: sin entrar en la controversia de que se trata de piel animal, en su proceso de curtido se utilizan productos químicos tóxicos, cromo sobre todo.
Fibras sintéticas y semi-sintéticas:
- Poliéster
- Rayón viscosa y modal: se fabrican a partir de celulosa, hacen un uso intensivo de química, energía y agua, y provocan deforestación masiva.
- Bambú: el proceso para convertirlo en fibra utiliza fuertes disolventes químicos, potencialmente dañinos.
- Cuero vegano: suele estar hecho de PVC o poliuretano, que son fibras sintéticas con un impacto medioambiental similar al del poliéster.
Las fibras que más gustan a Sustain Your Style han de cumplir al menos la mitad de los siguientes requisitos: bajo consumo de agua y energía para su fabricación, recicladas, de recursos renovables, sin química, que sean biodegradables, no procedan de transgénicos ni contribuyan a la erosión del suelo ni a la crueldad con los animales. Son estas:
- Fibras vegetales: algodón orgánico, lino, cáñamo, ramio y goma natural. Tienen un bajo impacto ambiental.
- De origen animal: alpaca, seda y lana ecológica, cuero y cachemira responsables. Están producidas de forma sostenible.
- Recicladas: poliéster, nylon, algodón, lana y textil reciclados. Están fabricadas a partir de residuos.
- Semi-sintéticas: lyocell/rencel, fibra de naranja, fibra de piña, viscosa sostenible, cupro. Tienen un bajo impacto ambiental.
Ejemplos de fibras textiles hechas con el frutero
“Hemos de aprovechar la basura mucho más de lo que lo estamos haciendo”, reivindica por teléfono Lorena Delgado, profesora de biomateriales en IE University y coordinadora de su Fab Lab. En ‘La revolución material’, artículo dentro de los STEAM Essentials de la Escuela de Arquitectura, Ingeniería y Diseño de la Universidad Europea, pide exprimir al máximo las fuentes materiales desechables y de origen biológico sostenible. “Hemos considerado que lo bueno es comprar muchas prendas lo más baratas posible, y eso hay que cambiarlo”, argumenta.
La firma Pyratex, con sede en Madrid, es un ejemplo de cambio de mentalidad. Una década le ha bastado para darle un repaso al frutero y patentar tejidos a base de fibra de plátano o de cítricos. Destaca en su web que sus tejidos, además de calidad, no emplean sustancias tóxicas en su procesado, y tienen propiedades cosméticas, antibacterianas y antioxidantes, que cuidan la piel.
Hay fabricantes experimentando con hojas de piña (Piñatex, de Ananas Anam, es un sustituto del cuero), uva (Vegea, cuero vegano), café (S. Café, excelente tejido para ropa deportiva por su secado rápido, control del olor y protección frente a los rayos UV), manzanas y mangos (con los restos de estas frutas, Allégorie hace bolsos y carteras). “Hay un interés creciente entre los fabricantes por las fibras especiales de origen vegetal y agrícola, y por residuos como la cascarilla del arroz, las hojas de piña, plátano, los troncos y corteza de los árboles o la caña de azúcar”, detecta ‘Materials Market Report’. Añade que si estas plantas se disuelven en una pulpa, se consideran productos artificiales derivados de la celulosa, mientras que si se recurre a la polimerización para procesarlos, se catalogan como biosintéticos.
La ortiga, ¿mejor que el algodón?
Piratex ha desarrollado fibras de algas, madera sostenible, de la flor del kapok.... y de ortiga. En su artículo ‘Nettle Fiber: The eco-friendly resurgence in sustainable fashion’, el doctor Rachna Mohan, profesor en la Universidad de Delhi (India), aborda el resurgimiento de una fibra que ya se conocía en la Edad de Bronce (según vestigios encontrados en Voldtofte, Dinamarca). Es resistente, tiene propiedades similares a las del lino o el cáñamo, y una suavidad y ligereza parecidas al algodón, siendo más sostenible que este, ya que no necesita agua ni pesticidas, se adapta a todos los climas y apoya la biodiversidad local. “Investigaciones recientes indican que las fibras de ortiga, debido a su cualidades textiles sobresalientes, pueden servir como sustitutos de las fibras de algodón en una amplia variedad de aplicaciones”, concluye. Y, por descontado, no pican.