Gastronomía sostenible: Repique de campanas para mejorar la cosecha de vino
El tentenublo sonaba ya desde el siglo XVI para ahuyentar las tormentas de verano de las cosechas. Un sonido que repicaba en campanarios de todo el valle del Ebro y zonas de Cantabria y Castilla, desde la Cruz de mayo a la de septiembre coincidiendo con el ciclo de la viña. El eco de esas campanas resuena ahora dentro de las botellas de una pequeña bodega que rescata sabores del pasado y tradición cosechera.
Roberto Oliván tiene alma de cosechero y rezuma talento para mecer los viñedos. Recuperó la vieja bodega familiar en Lanciego (Álava) y desde allí dio comienzo su viaje hacia la tradición bien entendida. “La idea surge en 2011 por un momento muy similar al que estamos viviendo. Mi familia tenía viñedos con los que elaborábamos vino para casa y vendíamos uva a grandes compañías de la zona. Por una crisis de precios en el mercado, me pagaron muy mal la uva ese año”, recuerda Roberto. Y ese mismo día decidió echarse el mundo por montera y empezar a embotellar sus propias historias.
Valiente o inconsciente, se propuso terminar de cerrar el círculo de la uva (“produces las uvas, trabajas el viñedo, embotellas y lo elaboras”) en una de las regiones con más bodegas por metro cuadrado y cuando, calcula él mismo, se pierden unas 20 bodegas pequeñas al año en la zona. “La idea es que todos los vinos tienen que contar una historia. La mía es la de volver a ese concepto abandonado de ser cosechero-elaborador”, afirma. Un concepto que toma forma bajo el nombre de Tentenublo Wines, con 10 hectáreas de parcelas de viña en Viñaspre, una pedanía alrededor de su pueblo.
No compran nada de uva a terceros, practican un laboreo esforzado en su colección y una mínima intervención en la bodega, sin levaduras comerciales. “Aunque llevamos 10 años trabajando en orgánico, estamos certificados en ecológico desde 2020”, explica. Su producción va dirigida sobre todo a la hotelería, aunque han encontrado en la exportación su bote salvavidas desde que dio comienzo la pandemia.
Viñas de Tentenublo - Tentenublo
Y en esta nueva crisis llama a su puerta Josep Pitu Roca, sumiller de El Celler de Can Roca, quien ya recurrió a sus vinos durante el paso de la Gira BBVA por Bilbao en 2018. Esta vez el de Girona ha elegido uno de los vinos de Tentenublo para el proyecto ‘Gastronomía Sostenible’, la iniciativa de los Roca puesta en marcha con BBVA para dar a conocer a pequeños productores de todo el país en un formato de cestas mensuales con productos de temporada.
“Roberto es un valor en alza”, explica Josep. “Experto en viticultura, protege, diversifica y ejemplifica la singularidad de cada parcela de viñedo. Trabajando en acústico, aprovecha cada recoveco de viña imaginando la fruta preciosa de los vinos de antaño y visualizando a partir de su gesto, un futuro respetuoso con la naturaleza; con un suelo vivo, regenerado”, añade.
Custero 2018 de Tentenublo - Tentenublo
El maestro de los vinos ha escogido el Custero 2018, un vino ecológico elaborado al estilo de Rioja clásico. “Quería hacer un vino que reflejase cómo eran los vinos tradicionales de cosecheros de Viñaspre. Elaborarlo como se hacía antes: fermentaciones de uva entera, hasta nueve variedades de uva…un vino de beber de diario, de refrescar. No es un vino para catar, es un vino para beber”, sentencia Roberto.
Un vino elegido para acompañar la propuesta culinaria de Joan Roca para el mes de abril protagonizada por la alcachofa. “Veo un gran maridaje. La alcachofa es muy riojana y de temporada de este mes”, afirma el bodeguero. Un buen tributo a la Rioja alavesa en forma de vino que, bajo el sonido de las campanas, representa la riqueza riojana escondida y recuperada.
Los vinos de Tentenublo se pueden adquirir en su página web.