Gastronomía sostenible: El Valle del Jerte donde reinan las cerezas
Cada mes de marzo, la floración de los cerezos del Jerte marca el ritmo del valle. Este momento se ha convertido en reclamo turístico para ver los montes coloreados de tonos blancos, preludio del inicio de la temporada de cerezas, la fruta que reina en toda la región. Un producto con Denominación de Origen reconocido en todo el mundo, marcado en sus inicios por las primeras cooperativas que surgieron en los años 30.
“La Agrupación de Cooperativas es una cooperativa de cooperativas. Las primeras que la componen surgieron a través de los primeros movimientos cooperativos en la España de 1930. Fue a partir de 1980 cuando se le dio un nuevo impulso fundando la Agrupación de Cooperativas”, explica Miguel Ángel Durán, director comercial y de marketing de la Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte. Una unión que buscaba fortalecer las estructuras comerciales y productivas del valle y que parece que lo ha conseguido.
El trabajo en los campos del Valle del Jerte sigue siendo tradicional y familiar. Los agricultores han tenido tantas fincas como su núcleo familiar le permitía. “En estos valles no se miden las fincas por hectáreas sino por número de árboles. Se trabaja ganándole la batalla a la pendiente de la montaña a través de bancales horadados poco a poco por la mano de los agricultores”, comenta Durán. Precisamente es esa agricultura familiar y atomizada la que provoca la necesidad de unión para buscar ser más competitivos frente a los mercados internacionales.
Con un producto reconocido dentro y fuera de España, la agrupación se ha enfrentado a la pandemia del coronavirus como uno de los retos más difíciles en todos sus años de historia. “Los agricultores han seguido trabajando asumiendo así un mayor riesgo, pero entendiendo y valorando lo importante que es para la sociedad la producción de alimentos sanos”, relata. Salud y sostenibilidad se incorporan de una manera natural en todos sus procesos, “ya que el agricultor necesita respetar y cuidar el entorno que le da su sustento”. Los campos se trabajan con una agricultura de secano, sin fertirrigación, con un bajo índice de tratamientos fitosanitarios gracias a la orografía del terreno no permite las grandes intervenciones. “Se siguen recomendando plantar variedades autóctonas como la Ambrunés y se han desarrollado varios proyectos I+d+i para la reducción de agua”, afirma Durán.
Cerezas y picotas como superalimento
“Las cerezas del Valle del Jerte presentan unos elevados índices de triptófano, serotonina y melatonina, según ha concluido la Universidad de Extremadura”, asevera. Elementos que las convierten en un eficaz potenciador del sistema inmune y les confieren propiedades para regular el estado de ánimo o el ciclo del sueño. “Las cerezas del Jerte te ayudan a estar de buen humor, por el día, y a dormir mejor, por la noche”.
Cerezas - Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte
Su rico contenido en flavoniodes, así como en vitaminas A y C, convierten las cerezas y picotas del Jerte en un buen antioxidadante, que ayuda a combatir el envejecimiento celular. Además, tiene efectos remineralizantes y tonificantes para el organismo gracias a que contienen oligoelementos y minerales como hierro, calcio, fósforo, azufre, potasio, zinc, cobre, magnesio o cobalto.
Diuréticas, hidratantes para piel y cabello, con efectos antiinflamatorios o depurativos… “las cerezas y picotas del Jerte, por su bajo contenido en grasas, su efecto antioxidante, su poder antiinflamatorio y su acción de mejora sobre los niveles de colesterol, también contribuyen a prevenir ciertas enfermedades cardiovasculares”, resumen Durán.
Un superalimento que ha encontrado un hueco perfecto en el proyecto de El Celler de Can Roca y BBVA para promocionar la gastronomía sostenible. “La variedad Ambrunés, que es la que hemos utilizado para el proyecto, está dentro de la Denominación Picota del Jerte. Solo se producen en los Valles del Jerte y la Vera y son variedades tradicionales originaria de estos valles situados en el norte de Extremadura, donde se cultiva tradicionalmente desde el siglo XVII”, asevera.
Las picotas del Jerte se cultivan entre montañas de más de 2.000 metros de altitud, en tierras fértiles, regadas por arroyos de aguas cristalinas y respirando aire puro. “Cuando tienen el grado óptimo de madurez, la recogida de picotas se realiza de modo artesanal, a mano y con cestas de castaño, siguiendo una tradición secular. Después, las picotas del Jerte son seleccionadas a pie de árbol, una a una, para el envasado final y distribución al consumidor”.
Una fruta que puede tomarse sola, en zumo o incorporarla en platos dulces y salados. La propuesta personal de Joan Roca para estas cerezas picotas ha sido como acompañamiento para un pato. “Este proyecto nos puede ayudar a poner en valor el alto poder culinario que tienen las cerezas como acompañamiento en los mejores platos”, comenta Durán. “Nos parece muy positivo, todo lo que sea crear sinergias y unidos a dos referentes como BBVA y El Celler de Can Roca nos llena de motivación para seguir trabajando y ofreciendo lo mejor de nuestros campos”, concluye.
Las frutas y productos de la Agrupación de Cooperativas Valle del Jerte se pueden adquirir desde su página web.