La Fundación BBVA premia a James Allison, pionero de la inmunoterapia contra el cáncer
El investigador estadounidense James P. Allison ha obtenido el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento por crear la primera inmunoterapia de alta eficacia contra el cáncer. El trabajo de Allison ha permitido el desarrollo de un nuevo tipo de fármacos que utilizan el sistema inmune para combatir el cáncer y ya han beneficiado a miles de pacientes.
La inmunoterapia se basa en potenciar la capacidad del sistema de defensa del organismo para combatir y eliminar las células cancerosas. Es una estrategia que se intenta desde hace décadas, pero que no había dado resultado hasta que Allison y su grupo descubrieron, a mediados de los noventa, un aspecto clave en el funcionamiento de las células responsables de combatir los tumores: la existencia unas moléculas en la superficie de las células T del sistema inmune que actúan como freno para impedir que se vuelvan contra el propio organismo en circunstancias normales.
El trabajo de Allison permitió la aprobación por parte de la agencia del medicamento estadounidense (la FDA) del primer fármaco oncológico basado en la activación del sistema inmune, indicado contra el melanoma metastásico, que ha mostrado una alta efectividad, con tasas de supervivencia de hasta diez años, en alrededor del 20% de pacientes. El paso siguiente fue “levantar el pie del freno” del sistema inmune, en palabras de Robin Lovell-Badge, del Instituto Francis Crick (Reino Unido) y miembro del jurado del Premio Fronteras en la categoría de Biomedicina. De esa forma, las células T actúan sin obstáculos contra su objetivo: las células tumorales.
En la actualidad se han aprobado ya varios fármacos basados en el mismo principio ideado por Allison, que buscan aumentar el porcentaje de pacientes que se benefician de la inmunoterapia en melanoma y que además son efectivos contra cáncer de pulmón, riñón, vejiga y tumores de cabeza y cuello.
Escepticismo inicial
Sin embargo, Allison recuerda cómo su descubrimiento tardó en ser aceptado por la comunidad científica: “El escepticismo inicial se basaba en que al principio se generó demasiado optimismo con la inmunoterapia. En los setenta, muchos empezaron a tratar de usar el sistema inmune para destruir el cáncer, pero la realidad es que solo funcionaba en ratones. Lo que ocurrió es que muchos se lanzaron a probar tratamientos sin comprender realmente qué intentaban modificar, es decir, sin haber realizado antes la ciencia básica necesaria; aún no sabían que existían frenos en el sistema inmune, y por eso hubo muchos fracasos”.
Los buenos resultados de los ensayos con humanos, iniciados en 2001, no solo dieron la razón a Allison, sino que inspiraron a muchos otros investigadores a buscar nuevas señales-freno del sistema inmune. La inmunoterapia es hoy una de las áreas de investigación más activas en oncología.
Una de sus ventajas es que genera respuestas duraderas e incluso, en algunos pacientes, la desaparición del tumor, gracias a que el sistema inmunitario sabe reconocer las células tumorales si aparecen en el futuro. Además, como recuerda Allison, “no combatimos el cáncer directamente, sino que hacemos que el sistema inmunitario lo ataque”, y eso hace que la inmunoterapia sea efectiva contra muchos tipos de tumores. Una tercera ventaja es que por lo general tiene menos efectos secundarios.
El propio Allison admite, en todo caso, que la inmunoterapia no será, por sí misma, la solución definitiva: “No vamos a curar todos los tipos de cáncer”, reconoce. “Pero sí creo que en el futuro la inmunoterapia formará parte del arsenal terapéutico contra muchos tipos de cáncer, en combinación con quimioterapia y/o radioterapia. Sí creo que pronto lograremos curar a la mayoría de los pacientes, espero que incluso alcanzando hasta el 60 o 90% de los casos en algunos tipos de cáncer”.
Motivos personales para investigar el cáncer
Allison se define como un investigador básico, o al menos lo era cuando empezó su carrera: “Yo sí tenía un interés personal en el cáncer, porque perdí a mi madre cuando era niño por esta enfermedad, después a mi hermano y a dos de mis tíos; pero quería comprender primero el funcionamiento de las células T, para luego intentar aplicar las lecciones de esta investigación básica al desarrollo de terapias contra el cáncer. Creo que primero necesitas la ciencia básica. Sin ese fundamento no es posible desarrollar tratamientos eficaces. Yo siempre tuve el cáncer en mente, pero la prioridad tiene que ser siempre hacer ciencia básica, incluso sin una aplicación concreta en mente. Es lo que siempre les digo a mis estudiantes".
No obstante, Allison ha tenido el raro privilegio de conocer a personas que se han beneficiado directamente de su trabajo, y eso ha cambiado sus líneas de investigación: “Conocer a una mujer a la que le habían dicho que le quedaban unos pocos meses de vida, y que hoy, más de 15 años después, sigue viva con dos niños, ha sido uno de los mejores momentos de mi vida. Esto me motiva a hacer todo lo posible para que estas terapias funcionen. Es bastante insólito que un investigador en ciencia básica logre ver las aplicaciones de su trabajo e incluso conocer a personas a las que han ayudado sus descubrimientos”.