Focalizar el gasto público para reducir más la pobreza
La pobreza en Colombia ha disminuido gradualmente, se ha mejorado el acceso a los servicios públicos, la educación es gratuita, la salud se aseguró, se redujo el gasto de bolsillo y un 50% de la población esta subsidiada. Aunque el panorama luce bien, todavía es necesario mejorar el Sisbén, las vías al interior del país, los sistemas de riego y el transporte público, y para seguir reduciendo la tasa de pobreza es necesario priorizar el gasto.
Así lo afirma Mauricio Hernández, economista de BBVA Research en una columna publicada en el diario La República. “La pobreza en Colombia ha venido disminuyendo progresivamente. Hace 15 años la mitad de la población estaba en situación de pobreza y casi la quinta parte de los habitantes del país vivía en pobreza extrema. En 2016, la pobreza se ubicó en 28% (menos de la tercera parte de los habitantes) y la pobreza extrema en 8,5% (una doceava parte)”.
Hernández señala que este año los mejores resultados en la pobreza no sólo estuvieron basados en factores monetarios, que son muy importantes, pero no son los únicos. Explica que sin crecimiento económico, sin incrementar el salario real promedio y sin aumentar la productividad laboral, ningún avance significativo en reducir la pobreza es posible. No obstante, agrega que existieron otros aspectos multimodales que fueron implementados por la política pública, con mayor o menor éxito relativo.
Se mejoró el acceso a bienes públicos, a una mejor vivienda, a educación y a salud. “La educación se volvió gratuita. La salud se aseguró, se redujo el gasto de bolsillo y es subsidiada para el 50% de la población. De hecho, como resultado, se redujo de forma considerable la desigualdad económica medida a través del coeficiente de Gini” añadió el economista.
Sin embargo, a su juicio, aún falta mucho. La meta global de varias instituciones mundiales que se han pronunciado contra la pobreza es que en 2030 no haya pobres en el planeta Tierra. Hoy en día, el 9% de la población mundial es pobre. Esto significa que más de 650 millones de personas están en esta condición, de los cuales 13,2 millones están en Colombia. Y, de ellos, 4,0 millones en condición extrema de pobreza.
De acuerdo con Hernández, las mejoras adicionales en pobreza, hasta llegar a cero, serán cada vez más difíciles. No sólo porque ya se ha reducido a umbrales bajos, sino también porque el Producto Interno Bruto y los ingresos fiscales de los próximos años crecerán a una tasa mucho más moderada. “Los menores precios internacionales de las materias primas, la menor tasa de inversión privada y la reducción del PIB potencial exigirán de la política pública más creatividad y eficiencia en sus programas sociales”, sostuvo el economista.
En esta línea, se ubica la actualización del modelo del Sisbén. Según Hernández, ya está en marcha desde la anterior administración del Departamento Nacional de Planeación y debe ser continuado por el nuevo director, quien hizo parte de todo el programa como subdirector de la entidad. “Es elemental que los subsidios del Estado lleguen a los verdaderos necesitados, en vez de intensificar las desigualdades que aún subsisten en Colombia” afirmó.
Sin embargo, considera que no es suficiente con esto pues la tasa de pobreza en las zonas rurales del país es mucho más elevada, aún se ubica en 38,6%, por lo cual considera que la política debe tener un énfasis prioritario en las regiones más rurales. “Tenemos un atraso de más de medio siglo en las carreteras que conectan los centros de producción agrícola con los centros poblados de consumo”, comentó Hernández, lo que significa que los productos del país pueden llegar a ser más caros que los importados por la ausencia de estas vías interiores o por la mala calidad de las existentes. Asimismo, señaló que este rubro debe ser sin duda una priorización eficiente del gasto público.
También afirmó que el uso del suelo en Colombia no es eficiente. “La ganadería es extensiva y se lleva a cabo en tierras que son más aptas para la agricultura. Hace falta profundizar en sistemas de riego, mejora y optimización de las semillas y en la tecnificación del campo. Incluso, todo esto podría incentivar el retorno de los hijos educados a las fincas agrícolas (al menos de forma parcial) por el mayor retorno de la actividad rural” comentó Hernández.
Finalmente, considera que en las zonas urbanas, es necesario mejorar los sistemas de transporte público. Es necesario que sean extensivos e incluyentes y que permitan a cualquier persona desplazarse por toda la ciudad con el pago de una única tarifa.
Para concluir, Hernández, cree que las medidas propuestas no son exhaustivas, ni mucho menos. “Deben ser combinadas con otras labores de índole social y económica para reducir la pobreza. Pero, lo que sí quiere dejar claro esta columna es que en el nuevo entorno económico, con menores recursos fiscales a la vista, sólo la priorización y la eficiencia del gasto podrán seguir reduciendo a buen ritmo la tasa de pobreza”, puntualizó el economista.
La columna publicada en el diario la puede consultar en este link.