Floralba y Augusta, dos historias de éxito frente a la pobreza
Viven a más de 1.500 kilómetros de distancia y en países diferentes, pero Floralba y Augusta tienen un objetivo común: salir de la pobreza. Para lograrlo, cuentan con una ventaja sobre los millones de mujeres de todo el mundo que comparten su lucha, el apoyo de la Fundación Microfinanzas BBVA. El trabajo de esta fundación para erradicar la pobreza ha sido reconocido recientemente por Naciones Unidas.
Floralba Lucumí tiene 51 años y vive en Jatmundí, al sur de Colombia. Su rostro se ilumina cuando cuenta cómo ha sacado adelante a sus tres hijos trabajando en pequeños negocios que ha compaginado siempre con el cuidado de su hogar, al igual que millones de mujeres que viven en zonas rurales de los países en desarrollo, donde, según datos de la FAO, las mujeres representan más del 40% de los trabajadores agrícolas.
Cuando Floralba llegó a Jamundí se dedicó a vender el pan que ella misma amasaba. Después cultivó piña y se dedicó a la cría de animales, pero ninguno de estos negocios le permitía sobrevivir dignamente. Probó entonces a sembrar caña de azúcar en un terreno arrendado, y estuvo a punto de fracasar de nuevo porque no tenía suficiente dinero para pagar jornales, preparar semilla y volver a sembrar.
Acabar con abusos de los prestamistas gota a gota
Entonces conoció Bancamía, la entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA en Colombia, que confió en el proyecto de Floralba y le concedió un crédito que le permitió salir de las redes de los prestamistas “gota a gota”, que le exigían el pago diario de unos intereses abusivos, a los que le era imposible hacer frente.
Floralba empezó a devolver el crédito de Bancamía en cuotas mensuales y su vida cambió: “Hoy por hoy no tengo temor de que alguien me ofrezca el arriendo de una tierra y tener que rechazarlo. Porque yo ya sé adónde ir. Empecé con un solo terreno, pero hoy tengo seis”.
"Siento que que he podido cambiar vidas.
Los buenos resultados le han permitido, además, generar trabajo y apoyar el desarrollo de su región dando empleo a 13 personas que colaboran en tareas de fumigación, abono, limpieza, desagüe y recogida de la cosecha. “Siento que he podido cambiar vidas”, asegura.
Además, la Fundación Microfinanzas BBVA “me ha enseñado a ahorrar y a multiplicar lo poco que tengo, pues no es cuestión solo de que a uno le presten plata sino aprender a invertirla”, afirma Floralba, que cada vez ve más cerca su sueño de tener una finca y un tractor para continuar creciendo.
Conoce los detalles de la historia de esta mujer emprendedora en el siguiente vídeo.
Un pequeño crédito para un gran futuro
La historia de Augusta Flor no es muy distinta. Tiene 49 años y ocho hijos, cuatro de los cuales aún dependen de ella. Vive en Villa Rica, un pequeño pueblo de Perú, donde, como muchas mujeres de la zona, se dedica a cuidar a su familia y al cultivo del rocoto, un fruto muy picante, similar al ají.
Nunca pensó que “alguien pudiera interesarse en prestarle a una mujer en mi situación”, a alguien que no tiene ni propiedades, ni terreno, ni dinero, ni nadie que la avale. Cuando contactó con Financiera Confianza, entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA en el país andino, vio que su futuro podía mejorar porque había alguien dispuesto a confiar en ella.
Hasta que llegó la Fundación Microfinanzas BBVA, Augusta nunca pensó que alguien pudiera confiar en ella
Con su primer crédito “Palabra de Mujer” de 200 soles (aproximadamente 50 euros), Augusta pudo comprar semillas de rocoto para su huerto, recuerda mientras cocina en una cocina de barro junto a su casa de madera. “Trabajé en la carretera, tirando lampa… Ahora siento que he progresado”.
Su tesón y su constancia son sus dos armas para conseguir un futuro mejor para su familia. Un segundo crédito de dos mil soles (algo más de 500 euros) le abre un nuevo futuro: “Pronto dejaré esta casa para vivir en una de material noble. Con estos préstamos estoy sobresaliendo, ahora trabajo por mí misma, y me siento más segura, me siento contenta”.
Pero lo más importante para Augusta es que la ayuda de la Fundación Microfinanzas BBVA ha permitido que sus hijos puedan seguir estudiando, que “salgan adelante y puedan ser profesionales”, concluye.
Floralba y Augusta son solo dos ejemplos de los 1,7 millones de pequeños emprendedores a los que la Fundación Microfinanzas BBVA apoya concediéndoles créditos productivos, asesoría y capacitación para poner en marcha sus pequeños negocios y asesorándoles de manera individualizada para que prosperen y puedan salir de la pobreza.
Reconocimiento de la ONU
El trabajo de la Fundación, presente en siete países de América Latina, le ha valido el reconocimiento de la ONU por su contribución a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, establecidos para 2030, como continuación a los Objetivos del Milenio.
Según indica el organismo internacional en su informe “Trabajando Juntos Hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): Marco para Acción”, la Fundación Microfinanzas BBVA es un ejemplo relevante por su actividad en favor de la erradicación de la pobreza, el apoyo al crecimiento económico, al trabajo digno y la igualdad de género.
“La Fundación apoya la consecución de las metas de desarrollo sostenible, marcadas por las Naciones Unidas para acabar con la pobreza en los próximos quince años. Desde la Fundación apoyamos a 1,7 millones de emprendedores, de los que el 85% se encuentra en situación de vulnerabilidad. Trabajamos para crear un futuro mejor para las personas desfavorecidas a través de finanzas productivas responsables, que promueven el desarrollo económico y social sostenible e inclusivo de estos emprendedores, y por tanto, de sus familias y sus comunidades” explica Javier M. Flores, director general de la Fundación Microfinanzas BBVA.