Festivales y conciertos sostenibles que actúan en armonía con su entorno
Crece el número de eventos sostenibles que miden sus impactos e implementan acciones para reducir su huella de carbono en cuanto a la movilidad del público, el consumo de agua y energía, los residuos o los alimentos consumidos. Muchos organizadores no saben por dónde empezar: un análisis previo y detallado es la clave.
En plena fiebre estival de eventos musicales masivos, la palabra sostenibilidad planea por encima de sus escenarios. Muchos responsables de conciertos y festivales que acuden, por primera vez, en busca de una auditoría a la organización A Greener Future –entidad ambiental británica sin ánimo de lucro que ayuda a promotores y eventos de todo el mundo a ser más sostenibles– no saben ni por dónde empezar, según ha reconocido una de sus auditoras, Jone Pérez Landa, especialista en análisis de huella de carbono. El concepto ‘concierto sostenible’ contiene tal cantidad de variables que se impone un diagnóstico inicial para comprobar cuáles de ellas impactan más en su caso, o sobre cuáles existe una mayor capacidad de acción.
Requisitos a tener en cuenta para un evento sostenible
Puede ser el transporte, el suministro energético, la gestión de residuos... A partir de ahí, las grandes ambiciones se despiezan en objetivos más pequeños y digeribles, preferiblemente con la ayuda de un asesor, interno o externo. “No podemos pretender hacerlo todo de golpe; debemos ir poco a poco, pero sin parar”, recomienda. Avanzar y medir es su mantra.
Una propuesta musical armoniosa con su entorno no deja de ser un evento sostenible que, como primera condición, requiere de un espacio físico. Y aquí es donde los organizadores han de comenzar a tomar decisiones. En principio, una ubicación urbana facilita el uso del transporte público más que una rural, “pero puede tener más impacto en el barrio”, acota la experta. “Quizás sea más sostenible un recinto en las afueras, y habilitar autobuses lanzadera desde la estación de tren más cercana”, ha asegurado. Cada concierto es un mundo, y conviene analizarlo individual y pormenorizadamente.
El transporte suele ser, por lo general, uno de los grandes generadores de huella de carbono. “En realidad lo es cualquier cosa que tenga que ver con el público, porque todo se multiplica exponencialmente por el número de asistentes”, ha matizado Pérez Landa. Por la misma regla de tres, una medida de eficiencia en la movilidad (fomentar el uso de la bicicleta o el coche compartido), el ‘merchandising’ (pedir a los patrocinadores que repartan menos artículos, o ninguno en absoluto) o el menaje (vasos y cubiertos de un solo uso, o compostables) tendrá un enorme efecto positivo.
La gestión de los residuos y el consumo de agua son otros parámetros a tener en cuenta. Más la energía, por supuesto. “Normalmente, los grupos sobredimensionan sus necesidades de energía porque a nadie le gusta tener un apagón en mitad del escenario”, explica la experta, que considera que es uno de los capítulos con más posibilidades de reducirse a un menor coste. La mejora de la eficiencia energética y la instalación de energías renovables son una buena puerta de entrada hacia la sostenibilidad, que comienza a estar a la orden del día. “Los promotores musicales ven que es una apuesta rentable”, ha destacado.
El apartado de alimentación no siempre está presente, cuando es muy importante. En las auditorías de A Greener Future se analiza si los proveedores son locales y los productos, de temporada. NorthSide es un festival danés comprometido con su entorno. “Aprovechamos el parón de la pandemia para calcular la huella de carbono de su última edición, la de 2019”, ha recordado Pérez Landa. Los promotores llevaban años midiendo la huella del transporte, el consumo del público y los artistas, “pero nosotros metimos, también, la de los alimentos, y descubrimos que el impacto era mucho más alto de lo que pensaban", añade. Los organizadores decidieron, de un año para otro, quitar la carne de su oferta gastronómica y hacerla 100 % vegetariana.
Su caso se recoge en Future Festival Tools, que es una guía muy útil para conocer buenas prácticas. En ella, aparece el DGTL (festival global que nació en Ámsterdam y tiene ediciones en Tel Aviv, Mumbai, New Delhi, Santiago de Chile y São Paulo) y su apuesta por la circularidad. O el noruego Øyafestivalen, que se celebra en la pequeña ciudad de Tøyenparken y se presenta como un laboratorio en el que aplicar nuevas tecnologías y acciones de sostenibilidad.
En España, el Rototom, festival de música reggae que se celebra en Benicàssim, es uno de los referentes, mientras que el festival Cruïlla, en Barcelona, se ha convertido en el primer gran festival nacional alimentado 100 % con energía renovable. Son reseñables los progresos del Primavera Sound en materia verde, o la decisión de Sonidos Líquidos de no crecer y cuidar el frágil entorno de La Geria en el que se desarrolla: una Reserva de la Biosfera y Espacio Natural Protegido, perteneciente al Geoparque Lanzarote y Archipiélago Chinijo.
“El tour de Coldplay ha sido una apuesta valiente, criticada por sus incongruencias –no deja de ser una banda con recursos volando por el mundo– pero con mucha capacidad de influir y de ser un ejemplo”. Pérez Landa se refiere a la gira ‘Music Of Spheres Tour’ de los británicos, con fechas hasta noviembre de 2023 y dos objetivos claros: reducir a la mitad sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) y erradicar el plástico. La banda británica Massive Attack midió la huella de carbono de su gira de 2022, y arbitró acciones para reducirla. La cantante estadounidense Billie Eilish lleva su activismo ambiental a sus conciertos, que cuentan con un plan de gestión y reciclaje de residuos, sirven alimentos vegetales y compensan sus emisiones.
Según Pérez Landa, estas acciones tienen un efecto contagioso sobre otras bandas y festivales, y que se nota una sensibilidad ambiental cada vez mayor entre los grandes eventos musicales. “Es un apoyo para quienes queremos hacer más sostenible esta industria”, subraya.
Radiohead, pionero en el compromiso con el medioambiente
Coldplay o Massive Attack no fueron los únicos grandes grupos musicales que han mostrado su lucha contra el cambio climático. Hace años que artistas como Neil Young (con album ‘Fork in the road’ y su antiguo Lincoln del 59 con motor eléctrico) o Radiohead abrieron un camino con sus giras y conciertos con conciencia medioambiental.
En 2008, la banda británica de rock alternativo puso en marcha la gira Carbon Neutral Tour, para la que analizaron cómo poder reducir al mínimo su huella de carbono. Desde los medios de transporte utilizados para desplazarse de un lugar a otro hasta la energía para alimentar los equipos de sonido, pasando por el catering.
Proyectos como los citados han inspirado el concepto de Green Touring, un compromiso para realizar las giras con el menor impacto posible. Según un estudio realizado en 2010, la industria de la música en directo de Reino Unido produjo aquel año 405.000 toneladas métricas de emisiones de gases de efecto invernadero, lo que equivale al gasto de 46.000 hogares estadounidenses durante todo un año.