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Félix Rodríguez de la Fuente: el taxidermista y las raíces del ecologismo en España

Desde los años cincuenta del siglo XX, Félix Rodríguez de la Fuente fue el más virtuoso de los cetreros, fundó la Sociedad Española de Ornitología, promovió la creación del Parque Nacional de Doñana, influyó en la primera ley de caza y con sus programas de televisión, ayudó a entender la importancia de conservar la biodiversidad.

Fuente fotografía: EFE

A Tono se le estaban acabando los días. Los médicos le habían dicho que no superaría los 30 años: la tuberculosis se estaba tragando su futuro. Así que para qué enredarse en cosas inútiles, pensaba, se dedicaría a sus dos pasiones, el dibujo y los pájaros. Apenas podía abandonar la cama, sus amigos le llevaban a casa todo tipo de animales –aves rapaces, en particular – que después estudiaba y disecaba. Esa era la historia que corría por las calles de Valladolid la primera vez que Félix Rodríguez de la Fuente escuchó hablar de José Antonio Valverde, Tono.

El joven taxidermista recibió la visita en su casa de aquel estudiante de medicina nacido en Poza de la Sal (Burgos), un par de años menor que él. Era 1953 y sus caminos ya no se iban a separar nunca. La cura de la tuberculosis extendió la esperanza de vida de Tono, que acabó viviendo hasta los 80 años y dedicaría el resto de sus días a la lucha por la conservación de la naturaleza. Junto a Rodríguez de la Fuente fundaría en 1954 la Sociedad Española de Ornitología (SEO) y promovería la creación del Parque Nacional de Doñana. Las rapaces serían una constante en su vida, en la de ambos.

El cetrero mayor del reino

Félix fue a ver a Tono la primera vez porque le habían contado que este conocía la localización de los nidos de varias rapaces en Valladolid. Estos animales habían sido una obsesión en su vida desde que, todavía niño, había visto a un halcón peregrino en acción cerca de Poza de la Sal. Aunque estaba estudiando medicina, lo que realmente le quitaba el sueño a Rodríguez de la Fuente eran la zoología y la recuperación del arte antiguo de la cetrería. Por eso, en 1960, tras la muerte de su padre (quien fomentaba su carrera médica), abandonó el oficio de dentista para dedicarse definitivamente a la divulgación científica y al adiestramiento de aves rapaces.

Los halcones serían una constante en aquellos años. En 1961, trabajó como asesor de cetrería en la película ‘El Cid’, con Charlton Heston y Sofía Loren. Después ampliaría sus estudios sobre rapaces hasta publicar su primer libro, ‘Cetrería y Aves de Presa’ (1964). Aquel mismo año, el Gobierno español le encargó capturar y amaestrar dos halcones peregrinos, que serían regalados al rey Saúd bin Abdulaziz, de Arabia Saudita. Y el diario ABC le dedica su portada, bautizándolo como “el cetrero mayor del reino”. Fue también ahí cuando se le abrió la puerta de la televisión, en la que su voz acabaría resonando hasta nuestros días.

Su primera aparición en Televisión Española fue una breve entrevista de tres minutos. Pero su capacidad de oratoria, su pasión por la naturaleza y su imagen (se presentó en el estudio con un halcón en el brazo) desataron inmediatamente el interés del público. Enseguida empezó a colaborar con el programa ‘Fin de semana’ y, un poco más adelante, con el espacio ‘Televisión Escolar’, donde Rodríguez de la Fuente se convirtió en Félix, el amigo de los animales. La cetrería todavía haría una última gran aparición en su vida: en 1966 rodó su primer documental, Señores del espacio, dedicado a este arte y financiado en parte por el monarca de Arabia Saudí.

Un lobo en ‘prime time’

Hasta 1970, en España los animales se dividían entre especies provechosas para el ser humano (ganadería y caza) y alimañas. Los primeros recibían atención y protección. Los segundos debían ser exterminados. Esta visión, muy arraigada no solo en las leyes, sino también en la cultura, tenía su máximo exponente en las Juntas de Extinción de Alimañas y Protección de la Caza, que eran recompensadas por el Gobierno para diezmar las poblaciones de águilas, buitres, linces, nutrias o lobos. Estas especies, hoy emblemas de la fauna ibérica, estuvieron a punto de desaparecer. Si no lo hicieron, fue en gran parte gracias a Rodríguez de la Fuente.

Desde la pantalla de la televisión, ya con programas propios como ‘Fauna’, ‘Vida salvaje’, ‘Planeta azul’ y, sobre todo, ‘El hombre y la Tierra’, el divulgador logró cambiar la imagen de algunas de estas alimañas. Logró que buena parte de la población entendiese su importancia biológica, convirtiéndolas en patrimonio natural de la península ibérica. Apoyándose en la televisión y presionando como vicepresidente de ADENA, la delegación española de WWF, Rodríguez de la Fuente logró influir en la redacción de la Ley de Caza de 1970. En ella, el lobo y otras alimañas pasaron a ser consideradas especies cinegéticas, animales que se podían cazar, pero solo en ciertas épocas y en un número controlado.

Hoy las leyes han cambiado y la mayoría de estas especies están totalmente protegidas, pero fue aquel primer paso de los defensores de la naturaleza, del incipiente movimiento ecologista, el que logró cambiar el destino del lobo, el lince o el águila para siempre. Por aquel entonces, Félix usaría su influencia mediática una vez más para apoyar de nuevo a su amigo Tono en el que sería el último gran proyecto ambientalista de ambos: la protección de las marismas del Guadalquivir.

Con Tono y el Parque Nacional de Doñana

Valverde llevaba desde finales de los años cincuenta enfrentado al Ministerio de Agricultura, que quería desecar los inmensos humedales del curso bajo del río. El trabajo incansable de Tono y el apoyo de Rodríguez de la Fuente desembocarían en la creación del Parque Nacional de Doñana (en 1969) y las posteriores ampliaciones del Parque Natural de Doñana (en 1989 y en 1997). Aunque no atraviesa su mejor momento de conservación, este espacio sigue siendo hoy el mayor humedal de Europa, refugio de miles de especies de aves migratorias y hogar del emblemático lince ibérico.

Ambos tenían todavía mucho que ofrecer a la conservación de la naturaleza. Valverde crearía en 1971 el Parque de Rescate de la Fauna Sahariana y seguiría luchando por la defensa de la fauna ibérica hasta 2003. Pero la trayectoria de Félix terminaría mucho antes. En 1980, a los pocos días de presentar una de las primeras estrategias de desarrollo sostenible y conservación de los recursos vivos del mundo, a propuesta de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, moriría en un accidente de avión. Estaba en Alaska, rodando con el equipo de ‘El hombre y la Tierra’ la carrera de trineo con perros más importante del mundo.

Su legado, sin embargo, no terminó en aquella avioneta Cessna. Su ‘Enciclopedia de la fauna’, editada en fascículos entre 1970 a 1973, fue traducida a 14 idiomas y sigue siendo una obra naturalista de referencia. Las organizaciones y parques que ayudó a crear siguen en pie. El lobo y el lince todavía sobreviven. Y la sintonía de ‘El hombre y la Tierra’ sigue resonando en el interior de miles de personas, inspirando el movimiento ecologismo y la defensa del planeta, y sirviendo de inspiración a famosos músicos ‘indies’: el artista gallego Iván Ferreiro acaba de publicar en su último trabajo la canción ‘La humanidad y la tierra’, donde se escuchan la voz de Félix y la famosa tonada con la que se iniciaba su serie televisiva más famosa.