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Estos son los motivos para apostar por las Soluciones Basadas en la Naturaleza

Las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) son procesos, acciones o enfoques que aprovechan el poder de los ecosistemas para solucionar desafíos medioambientales. Crear infraestructuras verdes, restaurar humedales y ríos o conservar bosques son herramientas eficaces frente a la emergencia del cambio climático.

Cuando miraba a su alrededor, la joven Wangari Maathai (Kenia, 1940) se encontraba siempre con el mismo problema: la deforestación y la sobreexplotación de los recursos naturales habían acelerado la sequía y la desertificación en las zonas rurales de Kenia. Como resultado, las mujeres y las niñas tenían que desplazarse cada vez más lejos para conseguir agua, lo que les impedía estudiar y tener sus propios empleos.

Se le ocurrió una solución sencilla, pero efectiva: dar herramientas a estas mujeres para que plantasen árboles y cuidasen sus propios huertos. De este modo, la naturaleza volvería a crecer sana en Kenia, los suelos se regenerarían y ellas tendrían compensación económica por su trabajo y un medio de vida sostenible.

En 1977, Maathai creó el Green Belt Movement, una iniciativa que llevó a plantar más de 51 millones de árboles y empoderó a mujeres de cientos de comunidades. Aunque por aquel entonces todavía no se le dio este nombre, se trataba de una solución basada en la naturaleza. Es decir, una solución realizada por el hombre que aprovecha el poder de la naturaleza para hacer frente a desafíos sociales y medioambientales.

Herramientas que nos regala la naturaleza

Las soluciones basadas en la naturaleza (SBN) son procesos, acciones o enfoques que utilizan los ecosistemas y los servicios que estos nos prestan para encontrar solución a diferentes problemas. Por ejemplo, para desarrollar estrategias de adaptación al cambio climático, para gestionar los recursos, para mejorar la calidad del aire (y, con ella, la salud de las personas) o para mitigar el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos.

El término fue acuñado en la primera década de este siglo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y el Banco Mundial. Tal y como señalan desde la UICN, la aparición del término supuso un cambio de perspectiva: planteó la idea de que las personas no solo son receptoras de los beneficios de la naturaleza, sino que también pueden proteger, gestionar o restaurar los ecosistemas naturales de forma proactiva para abordar los desafíos de la sociedad.

“Las SBN no buscan ser un catálogo de soluciones destinadas a un conjunto de problemas específicos, sino que son un enfoque de trabajo que utiliza los beneficios asociados a la naturaleza para dar solución a los diferentes retos ambientales, sociales y económicos de nuestra sociedad”, explica Víctor M. Irigoyen, técnico medioambiental En la Fundación Conama y miembro del Observatorio de las Soluciones Basadas en la Naturaleza.

“Existen múltiples beneficios asociados a la naturaleza, conocidos como ‘servicios ecosistémicos’, cuya aplicación contribuiría a la solución de un gran abanico de desafíos”, señala Irigoyen. Entre ellos, el técnico destaca la regulación de la temperatura, la captación de dióxido de carbono (CO2), la generación de oxígeno (O2) o la regulación hídrica.

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Frente a las soluciones basadas en la naturaleza, están aquellas que han protagonizado el desarrollo de los últimos siglos: las soluciones grises. Es decir, las que se basan en la tecnología y la construcción para hacer frente a diferentes retos medioambientales o sociales. Algunos ejemplos son los diques para hacer frente a la subida del nivel del mar o las redes de alcantarillado para favorecer la evacuación del agua de lluvia.

Las formas de las SBN

Estas soluciones centradas en la naturaleza pueden tomar muchas formas diferentes. Por ejemplo, la de los árboles que animó a plantar Wangari Maathai y que ayudaron a regenerar el suelo de Kenia y a dar nuevas oportunidades a las mujeres.

Lo cierto es que los beneficios de aumentar el nivel de vegetación no se quedan en las áreas rurales: de acuerdo con la UICN, desarrollar infraestructura verde en entornos urbanos (plantar árboles en las calles, hacer crecer setos o crear techos ajardinados, por ejemplo) mejora la calidad del aire, reduce la escorrentía de las aguas pluviales y evita la contaminación del agua, entre otros beneficios.

Además, esta solución basada en la naturaleza ayuda a mejorar la calidad de vida de los residentes. “El crecimiento de las ciudades ha provocado que cada vez haya más poblaciones con dificultades de acceso a espacios naturales. Numerosos estudios académicos ponen en evidencia los beneficios asociados a la salud física, a la salud mental o incluso al desarrollo personal que implica la disponibilidad de espacios verdes”, explica Irigoyen.

“Por ese motivo, cada vez más ciudades están añadiendo espacios verdes, siguiendo pautas como la 3-30-300: que cada ciudadano pueda observar al menos tres árboles desde su vivienda, disponga de un 30 % de cobertura vegetal en su vecindario y tenga un espacio verde a un máximo de 300 metros”, explica, haciendo referencia al principio propuesto por Cecil Konijnendijk, director del Instituto de Soluciones Basadas en la Naturaleza de la Universidad de Columbia Británica.

Las SBN pueden adoptar, también, la forma de barreras. Es el caso de uno de los ejemplos más emblemáticos: los manglares. Estos ecosistemas costeros, propios de países tropicales y en los que los árboles crecen en el agua salada, tienen la capacidad de frenar las mareas y los fuertes vientos. Así, protegen las costas y las comunidades de inundaciones y reducen los impactos del aumento del nivel del mar, explican en el informe ‘Nature-based Solutions to address global societal challenges’ de la UICN.

La organización da otros ejemplos de SBN: restaurar y gestionar humedales y ríos de forma sostenible reduce el riesgo de inundaciones, mantiene los medios de subsistencia basados ​​en la pesca y proporciona beneficios recreativos y turísticos. Conservar los bosques asegura la disponibilidad de alimentos, favorece la mitigación del cambio climático y contribuye a la preservación de la biodiversidad. Por otro lado, restaurar las tierras secas favorece los medios de vida locales, entre otros beneficios.