Estas son las causas y las consecuencias de la contaminación del mar
La contaminación de los océanos se ha disparado en los últimos siglos. Cada año, 13 millones de toneladas de plástico acaban en sus aguas. Estos vertidos, el de nutrientes y la acidificación de las aguas está impactando sobre los ecosistemas y su sostenibilidad.
La cifra de vertidos plásticos al mar podría duplicarse en el año 2050 (teniendo como referencia los niveles de 2017). Además, los residuos procedentes de las actividades industriales, agrícolas y ganaderas llenan las aguas de fertilizantes, otros elementos químicos y desechos orgánicos. Mientras todo esto sucede, el océano absorbe gran parte del dióxido de carbono (CO2) que no para de aumentar en la atmósfera, provocando la acidificación de sus aguas. Y la lista continúa con otros tipos de contaminación, como la acústica.
En la madrugada del 15 de abril de 1912, mientras realizaba su viaje inaugural entre Southampton y Nueva York, el transatlántico RMS Titanic chocó con un iceberg y se hundió en las frías aguas del Atlántico. La historia de este accidente es de sobra conocida. Sin embargo, se ha prestado muy poca atención a una de sus consecuencias: la contaminación.
La contaminación hace referencia a la introducción en un medio de sustancias o elementos que no deberían estar en él y que afectan al equilibrio de sus ecosistemas. Y el Titanic estaba repleto de ejemplos: el barco contaba con gimnasio, biblioteca, restaurantes de lujo, una gran sala de máquinas y combustible suficiente para navegar durante días. Todo ello (y mucho más) terminó en el fondo del mar.
Aunque la contaminación de los océanos comenzó en el momento en que los seres humanos empezaron a hacer uso de sus recursos y a navegar por él, lo cierto es que se ha disparado en los últimos siglos. Actualmente, la contaminación por plásticos, el vertido de nutrientes y la acidificación de las aguas están entre los grandes impactos sobre los ecosistemas.
Una acumulación de contaminantes
Los océanos son fundamentales para la vida en la Tierra. Dependemos de ellos para obtener el oxígeno que respiramos y los alimentos que comemos. Dependemos de ellos, también, para regular el clima y los ciclos atmosféricos. “Sin embargo, las presiones provocadas por una actividad humana insostenible están generando la contaminación y la destrucción de entornos que una vez fueron vírgenes”, señalan desde la Environmental Investigation Agency de Reino Unido.
“El problema de la contaminación de los océanos es real. Y si a este le sumamos otros como la proliferación de especies invasoras o las olas de calor, se produce un efecto cascada con un gran impacto sobre las especies”, explica Jesús Manuel Gago Piñeiro, científico titular del Centro Oceanográfico de Vigo del Instituto Español de Oceanografía (IEO Vigo-CSIC).
“En Galicia tenemos el ejemplo de las rías. Recientemente, algunas cofradías de mariscadores señalaron que en la ría de Arousa se estaba produciendo menos marisco que hace unos años. Esto puede ser debido al cambio climático, pero también por un efecto acumulativo de todos los contaminantes que estamos echando al mar”, señala Gago. “No me refiero solo a los derivados del petróleo, sino a todos los fármacos y sustancias que se consumen y no reciben ningún tratamiento”.
Las causas y sus consecuencias
Actualmente, la contaminación del mar –al igual que la terrestre– tiene numerosas caras y diferentes protagonistas. Hacer un repaso de todos los elementos que afectan a sus aguas es complicado, pero no imposible. Estas son algunas de las principales causas de la contaminación del mar y sus consecuencias:
El problema de los plásticos. Los plásticos son la fracción más grande, dañina y persistente de los desechos marinos y representan al menos el 85 % del total de los residuos que se encuentran en este medio, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA). Se calcula que los residuos plásticos que entran en los océanos cada año alcanzan los 11 millones de toneladas métricas y, de no encontrar una solución global, la cifra seguirá aumentando.
La contaminación plástica no se degrada, sino que se descompone en piezas cada vez más pequeñas (microplásticos y nanoplásticos) a lo largo de cientos e incluso miles de años. Estos afectan a los ecosistemas marinos de forma tanto física como química. Una de las consecuencias más visibles es la entrada de estos residuos en la cadena trófica de los seres vivos: se han encontrado trozos de plástico en el estómago de tortugas, aves, peces y otros animales marinos y costeros.
La presencia de residuos va más allá del plástico y tiene también un impacto en los hábitos de algunos animales. Un estudio reciente liderado por expertos en Oceanografía y Biología de Brasil e Italia demostró que los pulpos prefieren cobijarse y poner sus huevos en latas o botellas (sobre todo, de vidrio) antes que en sus refugios naturales, lo que puede tener numerosas consecuencias.
“El problema de los residuos y los plásticos es el que tenemos más presente porque es visible e impacta a muchas escalas. En el mar no hay fronteras, las corrientes marinas desplazan los residuos y se ha encontrado basura hasta en islas desiertas en mitad del Pacífico”, señala Gago. “Además, genera problemas como el de la pesca fantasma: una red que se pierde es una red que sigue pescando. Sin embargo, no debemos olvidar que este problema puede enmascarar otros que no son tan visibles”.
Los vertidos y la eutrofización
Los plásticos tardan cientos o incluso miles de años en descomponerse en piezas más pequeñas hasta que son prácticamente invisibles. Sin embargo, hay otro tipo de contaminantes que son invisibles (o apenas perceptibles) a nuestros ojos desde el primer momento en el que tocan el agua del mar. Entre ellos están los nutrientes que llegan de las actividades agrícolas, los metales pesados presentes en nuestros aparatos electrónicos, las bacterias de las aguas fecales o los químicos utilizados en las industrias. “Tenemos el gran ejemplo del Mar Menor, un lugar pequeño sometido a un montón de impactos antropogénicos”, señala el científico del IEO-Vigo CSIC.
Playa del Mar Menor cerca de la desembocadura del barranco del Albujón.
Desde hace décadas, esta laguna costera recibe un exceso de nutrientes procedentes de los fertilizantes de la agricultura intensiva y de los desechos de las granjas. A este enriquecimiento excesivo del agua se lo conoce como eutrofización. Provoca una serie de cambios en los ecosistemas que llevan a su vez a una reducción de la cantidad de oxígeno presente en el agua. Como resultado, gran parte de la vida submarina perece.
“Cerca del 50 % de la producción de oxígeno de la Tierra tiene lugar en los océanos, manteniendo los ciclos de vida desde las costas hasta las profundidades. Sin embargo, las actividades humanas han contribuido a la desoxigenación del océano, con consecuencias en la vida marina”, señalan en The Ocean State Report 5 del Copernicus Marine Service.
A estos vertidos invisibles, se suman otros que sí pueden apreciarse a simple vista. Por ejemplo, los derrames de crudo o aceites procedentes del tráfico marino, refinerías y otras infraestructuras.
La acidificación de las aguas
Los océanos absorben gran parte del dióxido de carbono antropogénico que nuestras actividades envían a la atmósfera. Esto ayuda a mitigar los efectos del cambio climático, pero a su vez aumenta la acidificación de sus aguas. Algo que, señalan desde el Copernicus Marine Service, supone una amenaza para los ecosistemas marinos.
Algunos animales, como las ostras y los corales, tienen menos capacidad de formar sus conchas y sus esqueletos en las aguas más ácidas. Otros, como el pez payaso, encuentran más dificultades para detectar a sus depredadores. Se trata de algunas de las muchas consecuencias que el aumento de las emisiones de dióxido de carbono, que provoca el cambio climático, tiene en los mares y los océanos.
“Coca-Cola se fundó en 1891. El Titanic se hundió en 1912. Al final de la II Guerra Mundial, se tiró una gran cantidad de munición al mar Báltico, un mar relativamente pequeño, pensando que este podría ser un buen destino. Elijas la fecha que elijas de las últimas décadas, siempre encuentras eventos de contaminación masiva que antes eran impensables”, señala Gago.
Para poner solución a este problema, añade, es necesario crear políticas que tengan en cuenta las características locales y a su vez un alcance global. Y es que el mar no conoce fronteras y, por ello, tampoco las encuentra la contaminación.