¿Es más caro llevar una vida sostenible? Razones por las que no siempre es así
El precio de algunos productos elaborados de forma responsable ha creado la imagen de que llevar una vida sostenible es costosa. Sin embargo, la sostenibilidad no solo tiene que ver con la etiqueta eco, sino con consumir menos y reducir el impacto ambiental de nuestras acciones, algo que a la larga puede ser incluso más barato.
Te diriges al supermercado dispuesto a hacer una compra sostenible. Lo llevas todo preparado: una bolsa reutilizable, recipientes para meter productos a granel y una lista con los artículos que te hacen falta y así no caer en la tentación y acabar comprando lo que no necesitas. Vas a pie y estás convencido de que, esta vez, tu compra tendrá un bajo impacto en el planeta.
Sin embargo, al llegar a los largos estantes del supermercado empiezan las dudas. Junto a los productos de siempre, se suceden otros con etiquetas que prometen artículos bio, ecológicos o sostenibles. El precio es más caro y, tras sopesarlo, acabas comprando una versión más económica, pero (en teoría) menos respetuosa con el medioambiente.
De camino a casa, sientes que el propósito de ser más sostenible no es compatible con tu estilo de vida. Que de nada valen todas las demás acciones si el precio de los productos ecológicos no se ajusta a tu bolsillo. Sin embargo, esto no siempre es así: vivir de forma más responsable con el entorno no depende únicamente de adquirir productos que se promocionan como verdes.
Te contamos por qué llevar una vida sostenible no tiene por qué ser más caro y cómo conseguir que termine siendo incluso más barato.
La exclusividad en las etiquetas
Uno de los motivos por los que es habitual pensar que llevar un estilo de vida sostenible es caro es que los productos ligados a este concepto son más costosos. Elaborarlos de forma responsable y ética conlleva mayores gastos de producción y, por lo tanto, su precio de venta es más alto.
Sin embargo, este no es el único motivo detrás de su diferencia de precio: muchas veces, estos productos se encarecen para dar una imagen de estatus y exclusividad. “Existe cierto sesgo que hace a las empresas considerar que el consumidor va a estar dispuesto a pagar más porque el producto sea ecológico”, explica Irene Gijón Prieto, creadora de La Recolectora, un espacio sobre estilo de vida sostenible.
“Esto hace que los precios suban en ocasiones sin corresponderse realmente con los costes de producción, de forma similar a lo que ocurre con los productos ‘premium’ o de lujo. Esto ha hecho mucho daño al concepto de sostenibilidad: ha contribuido a crear la idea de que para llevar una vida respetuosa con el planeta es necesario gastar mucho dinero”, señala Gijón Prieto.
Lo cierto es que estas diferencias de precio son importantes. De acuerdo con la Organización de Consumidores y Usuarios de España (OCU), los productos ecológicos cuestan de media tres veces más que sus equivalentes de marca blanca en los supermercados. Los productos analizados en un estudio realizado en 2021 son, de media, un 77 % más caros que los productos de marcas líderes y un 216 % más caros que los de marca blanca.
Sin embargo, para llevar un estilo de vida sostenible no es imprescindible depender de estos productos. Existen muchos hábitos que pueden reducir en gran medida la huella de carbono y el impacto medioambiental de las acciones del día a día y que no suponen un gran gasto para el bolsillo.
Un cambio de mentalidad
“¿Es más caro comprar productos ecológicos? En muchos casos sí. Pero ¿es más caro llevar una vida sostenible? La respuesta a esta pregunta es que no o, al menos, no necesariamente”, explica la experta en vida sostenible. “Llevar una vida sostenible no consiste en comprar cosas que lo son, sino más bien en cambiar de hábitos e intentar reducir el impacto medioambiental de cada una de nuestras acciones”.
El término sostenibilidad fue acuñado por primera vez en 1987, y hace referencia a satisfacer las necesidades del presente sin comprometer las del futuro. Es decir, a utilizar los productos que tenemos a nuestra disposición sin agotarlos o abusar de su uso de forma indiscriminada. Se trata de un concepto muy ligado a la economía circular y que se contrapone a la cultura del consumismo y de usar y tirar.
Por ello, uno de los primeros pasos para adoptar un estilo de vida más sostenible es reducir el uso de bienes, ya sean envases, combustibles, agua, alimentos, ropa o productos electrónicos. Y es en este punto en donde entra en juego el hecho de que para ganar en sostenibilidad no es necesario comprar productos ecológicos, sino simplemente consumir menos. Tener en cuenta que el objeto más sostenible suele ser aquel que ya se ha fabricado o el que ya tenemos.
“Para entender que la vida sostenible puede ser más barata hay que cambiar la mentalidad. Al hacer un consumo crítico y evaluar qué es lo mejor para el planeta, la sociedad y nuestra propia economía en cada compra o acción, podemos reducir tanto los gastos como el impacto en el medioambiente”, señala Gijón Prieto.
Consejos para ser sostenible sin aumentar los gastos
Existen muchas formas de ganar en sostenibilidad sin que se resientan los bolsillos. Para empezar a realizar cambios, es buena idea dar prioridad a aquellos ámbitos en los que nuestro impacto ambiental suele ser mayor: la alimentación y el transporte.
Una alimentación responsable
De acuerdo con el estudio Sostenibilidad del Consumo en España, elaborado por la Comisión Europea y el gobierno del país, la alimentación supone el 52% del impacto ambiental del consumo. El mayor peso lo tienen carnes y lácteos, por lo que un modo sencillo de reducir la huella ambiental y a la vez el precio de la lista de la compra es cambiar estos alimentos por verduras y legumbres más a menudo.
“Otro buen consejo es fijarse bien en las etiquetas: sobre todo, en el precio por kilogramo y la procedencia. Muchas veces, los productos de proximidad que se venden a granel son mucho más baratos que otros envasados que proceden de otras partes del mundo”, señala la creadora de La Recolectora.
Los consejos no acaban ahí. Estos son algunos que ofrece la OCU para reducir el impacto medioambiental y el precio de nuestras comidas:
- Priorizar productos locales y de cercanía para reducir la huella de dióxido de carbono (CO2) del transporte.
- Elegir alimentos de temporada.
- Evitar los productos sobreenvasados.
- Comprar a granel reutilizando los recipientes.
- Comprar las cantidades justas para evitar tirar alimentos y el desperdicio alimentario.
El ahorro en el transporte
A la hora de moverse en el día a día, los usuarios de medios de transporte tienen gastos tanto internos (que paga el usuario, como el combustible, los peajes o los aparcamientos) como externos (que paga la sociedad mediante impuestos, como los generados por los accidentes o la ocupación del espacio urbano).
De acuerdo con un estudio de la Universitat Autònoma de Barcelona, la movilidad basada en los medios más sostenibles (como el tren) reduce tanto los gastos internos como los externos. Utilizar el transporte colectivo, la bicicleta o caminar resulta mucho más económico que viajar en coche, a la vez que reduce la huella de carbono de los usuarios. Lleva, por lo tanto, a tener un estilo de vida más sostenible tanto a nivel económico como medioambiental.
Un paso más
Lo cierto es que cada vez más personas están comprometidas con tener un estilo de vida sostenible. Sin embargo, esto no siempre se traslada a la capacidad de gasto. En México, y de acuerdo con un estudio de la consultora PWC, el 70 % de los consumidores prioriza el consumo de marcas que protegen al planeta, pero solo tres de cada diez están dispuestos a pagar más por ellas. La gran mayoría hace sus compras fijándose sobre todo en el precio.
Una solución para dar la vuelta a esta situación es favorecer la presencia de productos ecológicos en el mercado, reducir su precio e incentivar su compra mediante políticas públicas. La OCU recomienda, por ejemplo, reducir sus impuestos e informar de forma clara a los consumidores sobre sus beneficios a través de un etiquetado claro, evitando el ‘greenwashing’.
Estas medidas, unidas a un estilo de vida menos consumista, pueden ayudar a alcanzar una sociedad más respetuosa con el medioambiente. “Vivir de forma más sostenible es, muchas veces, vivir con menos. Yo invitaría a la gente a usar lo que ya tiene hasta el final. Y, solo cuando de verdad hace falta algo nuevo, hacer un balance y adquirir aquello que sea responsable con el medioambiente, la sociedad y también con propia capacidad de gasto de cada uno”, señala Gijón Prieto.