Empleo verde: los trabajos que pide y trae la transición energética
Trabajos dignos para una transición energética justa. Naciones Unidas describe los denominados empleos verdes como aquellos que contribuyen a preservar y restaurar el medioambiente. Hay decenas de ocupaciones, desde los ingenieros de vehículos eléctricos a los instaladores de paneles solares, desde los ecodiseñadores a los peones forestales o los especialistas en agroecología.
De un día para otro, Emmery dejó de recorrer más de un kilómetro diario para cargar su teléfono móvil. Sus hijos pudieron hacer los deberes en casa y sus vecinos dejaron de utilizar una linterna a pilas para leer. De un día para otro, Emmery había pasado a tener placas solares encima de su vivienda. Ya no necesitaba que las compañías llevasen el cableado hasta su aldea en la región de Kalulushi (Zambia) para tener electricidad.
Detrás de este cambio está el trabajo de la propia Emmery y del resto de las mujeres de su comunidad. Un programa de formación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) les había enseñado a construir sus propias viviendas con materiales reciclados. También a montar y mantener paneles solares y a utilizar tecnologías para mejorar el rendimiento de sus cultivos.
Emmery y sus vecinas tienen hoy empleos verdes, al igual que los agricultores ecológicos, los técnicos forestales, los diseñadores que integran la sostenibilidad en sus productos o los abogados que luchan porque se respete una normativa ambiental. Y es que los empleos verdes no se enmarcan en una industria concreta, ni exigen unos conocimientos determinados, sino que se caracterizan principalmente por el impacto positivo que tienen en el medioambiente y en la descarbonización.
¿Qué son los empleos verdes?
Uno de los grandes objetivos de Naciones Unidas y de tantas otras entidades es crear trabajos dignos para que millones de personas salgan de una situación de pobreza y desigualdad. A este objetivo, se suma otro que debe alcanzarse con urgencia: realizar una transición energética justa para frenar el avance del cambio climático y acabar con la desigualdad sistémica que persiste entre el norte y el sur global.
Existe una solución orientada a acabar con ambos problemas: la creación de empleos verdes. La OIT define los empleos verdes como puestos de trabajo decentes que contribuyen a preservar y restaurar el medioambiente, ya sea en sectores tradicionales, como la manufactura o la construcción, o en otros emergentes, como los ligados a las energías renovables y la eficiencia energética.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), por otro lado, se refiere a los mismos como aquellos que reducen el impacto ambiental de empresas y sectores económicos hasta alcanzar niveles sostenibles.
“La transición a empleos verdes supondrá la transformación económica, social y laboral de todos los sectores productivos, ya que todos, en mayor o menor medida, se ven afectados y deben ajustarse y dar respuesta adecuada al cambio climático”, explica Nicolás Ojeda, coordinador del Área de Economía y Empleo Verde de la Fundación Biodiversidad (MITECO).
“Entre ellos se incluyen los de las energías renovables, la rehabilitación energética de edificios, la explotación agropecuaria y forestal sostenibles, la economía circular, la renaturalización urbana o la restauración ecológica”, enumera.
Estos y otros ejemplos han sido identificados en el estudio ‘Empleo y transición ecológica. Yacimientos de empleo, transformación laboral y retos formativos en los sectores relacionados con el cambio climático y la biodiversidad en España’, elaborado por la Fundación Biodiversidad y la Oficina Española de Cambio Climático. El informe señala también las 40 ocupaciones y las necesidades formativas más relevantes para la transición ecológica en la próxima década.
“Estas abarcan un espectro muy amplio, desde la ingeniería para componentes de los vehículos eléctricos hasta la instalación de sistemas solares fotovoltaicos, pasando por especialistas en ecodiseño, especialistas en agroecología y biodiversidad o peones forestales”, explica Ojeda.
La consultora Deloitte ha pasado a referirse a los profesionales que ocupan estos puestos de trabajo (y que tienen nuevas habilidades, diferentes de las que se demandaban hasta ahora) como trabajadores de cuello verde. De esta forma, hace referencia a la tradicional división entre trabajadores de cuello azul (dedicados a manufacturas) y de cuello blanco (trabajadores dedicados a tareas administrativas y técnicas) y a un momento de transición en el que se están dando importantes cambios en la organización del trabajo, al igual que sucedió en la década de los 20 del siglo pasado.
Los beneficios de los empleos verdes
La OIT señala cinco formas en las que los empleos verdes contribuyen a preservar o restaurar el medioambiente: aumentan la eficiencia del consumo de energía y de las materias primas, limitan las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), minimizan los residuos y la contaminación, protegen y restauran los ecosistemas y contribuyen a la adaptación al cambio climático.
Además, una transición bien orientada puede generar beneficios a nivel económico y social. De acuerdo con Deloitte, más de 800 millones de puestos de trabajos (cerca de un cuarto del total) están en riesgo debido a las consecuencias del cambio climático y a los impactos que dejan las transiciones económicas. Muchos de los empleos más vulnerables se encuentran en África y en la región Asia-Pacífico.
La descarbonización se presenta como una oportunidad para impulsar el crecimiento económico y la creación de puestos de trabajo decentes: las cifras de Deloitte señalan que para 2050 pueden crearse más de 300 millones de nuevos puestos de trabajo ligados a la transición energética.
“Con las políticas adecuadas, se puede lograr una revolución industrial en menos de 30 años, creando nuevas industrias, más empleos y un futuro laboral seguro mientras se evitan los peores impactos del cambio climático”, señalan en su informe ‘Work toward net zero The rise of the Green Collar workforce in a just transition’.
“En el contexto actual de emergencia climática y pérdida acelerada de biodiversidad, el avance hacia una economía climáticamente neutra, positiva en naturaleza y regenerativa supone una oportunidad para afrontar cambios en los sistemas de producción y de consumo, que traerá consigo nuevas oportunidades en el mercado laboral”, coincide Ojeda.
No obstante, esta transición no está exenta de retos. Tal y como señala Ojeda, los principales son mejorar la estabilidad laboral, crear igualdad de oportunidades y garantizar los derechos de los trabajadores, sobre todo de las personas más afectadas por las transformaciones socioeconómicas. Para conseguirlo, son vitales la orientación, la formación y la creación de herramientas, políticas y planes inclusivos.
“Disponer de las capacidades adecuadas permite a las personas atravesar con éxito los cambios en el mercado laboral y participar plenamente en la sociedad. Esto garantizará que nadie se quede atrás y que la recuperación económica, así como la doble transición ecológica, sea socialmente justa y equitativa”, señala el coordinador del Área de Economía y Empleo Verde de la Fundación Biodiversidad.
Un mundo de empleos verdes
En su estudio ‘The Circular Gap Report: América Latina y el Caribe’, la Circle Economy Foundation identifica varias vías para conseguir que la región pueda dejar atrás un sistema de consumo lineal –que acaba con sus recursos naturales y favorece la desigualdad entre sus habitantes– y dé paso a otro circular. Una de estas vías es transformar el sistema energético.
Para entender mejor el potencial de este cambio, propone realizar un viaje hasta Uruguay. El país sudamericano genera una parte importante de su electricidad a partir de fuentes renovables, pero necesita una estrategia firme para descarbonizar sectores como el del transporte, el industrial o el residencial.
El Fondo de innovación en energías renovables de Uruguay (REIF) busca favorecer la financiación a gran escala de proyectos tecnológicos innovadores, así como formar a trabajadores que ocupen los futuros empleos verdes.
Al otro lado del Atlántico, en España, la Fundación Biodiversidad ha diseñado instrumentos y planes de formación que facilitan el acceso a la capacitación y permiten a las personas afrontar con mayor seguridad los cambios que se van a producir en el mercado laboral.
Uno de los más destacados es el Programa Empleaverde+. A través de este, se financian proyectos de mejora de competencias y necesidades. “El programa tiene como objetivo avanzar hacia una economía climáticamente neutra y regenerativa, positiva para la naturaleza, eficiente en el uso de los recursos y circular, para generar nuevas oportunidades de empleo y empresas verdes”, explica Ojeda.
En el resto del planeta, organizaciones de todo tipo favorecen también la creación de empleos verdes. En Zambia, y tras recibir la formación de la OIT, las mujeres de la comunidad de Emmery pudieron construir sus propias casas en tan solo cinco meses y consiguieron transformar sus sistemas de cultivo y comercialización de alimentos para sacarles más rendimiento. En la provincia egipcia de Menia, y gracias a un programa muy similar, los campesinos aprendieron a fabricar biogás con el abono de su ganado. Esto les permitió encontrar un recurso energético muy valioso y una fuente de empleo en lo que hasta ese momento solo consideraban un residuo.