El viaje de una taza de café desde una punta del planeta hasta tu paladar
BBVA te ofrece la posibilidad de descargar de forma gratuita su revista sobre sostenibilidad. Sólo tienes que dar al botón de descarga y conocer el impacto de la huella de carbono y sus consecuencias en nuestro día a día. En este primer número comenzamos degustando una taza de café, el final de esta historia sigue en nuestra revista… Aquí tienes un pequeño adelanto.
Te acabas de servir una taza de café. Cultivado en Colombia o en Brasil, en grandes plantaciones intensivas, o quizá en Costa Rica de forma sostenible. Manufacturado, tostado y molido en origen o puede que transportado seco en grandes contenedores marítimos para terminar con el proceso en la otra punta del mundo. Lo acabas de hacer en una cafetera italiana sobre un hornillo de gas o a lo mejor venía en una cápsula plástica que has metido en la máquina de expreso.
Descarga aquí el monográfico: 'La huella de carbono y el desafío de las emisiones'
Qué más da, es una taza de café…
Sin embargo, cada uno de estos pasos implica un determinado impacto medioambiental, más o menos emisiones de gases de efecto invernadero. La huella de carbono de una taza de café nos habla también de la huella de carbono de un producto, de una empresa, de un sector y de un país. Y del potencial de cambio climático de todos nuestros hábitos de consumo y de los procesos productivos. En entender los entresijos de la huella de carbono está una de las llaves para superar con éxito la crisis climática en la que estamos metidos.
El impacto de una taza de café negro es, en realidad, bajo. Su huella de carbono no supera los 20 gramos de dióxido de carbono (CO2) equivalente. Si tomamos un capuccino con leche de vaca, sin embargo, sus emisiones se multiplican hasta alcanzar los 800 gramos. Mientras tanto, la misma versión italiana del café con leche, pero hecha con una bebida vegetal de soja, reduce su huella de carbono hasta los 57 gramos.
Los datos, extraídos de un estudio reciente dirigido desde la Universidad de Leeds, en Reino Unido, son solo medias en base a los productos disponibles para los consumidores británicos. Pero nos sirven para entender cuál es la huella de nuestro consumo. Una versión estándar del desayuno inglés (con sus salchichas, panceta, huevo, pan y verduras) genera 3,8 kilogramos de CO2 equivalente por persona, sin contar la bebida.
La versión vegetariana del mismo plato reduce la huella de carbono hasta 1,4 kilogramos, aunque, como señalan en el estudio, todo depende de qué alimentos usemos para sustituir la carne (el queso, por ejemplo, tiene una mayor huella de carbono que la carne de cerdo) y de su origen, ya que los productos locales y de temporada tienen menor impacto que los que tienen que viajar alrededor del mundo para llegar a nuestra mesa.
Menos mal que solo hemos desayunado una taza de café negro y las salchichas hace tiempo que no las probamos.
Si recorremos en sentido inverso la cadena de suministros que ha llevado el café a nuestra mesa, la imagen de la huella de carbono de la taza que acabamos de beber cambia. En 2020, se produjeron en el mundo 10.500 millones de kilos de café repartidos entre América Latina, la India, el Sudeste Asiático y África.
La demanda creciente de los frutos del cafeto está provocando un aumento de la presión agrícola sobre los bosques y otros ecosistemas tropicales y acelerando la degradación del suelo, según un análisis del University College de Londres. Esto, unido a métodos poco sostenibles de recolección y procesado, ha disparado la huella de carbono del café.
De acuerdo con el estudio, las emisiones podrían reducirse un 77 % manteniendo el mismo nivel de producción. De hecho, el CO2 emitido por kilogramo cultivado varía enormemente en función del método agrícola empleado: se mueve en una horquilla de 12 gramos por kilo en las opciones más sostenibles hasta los 67 gramos por kilo.
Este margen de reducción puede no significar mucho en los países en los que no se cultiva café, aunque este sea una pieza clave de los desayunos. Sin embargo, para las grandes naciones cafeteras del planeta significa mucho. En Costa Rica, por ejemplo, la industria del café supone el 9 % de las emisiones totales del país, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo.
El concepto de huella de carbono esconde un complejo entramado de emisiones, modelos de producción y consumo y hábitos y estilos de vida; un entramado que buscaremos desenredar, de la mano del conocimiento experto, en las próximas páginas.