El verde está de moda
La ropa es mucho más que un refugio para nuestro cuerpo: es una poderosa expresión de nuestra identidad, cultura e ideas. Cada vez más marcas son conscientes de la importancia de crear prendas atractivas y sostenibles, que tengan calidad y hablen de su compromiso con el planeta y el futuro.

El elevado consumo de recursos naturales o agua o las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) son algunos de los retos más importantes que debe afrontar el sector de la moda. Por ejemplo, para elaborar una camiseta de algodón, el estudio 'What if fashion were good for the planet?' de la Unión Europea (UE) estima que es necesario utilizar 2.700 litros de agua. Además, según un informe de McKinsey de 2024, la industria mundial de la moda es responsable de entre el 3% y el 8% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, y se prevé que las emisiones de la industria aumenten alrededor de un 30% para 2030 si no se adoptan medidas adicionales.
Ante este panorama, la industria debe transformar su modelo de producción para cumplir con los acuerdos nacionales e internacionales impulsados en los últimos años. A nivel global, con la Carta de la Industria de la Moda para la Acción Climática, aprobada en la COP24 y actualizada en la COP26 de 2021, importantes marcas del sector de la moda se comprometieron a reducir las emisiones en un 30% para 2030 (respecto a los niveles de 2015) y alcanzar el net zero 2050. A nivel regional, en Europa, la Estrategia de la UE para Textiles Sostenibles y Circulares busca que para 2030 los productos textiles sean duraderos, reciclables y respetuosos con el medioambiente y los derechos sociales. Esta estrategia, además, plantea la posibilidad de prohibir la destrucción de productos no vendidos y promover información más clara sobre textiles a través de la creación de un pasaporte digital de producto.
La transición hacia la moda circular
«En nuestra economía actual, extraemos materiales de la Tierra, fabricamos productos a partir de ellos y, finalmente, los desechamos como residuos: el proceso es lineal. En una economía circular, por el contrario, dejamos de producir residuos desde el primer momento», explican desde la Fundación Ellen MacArthur. La creación de una prenda empieza por las materias primas que se emplean para fabricarla —que pueden ser naturales (como el algodón o el lino), artificiales, donde las materias primas naturales se transforman en fibras mediante procesos químicos (como la viscosa) y sintéticas, las más contaminantes a lo largo de la vida útil del producto, ya que están compuestas en su mayoría por derivados del petróleo (como el poliéster o el elastano)— y su ciclo de vida útil termina cuando tales prendas se tiran a la basura. El modelo circular rediseña los sistemas productivos para reutilizar materiales, minimizar residuos y dejar tiempo y espacio a la naturaleza para regenerarse antes de extraer más materias primas, algo que implica, entre otras cosas, reciclar las prendas, ya sea dándoles una segunda vida (ropa de segunda mano) o deshaciéndolas y utilizando los materiales para desarrollar nuevas creaciones.
La Fundación Ellen MacArthur ha sido un actor clave en la promoción de este enfoque a través de la iniciativa 'Make Fashion Circular', que trabaja con diferentes marcas, fabricantes y profesionales del sector investigando y promoviendo la adopción de materiales sostenibles, la recolección de ropa usada y la implementación de procesos que extienden la vida útil de las prendas. Pero ¿en qué consiste la circularidad textil?
Desde Mango, uno de los principales grupos de moda a nivel global y pionero en la creación de un departamento de Sostenibilidad hace veinte años, explican que todo empieza con un diseño basado en prendas fácilmente reciclables y duraderas y que, además, genere la menor cantidad de residuos. Para que una prenda pueda considerarse fácilmente reciclable debe ser monomaterial (que se priorice el uso de una única fibra) y reducir al mínimo las fornituras para que al llegar al final de su vida sea más fácil separar los materiales y reciclarlos. Por otro lado, los materiales seleccionados por su durabilidad y una construcción reforzada hacen que las prendas se mantengan en buenas condiciones a través del tiempo. «La calidad y la durabilidad van de la mano», explican.
Ahora, ¿cómo pueden los consumidores identificar qué prendas son sostenibles? En este sentido, desde Mango afirman que es importante que la ciudadanía empiece a conocer todos estos atributos que se vinculan a esta moda más sostenible y a productos de menor impacto. Y para ello un etiquetado claro y completo es fundamental. «En Mango hemos introducido un QR en nuestras etiquetas que te dirige a nuestra página web, y ahí está la información de manera accesible», añaden.
La innovación científica también es clave en el desarrollo de modelos de producción circulares. Por ejemplo, Infinited Fiber ha desarrollado un proceso para reciclar fibras textiles usadas, incluso aquellas que son de poca calidad, y transformarlas en una nueva fibra de alta calidad llamada Infinna™ que ya utilizan grandes marcas como Adidas, Patagonia o Calvin Klein.

De la tierra a la percha: cultivar materiales para reducir el impacto ambiental
La unión de creatividad y ciencia también está dando resultados sorprendentes no solo a la hora de «cerrar el círculo» de la vida del producto a través de fórmulas como el reciclaje, sino también a través del desarrollo de nuevos materiales. Como los creados por MycoWorks, empresa de biotecnología fundada en 2013 por Philip Ross y Sophia Wang, dos artistas y pioneros en el campo de los biomateriales. Como explican desde MycoWorks, «la empresa se creó a partir del profundo conocimiento de Phil Ross sobre el micelio, un organismo abundante y complejo, además de una maravilla estructural». Así, Ross comenzó a cultivar este hongo para utilizarlo en sus esculturas en la década de los noventa y en esta experimentación descubrió la versatilidad de su forma, textura y color.
Por su parte, Sophia Wang, hija de investigadores en biología celular molecular, se formó como artista y escritora, pero siempre tuvo un gran interés por los sistemas vivos de la naturaleza. Mientras escribía su tesis doctoral sobre poesía, Wang trabajó con Ross en una serie de programas públicos que exploraban la cultura y la historia del diseño de biorreactores. Cuando creció el interés mundial por las creaciones de Ross y surgieron oportunidades para colaborar con marcas que buscaban materiales innovadores, Ross y Wang decidieron fundar una empresa.
Gracias al profundo conocimiento de Ross sobre el micelio, desarrollaron Fine Mycelium™: un sistema que permite manipular el micelio durante su crecimiento para crear biomateriales únicos, atractivos, resistentes y duraderos; algo que ha cautivado a empresas de diferentes sectores, como Hermès, Ligne Roset o General Motors. Tras años de investigación, este sistema ha dado lugar a un primer productor para el sector del lujo: Reishi™, una versión mejorada del micelio similar en apariencia y textura al cuero animal, pero con una huella ambiental mucho menor.
Su baja huella de carbono se debe, en parte, a su proceso de crecimiento pasivo, ya que el micelio no requiere alimentos, agua, luz u otros insumos adicionales para crecer. Más aun, el proceso Fine Mycelium™ permite un «proceso de recurtido» mucho más limpio, corto y optimizado, que pasa directamente al teñido y al acabado sin usar cromo, lo que reduce el uso de agua y productos químicos en comparación con los procesos tradicionales.
Desde MycoWorks afirman que «Reishi™ está inaugurando una nueva era en el diseño sostenible, permitiendo personalizar los materiales desde el proceso de crecimiento, ofreciendo un control sin igual sobre un material natural».
Como ha señalado en diversas ocasiones Matt Scullin, consejero delegado de MycoWorks, las marcas necesitan nuevos materiales con menor impacto ambiental para cumplir sus compromisos climáticos y, al mismo tiempo, el apetito por la moda y el lujo requiere nuevas fuentes de materiales para impulsar el crecimiento. Es decir, la sociedad reclama productos sostenibles y exige calidad.