El reciclaje de los aerogeneradores: asignatura pendiente
La industria eólica explora tecnologías de reciclaje (mecánico y térmico o químico) para las aspas, los componentes más específicos de un molino de viento. Pide que para 2025 esté prohibido llevarlas al vertedero en Europa.
A principios de 2020, el proveedor mundial de soluciones para la energía eólica Vestas anunció que para 2040 produciría turbinas eólicas sin residuos, es decir, reciclables al 100%. Como primer paso, se ha propuesto aumentar la tasa de reciclabilidad de bujes y palas. En la actualidad se encuentra en un 44% y se quiere llegar al 50% para 2025, y al 55% para 2030.
"Se estima que los desechos sólidos contribuyen al 5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y que los residuos generados solo por las palas de las turbinas serán de 43 millones de toneladas acumuladas para 2050. Con el mercado mundial de energía eólica creciendo un 3% por año, los restos de las turbinas podrían contribuir cada vez más al problema global de los residuos". Así lo explicaba la compañía en nota de prensa.
El reto del reciclaje en el sector
De esta forma se ponían encima de la mesa varias cuestiones. La primera, y quizás la más obvia, es que la eólica no cuenta con un sistema específico para reciclar los enormes aparatos que pone en el mercado. Esto, desde el propio sector, se plantea como un reto. Una asignatura aún pendiente. La segunda cuestión es, en realidad, una pregunta: ¿se reciclan actualmente los aerogeneradores que terminan su vida útil? "Ahora mismo en España, y me imagino que funciona igual en el resto de Europa, al vertedero no ha ido ningún parque", responde Tomás Romagosa, director técnico de la Asociación Empresarial Eólica (AEE).
"Cuando un parque eólico se repotencia (se sustituyen los equipos antiguos de menor potencia y eficiencia por máquinas nuevas de mayor capacidad y rendimiento, según definición de la Escuela de Organización Industrial, EOI), las piezas sustituidas van a un mercado de segunda mano de repuestos. También se pueden destinar a mercados menos desarrollados en materia de renovables", explica Romagosa. Una especie de mercado de segunda mano eólico que en España controlan empresas como Surus, y existen otras similares en los demás países de la Unión Europea.
En 2012, la UE publicó una directiva sobre responsabilidad ampliada del productor, que hacía al fabricante responsable de la recogida y tratamiento de los residuos de aquellos productos que ponía en el mercado, como recuerda Gonzalo Torralbo, director comercial y de relaciones institucionales de Recyclia (entidad administradora del reciclaje de residuos eléctricos, electrónicos y pilas). Dentro del ámbito de esta directiva incorporó a los paneles solares fotovoltaicos, pero no a los aerogeneradores, por ser demasiado específicos. De manera que los fabricantes de los modernos molinos de viento no tienen obligación de velar por su reciclaje al término de su vida útil. Con matices.
"Para montar un aerogenerador hacen falta muchos componentes, como transformadores o motores y, si son estándar, sí entran en la responsabilidad ampliada del sector eléctrico o electrónico", tercia Torralbo. Como también entran, a través de sus respectivos canales, el hormigón, o el acero. De hecho, entre el 85% y el 90% de los componentes de una turbina eólica son reciclables según WindEurope, asociación que promueve el uso de la eólica en Europa. Quedarían las piezas más específicas, sobre todo las enormes aspas de fibra de carbono o de vidrio, para las que existen ya tecnologías de reciclaje, pero aún como pilotos de investigación, sin haber alcanzado fase comercial ni estar desarrollándose a gran escala, según reconoce Romagosa.
Las hay más orientadas al reciclaje mecánico, consistente en triturar las palas viejas (primero en el propio parque, a continuación en la planta de tratamiento) e integrar el resultante en otros materiales como hormigones (a los que proporciona mayor elasticidad), pavimentos (mejora su durabilidad) o aislamientos para la construcción. "Es quizás la salida más sencilla, ya que no reaprovecha como tal la fibra de vidrio, que es un material complejo", apunta el director técnico de AEE.
El segundo bloque de tecnologías investiga el reciclaje térmico o químico “para reaprovechar mejor la fibra de carbono o vidrio", apostilla Romagosa, quien añade: "Las palas troceadas van a hornos de pirólisis que consiguen descomponer la fibra casi a su estado inicial". El resto de materiales, como maderas o resinas, se queman y desaparecen. "Las propiedades mecánicas de estas fibras recicladas no son tan resistentes y ligeras como las originales, y además, son más caras. Apunta a una muy buena solución, pero que habrá que escalar a nivel comercial para que bajen los costes y resulte más interesante a los promotores. Es un modelo de negocio que necesita optimizarse", apostilla.
A mediados de junio de 2021, WindEurope pedía la prohibición, para 2025, de tirar al vertedero las palas de turbinas eólicas fuera de servicio en todo el territorio europeo. Su idea era que la industria eólica europea se comprometiera activamente a reutilizar, reciclar o recuperar el 100% de las palas fuera de servicio. “La prohibición de recurrir a los vertederos aceleraría aún más el desarrollo de tecnologías de reciclaje sostenibles para materiales compuestos", rezaba en su comunicado. Por ahora, se sigue en busca de soluciones.
Romagosa enfatiza la apuesta por la sostenibilidad de la eólica, como energía renovable que es. "Como industria somos conscientes de que operamos con componentes muy grandes, a pesar de ser inocuos para el medio ambiente", apostilla. Torralbo le pide anticipación, "que aprenda del ejemplo del móvil" y esté en disposición de alcanzar una economía circular para cuando los grandes parques eólicos, aún jóvenes, vayan llegando al final de su vida útil.