El largo periodo de adaptación de los líquenes al cambio climático
Los líquenes ocupan el 7% de la superficie de la Tierra y son esenciales para los ecosistemas: retienen humedad, forman parte de los ciclos del carbono y del nitrógeno y sirven de alimento a muchos seres vivos. Ahora se sabe que el aumento de las temperaturas también les afecta.
Los líquenes no le siguen el ritmo al cambio climático. Para muchos de estos organismos, que ocupan el 7% de la superficie terrestre y son fundamentales para el funcionamiento de numerosos ecosistemas, los procesos de adaptación deben ser lentos y pausados. De esos que tienen lugar a lo largo de millones de años.
Esta es la principal conclusión de un nuevo estudio que ha constatado que el alga más común entre los líquenes, la Trebouxia, no puede adaptarse al aumento de las temperaturas al ritmo al que la Tierra se está calentando. Esto abre muchos interrogantes sobre el futuro de estos organismos en un mundo cada vez más determinado por el cambio climático.
Una simbiosis perfecta
A primera vista, los líquenes son organismos muy similares al musgo que crecen en los árboles, las rocas e incluso en las paredes de los edificios. Sin embargo, los líquenes son en realidad el resultado de la unión entre un hongo y un organismo fotosintético (algas o cianobacterias) que conviven en simbiosis.
En esta unión, el hongo funciona de forma similar a un invernadero, creando un ambiente que protege a las algas o a las cianobacterias y les permite crecer. A su vez, estas generan alimento para el hongo a través de la fotosíntesis. Gracias a este equilibrio, estos organismos dominan una parte de la superficie terrestre y consiguen sobrevivir incluso en los entornos más duros de la Tierra.
Los líquenes resultan fundamentales para los ecosistemas, ya que retienen humedad, forman parte de los ciclos del carbono y del nitrógeno y sirven de alimento a muchos seres vivos. Se usan también para fabricar colorantes, en la industria farmacéutica y en la medicina tradicional. Sirven, incluso, para medir la calidad del aire y los niveles de contaminación.
Sin embargo, el futuro de muchos tipos de líquenes podría estar comprometido. Un nuevo estudio, realizado por científicos de The Field Museum de Chicago (EE. UU.) y publicado en la revista científica ‘Frontiers in Microbiology’, concluye que la Trebouxia no lo tiene fácil para adaptarse al cambio climático.
De miles a millones de años
Gracias al análisis de ADN de diferentes especies, los investigadores de The Field Museum concluyeron que, si la Tierra continúa calentándose al ritmo previsto para este siglo (la temperatura media ha subido ya 1,1 °C desde la época preindustrial), el alga Trebouxia podría tardar cientos o incluso millones de años en adaptarse a los cambios.
“Descubrimos que el ritmo previsto supera con creces la velocidad a la que evolucionaron estas algas en el pasado. Esto significa que ciertas partes de su área de distribución pueden volverse inhóspitas para ellas”, señala Matthew Nelsen, científico investigador del Field Museum y autor principal del artículo.
En un contexto de cambio climático, las algas pueden encontrar dificultades para tolerar las temperaturas, los cambios en las precipitaciones o los eventos extremos. Además, podrían verse afectadas por la presencia de otras especies que se ven obligadas a expandirse a nuevos entornos. Todo esto puede tener, a su vez, consecuencias en el resto de los seres vivos que conviven con los líquenes en sus ecosistemas.
“Me sorprendió. Debería haberlo imaginado por otros documentos que he leído, pero me molestó constatarlo. Está tan cerca de casa, en un grupo de organismos cercanos y queridos para mí”, declaró Nelsen.
Sin embargo, y de acuerdo con los investigadores, esto no significa necesariamente que los más de 7.000 tipos de líquenes que se forman alrededor del alga Trebouxia estén destinados a la extinción. En muchos casos, podrían darse cambios en las relaciones entre las algas y los hongos.
“Podríamos ver asociaciones que no existían anteriormente –explica Nelsen–. Las algas son la fuente de alimento del hongo. Si se ven obligadas a mudarse, entonces el socio fúngico también tendría que desplazarse o desarrollar una nueva asociación”. A pesar de las conclusiones de su trabajo, para Nelsen y sus compañeros de investigación existe todavía una esperanza: que estudios como este ayuden a entender mejor el cambio climático y a desarrollar soluciones para prevenirlo.