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El futuro de la cosmética ecológica: una tendencia al alza

La preocupación por la salud, las preferencias de consumo por lo sostenible y ecológico, una mayor oferta en todo tipo de superficies comerciales e internet… El sector del cuidado personal con productos naturales y orgánicos avanza imparable. Su principal reto: separar lo que es econatural de lo que en realidad no lo es.

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Del futuro pujante de la cosmética ecológica da fe un estudio de la consultora Grand View Research. Según este, el mercado del cuidado personal orgánico crecerá entre el 8% y el 10% al año hasta alcanzar en 2025 un valor de más de 25.110 millones de dólares.

No obstante aún es necesario que tanto los reguladores como la propia industria asuman el reto de ofrecer una información más transparente en los productos. Así lo piensa Nuria Alonso y Montse Escútia, de la asociación Vida Sana. Para ella, el objetivo es responder a consumidores cada vez más formados y exigentes.

¿Hasta qué punto natural la cosmética?

Se entiende por ‘cosmética natural’ aquella que utiliza ingredientes naturales sometidos a sencillos procesos de transformación química, sin aditivos o en cantidades muy pequeñas. En ningún caso perjudiciales ni para el medioambiente ni para la salud humana. Otro informe de Grand View Research vaticina que este nicho concreto aumentaría hasta los 48.000 millones de dólares para mediados de la década.

Las denominaciones ‘orgánica, bio o eco’ son sinónimas y más restrictivas que ‘natural’, exigen que sus ingredientes se hayan producido de acuerdo con los criterios de la agricultura ecológica, sin fertilizantes ni fitosanitarios, explica Nuria Alonso, responsable de la certificación BioVidaSana.

"El problema es que no hay una regulación pública que delimite claramente cuándo se puede hablar de cosmética ecológica o cosmética natural", lamenta Alonso. "Hay ciertas empresas que, sin cumplir con ninguno de estos requisitos, gestionan sellos de cosmética supuestamente certificada".

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Y luego existen "otros reclamos que son más fáciles y más baratos para la industria cosmética", según enumera la experta, como por ejemplo ‘zero waste’ (sin residuos), indicar el tanto por ciento de “naturalidad” de los ingredientes, ‘plastic free’ (libre de plástico), uso de plástico reciclable, producción sostenible, biodegradable, cosmética limpia, 'coral friendly' para cremas solares que evitan algunos filtros químicos... "Incluso está muy extendido el uso de vegano, que solo implica que no se utilizan ingredientes de origen animal, pero no necesariamente son ingredientes naturales", matiza.

Cosmética orgánica 100%

Alonso cree que en el futuro aumentará este tipo de reclamos y se irán reduciendo los ingredientes más tóxicos en la cosmética en general. "Pero producir cosmética orgánica de verdad es caro y difícil, y no todos los laboratorios saben hacerla", advierte. La experta asume que los precios bajan cuanto mayor es la producción y la competencia, y que la oferta de productos de cosmética econatural ya no solo responde, como solía suceder, a la iniciativa de pequeñas empresas y artesanos. "Las grandes marcas se han interesado por este nicho y esto hace que sus productos sean más fáciles de encontrar y más baratos", añade.

"Entiendo que, en el futuro, cuanto más habitual sea encontrar cosmética natural y ecológica en las grandes cadenas de venta, las producciones de los pequeños laboratorios serán cada vez más como las 'delicatessen' en alimentación, es decir, de productos distintos y con una historia detrás, algo así como una cosmética de autor", describe.

Podcast | Cosmética sostenible: ¿Cómo comprar un producto comprometido con el planeta?

00:00 21:06

Más demanda y más oferta de cosmética sostenible

El estudio de Grand View Research coincide con ese punto de vista: la demanda crece y aumenta la disponibilidad de los productos ecológicos en supermercados, centros comerciales o farmacias, además de las tiendas ‘online’. Este último factor es clave en el bum de la cosmética bio en mercados emergentes, ya que permite a los compradores "acceder a una amplia gama de productos de cualquier parte del mundo".

Alonso identifica a este tipo de consumidores como personas que quizás no acudirían a una tienda ecológica "porque les resulta un territorio extraño, pero sí podrían comprar un producto natural si lo encuentran en su supermercado o droguería habitual". Por ejemplo protectores solares, lociones corporales, champús, exfoliantes, cremas anti-envejecimiento, desmaquillantes, mascarillas, productos para el cuidado de ojos y labios, cremas BB (para tratar imperfecciones), aceites, tonificantes y limpiadores, todos ellos libres de fragancias sintéticas, conservantes, parabenos y petroquímicos.

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Sin embargo, según Alonso esta mayor accesibilidad tiene reverso: que "se corre el riesgo de encontrar oferta orgánica mezclada con otra que no lo es". Ante la ausencia de criterios homogéneos para regular el mercado, "la única solución es formar e informar" y, por parte de los consumidores, confiar en marcas certificadas con sellos reconocidos. "Si quieres comprar cosmética que dice ser natural o ecológica, es preferible que esté certificada y solamente con sellos serios".

Sellos locales y globales de cosmética sostenible

Existen certificaciones con reconocimiento local –Bio Garantie en Bélgica, Naturland en Alemania, BioVidaSana en España, por ejemplo– y otras que funcionan más globalmente, como Natrue, de la Asociación Internacional de Cosmética Orgánica y Natural, o las italianas ccpb o AIAB. Y Cosmos, quizás la más famosa. "Es una norma internacional que lleva el sello de la entidad socia que la certifica (Ecocert, ICEA, BDIH, Soil Association, Cosmebio) más la palabra Cosmos", explica Alonso. "Demeter es la referencia internacional para todos los productos biodinámicos [procedentes de un tipo de agricultura alternativa que se rige por un calendario basado en la posición del sol y la luna para realizar las labores de cultivo], incluyendo la cosmética", añade.

¿Por qué se suele acudir a la cosmética bio? "Por salud", responde Alonso, "hablamos de personas con problemas de alergias, o de piel, o sensibilidad química". Pero también, cada vez más, "consumidores concienciados que ya optan por alimentos ecológicos y quieren que toda su compra sea responsable". "Además de profesionales del sector de la estética que buscan diferenciarse, algunos de ellos con problemas de salud por el contacto continuado con productos químicos".