El fin del carbón en Reino Unido: lecciones para impulsar las renovables en el resto del mundo
El 30 de septiembre de 2024 cerró la última central térmica de carbón que funcionaba en territorio británico. La apuesta por las energías renovables en el país donde surgió la Revolución Industrial demuestra que es posible la eliminación del combustible fósil. Al mismo tiempo, marca el rumbo a los demás sobre un futuro descarbonizado.
La decisión de Reino Unido de cerrar la instalación ‘Ratcliffe-on-Soar’ – cerca de Nottingham y que empezó a operar en 1968– se produce en el país que fue la cuna de la Revolución Industrial. Allí, gobiernos de distinto signo político, con plazos y tiempos bien marcados, establecieron esta estrategia de largo recorrido desde hace varias legislaturas. “Estamos ante un momento de gran importancia”, reconoce Emilio Sáenz-Francés, director del Observatorio Winston Churchill de la Universidad Pontificia Comillas.
La historia de la industria energética que procede del carbón comenzó en las Islas Británicas hace 142 años. Fue en 1882 cuando se puso en marcha la central eléctrica conocida como Holborn Viaduct (centro de Londres). Esta es considerada la primera central térmica de carbón del mundo. En 1980, la combustión de este mineral servía para satisfacer el 76% de la demanda de suministro eléctrico de Reino Unido, según datos de la web especializada en cambio climático ‘Carbon Brief’. En 2012 representaba el 40%. Cinco años después, en 2017, los británicos tuvieron su primer día “libre de carbón” desde la Revolución Industrial, destaca Greenpeace Reino Unido. Antes del cierre de ‘Ratcliffe-on-Soar’, su peso en el mix energético se había desplomado a menos del 2%.
“Reino Unido se ha embarcado en una serie de políticas verdes y de diversificación de las fuentes de energía que le han permitido distanciarse del carbón”, resume el experto de la Universidad Pontificia Comillas en lo que define como un intento del país para reinventarse como una ‘smart power’.
Ha sido un distanciamiento progresivo, y en dos tiempos, expone ‘Carbon Brief’: el primero, en los años noventa, con un viraje hacia el gas natural; el segundo, en los 2000 –gracias en buena medida a la presión de la Unión Europea–, con el desarrollo de renovables y políticas que obligaban a las centrales térmicas a pagar por contaminar.
Un camino para seguir
El carbón decae en Europa o EE. UU. pero reina en China, como muestra una investigación del ‘MIT Technology Review’. La decisión británica de abandonar este combustible fósil no va a marcar la agenda geopolítica de otros actores como China o India, pero muestra un camino para seguir”, indica Sáenz-Francés. Destaca que Reino Unido lleva cerradas 25 plantas como la de Ratcliffe desde el año 2000, y que este “proceso intensivo” no ha mermado su capacidad económica ni desatendido la demanda. “Ha demostrado que se puede crecer reduciendo el consumo energético”, precisa.
Entre 1990 y 2019, la economía del Reino Unido creció un 78%, mientras que las emisiones de carbono cayeron un 44%, la reducción más rápida del G7, ha subrayado el Gobierno británico. “Su experiencia demuestra que es posible una eliminación rápida del carbón, y que podría reproducirse a escala internacional”, incide ‘Carbon Brief’.
El simbolismo, trascendencia y significación de este adiós al carbón va más allá de lo estrictamente económico, ya que este mineral forma parte de la historia, la política y la cultura del Reino Unido. Abasteció su flota de guerra, que definió el poder político de los británicos en el mundo. Conformó un sector tan importante como el de la minería, fundamental en la identidad de territorios como Gales.
Cambio de ciclo
“Para mí, ‘Ratcliffe-on-Soar’ siempre ha sido más que una central eléctrica, ha sido un pilar de la seguridad energética del Reino Unido. Construida en una época en la que el carbón era la espina dorsal del progreso industrial, suministró energía a más de dos millones de hogares y empresas”, ha asegurado Michael Lewis, CEO de Uniper, propietaria de la instalación. Después de honrar su legado y a su plantilla, Lewis pasó a contar la intención de Uniper de invertir en tecnologías de captura de carbono, energías renovables e hidrógeno verde. Su discurso es fácilmente traducible a un: “Gracias por los servicios prestados pero hemos cambiado de ciclo y ahora estamos a otra cosa”.
El cierre de ‘Ratcliffe’ tiene otra lectura positiva, y es decirle al mundo que abandonar el carbón no significa hacer lo propio con las personas, según apunta Greenpeace Reino Unido. “Sindicatos y Uniper han acordado un plan para financiar la identificación de nuevos puestos laborales, el reciclaje o la indemnización completa por despido para los 154 trabajadores de la planta”, revela.
Reino Unido fijó el año 2024 como fecha para el fin del carbón durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 –la COP26– celebrada en Glasgow, donde ostentaba la presidencia. Aquella COP26 vislumbró el fin del carbón. “En los últimos seis años, desde la adopción del Acuerdo de París, se ha producido un descenso del 76% en el número de nuevas centrales de carbón previstas en todo el mundo. Esto equivale a la cancelación de más de 1.000 GW de nuevas plantas de carbón”, recordó la ONU durante la COP26.
Los objetivos de descarbonización de BBVA
En la línea para contribuir a la transición energética, BBVA publicó el 5 de marzo de 2021 su objetivo de reducir a cero la exposición a actividades relacionadas con el carbón y dejar de financiar a empresas que mantengan estas actividades antes de 2030 en los países desarrollados –y antes de 2040 en el resto de países en los que está presente–. Esta decisión, recogida en el Marco Medioambiental y Social de BBVA, se alinea con la propuesta del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de limitar la subida de las temperaturas a un máximo de 1,5o C, y con la ambición de conseguir una economía neutra en carbono en 2050.