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Planeta> Gestión del Agua 12 may 2023

El agua, un bien indispensable: ¿Qué es y cómo hacer la transición hídrica?

El uso de agua aumenta, los ríos ven reducido su caudal, los acuíferos se sobreexplotan. El agua sostiene actividades ganaderas, agrícolas, industriales o turísticas. En este escenario, las sequías afectarán cada día más al ser humano. Es el momento de crear una economía circular hídrica. La clave, cómo hacerlo.

Unos pocos milímetros de precipitaciones bastan para llenar de colores el desierto chileno de Atacama. El agua activa la vida que permanece oculta bajo el suelo y que brota en forma de flores y pequeños arbustos. Se trata del desierto florido, un fenómeno único que se da cada varios años, cuando las lluvias llegan a cuentagotas a esta región de Sudamérica.

Estas plantas del desierto de Atacama, el más árido del planeta fuera de los polos, ofrecen una oportunidad única para estudiar la resistencia de la vegetación a la escasez hídrica. Esto resulta especialmente importante para Chile, un país que, como España, sufre cada vez más los impactos de la sequía y tiene como reto realizar una transición hídrica eficiente.

En los últimos años, la presión del cambio climático y la sobreexplotación de los recursos naturales ha puesto de manifiesto la importancia de garantizar una transición ecológica que tiene numerosas caras, como la energética y, por supuesto, la hídrica.

'Podcast': La transición ecológica: hacia un modelo de desarrollo en armonía con el planeta

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Esta última, tan importante para países como España y Chile –el hogar del único desierto que ve crecer impredecibles mantos de flores–, busca mejorar la gestión de los recursos acuáticos y adaptarla a un escenario en el que el agua será un bien cada vez más demandado y escaso.

La amenaza de la falta de agua

De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el centro de Chile sufre las consecuencias de una gran sequía que, a principios de 2023, había durado ya más de 13 años. Esta sequía, la más larga en la región en al menos un siglo, ha provocado una grave crisis hídrica que tiene consecuencias en el bienestar de millones de personas y en la economía del país.

Laguna Torca, Chile.

A más de 10.000 kilómetros del país andino, en España, la ausencia de agua se presenta también como uno de los principales problemas a largo plazo. Se calcula que, si no se adoptan medidas urgentes y eficientes para frenar el cambio climático y para garantizar el uso responsable de este recurso, las sequías afectarán a más del 70% del territorio en el año 2050. Como consecuencia, 27 millones de personas vivirán en zonas con escasez de agua.

Entre las causas, señalan en el informe España 2050: Fundamentos y propuestas para una Estrategia Nacional de Largo Plazo, elaborado por el Ministerio de la Presidencia del Gobierno de España en 2021, está el patrón de crecimiento económico basado en la producción desmedida y la explotación de los recursos naturales que la mayoría de los países desarrollados adoptó a lo largo del siglo XX.

En España, el uso de agua ha aumentado en más de un 60 % desde la década de los setenta, los ríos han visto reducirse sus caudales y los acuíferos se sobreexplotan cada vez más. La cantidad y la calidad de los recursos hídricos ha disminuido, hasta el punto de que el 40 % del agua de ríos y lagos y el 45 % de las masas de agua subterránea no se encuentran en buen estado.

Esto es incompatible con la actividad de un país que necesita grandes cantidades de este recurso para sostener la agricultura, la ganadería, la industria, las demandas del turismo y la actividad de los hogares. En la actualidad, 22 millones de personas viven en zonas de España en las que el consumo de agua supera la cantidad disponible.

Una solución en forma de transición hídrica

La transición hídrica se presenta como una estrategia para darle la vuelta a esta situación y crear una economía circular del agua. Una estrategia que consiga mantener sanos los recursos hídricos para que sigan prestando beneficios al medioambiente y a las sociedades humanas.
Esta transición debe involucrar a todos los agentes de la sociedad: gobiernos, empresas y ciudadanos. El Gobierno de España, por ejemplo, cuenta con las Orientaciones Estratégicas sobre Agua y Cambio Climático, una guía para planificar y gestionar esta transición. Entre las medidas y acciones planteadas destacan:

  • Recuperar, restaurar y proteger ríos, lagos, acuíferos y zonas húmedas.
  • Mejorar los sistemas de saneamiento y depuración, incorporando avances tecnológicos y estableciendo medidas para reducir la contaminación por plásticos.
  • Incrementar la seguridad hídrica con proyectos que contribuyan al ahorro y al uso eficiente de los recursos e incorporando medidas de circularidad.
  • Reforzar la financiación de las administraciones hidráulicas.
  • Impulsar nuevas tecnologías y actividades económicas sostenibles para construir un modelo de gobernanza del agua equitativo y participativo.
  • Apoyar la creación de una agenda internacional del agua.
  • Recuperar espacios emblemáticos como el Mar Menor.

Río Biobío, Chile.

En Chile, la iniciativa Escenarios Hídricos 2030 elaboró en 2019 el estudio Transición Hídrica: El futuro del agua en Chile, un documento con medidas y propuestas para abordar la brecha hídrica y mejorar la gestión del agua. Estas son algunas de sus claves:

  • Cambiar la gestión del agua para establecer condiciones regulatorias y económicas adecuadas.
  • Conservar y proteger los ecosistemas acuáticos.
  • Hacer más eficiente el uso de los recursos hídricos, por ejemplo, reduciendo las extracciones por parte de las corporaciones y dando prioridad al uso humano del agua.
  • Hacer más eficiente el sistema. Por ejemplo, trasladando las actividades agrícolas a zonas con mayor seguridad hídrica, apostando por cultivos que demanden menos cantidad de agua o reutilizando las aguas recicladas.

“Si se continúa con la trayectoria actual en la gestión de los recursos hídricos, el escenario posible para el año 2030 es catastrófico, por lo que es indispensable cambiar la forma de abordar el problema”, señalan desde la iniciativa Escenarios Hídricos 2030. Las ventajas de hacerlo, por otro lado, son numerosas, y van desde conservar y proteger los ecosistemas a aumentar la resiliencia frente al cambio climático, pasando por garantizar el acceso a un bien tan indispensable como es el agua a todos los ciudadanos.