Eficiencia energética en edificios y comunidades de vecinos
Desde instalar una ventana de doble cristal al aislamiento completo del exterior de un edificio. Las medidas de eficiencia energética en bloques de viviendas no solo permiten un ahorro de consumo que rentabiliza la inversión, también contribuyen a un cambio general del sector inmobiliario hacia el desarrollo sostenible.
Un vecino puede actuar sobre la sostenibilidad de su inmueble a título particular –eligiendo electrodomésticos eficientes, consumiendo de forma responsable, cambiando las ventanas, aislando su casa– o, como parte de una comunidad de propietarios, apoyar medidas de eficiencia energética más ambiciosas e integrales, según distingue Miguel Prados, CEO de Supervecina, que ofrece servicios de administración de comunidades.
De puertas para dentro, "las pequeñas reformas pueden mejorar notablemente el confort, el bienestar y la calidad de vida en las viviendas", recuerda Sebastián Molinero, secretario general de Andimac (Asociación Nacional de Distribuidores de Cerámica y Materiales de Construcción). Desde burletes colocados en cantos de puertas y ventanas para evitar la pérdida de calor o de frescor a aislamientos por el interior, aislamientos o sustitución de cubiertas, aislamientos de suelos, techos, tabiques y tuberías, iluminación de bajo consumo o auditorías energéticas para un diagnóstico más profesional de cómo optimizar la eficiencia.
De hecho, los vecinos suelen recurrir antes a medidas más básicas, cotidianas y no estructurales como las persianas, toldos y cortinas, que pueden reducir hasta en un 10% el consumo de energía de las viviendas, según algunas organizaciones de consumidores y usuarios. Prados destaca las bondades de algo tan barato y sencillo como un toldo. "Es tremendamente eficiente en la reducción de los consumos de aire acondicionado", subraya. Aunque, si la comunidad no permite su instalación, "basta con bajar las persianas en las horas de más calor", recomienda.
La instalación de ventanas aislantes en ciertos climas puede reducir el consumo energético un 30%, expone Molinero. "Debemos asegurarnos de que sean más eficientes; para ello es importante elegir una buena calidad y que se instalen correctamente para evitar pérdidas. También es importante fijarse en el acristalamiento, que como mínimo debe ser doble, y evitar los puentes térmicos, es decir, las zonas o áreas singulares por las que se produce una gran pérdida de temperatura”.
Medidas integrales
Dentro del saco de las grandes obras integrales, la actuación más sostenible es el llamado SATE, Sistema de Aislamiento Térmico Exterior. "Se trata de un revestimiento térmico que, o bien se impregna o pega a la fachada, o bien se coloca en forma de muro-cortina, permitiendo remodelar estéticamente el edificio", describe Prados. "Es una piel que protege de las condiciones climáticas externas y puede reducir el gasto de energía, calefacción y refrigeración hasta en un 70%", coincide Molinero.
"La principal carencia de los edificios es de falta de aislamiento", sostienen Carmen Sánchez-Guevara y Ana Sanz, investigadoras de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y participantes en EPIU Getafe–Hogares Saludables, proyecto que lucha contra la pobreza energética con soluciones constructivas sostenibles. Observan que, a diferencia de aspectos como la ubicación, el suelo o la estructura del edificio, donde nada pueden hacer las comunidades de vecinos, las deficiencias en aislamiento sí se pueden remediar a posteriori con rehabilitación de la envolvente y aislamientos térmicos. Según ambas arquitectas, son las dos actuaciones con mejores resultados para mejorar la eficiencia energética de las viviendas.
"Las obras más comunes en las comunidades de vecinos suelen realizarse en la envolvente del edificio, fachadas, cubiertas y elementos de accesibilidad de determinados espacios comunes", resume Supervecina. Se trata de “obras duras", reconoce Sánchez-Guevara, y complicadas de acometer porque, además de su envergadura e inversión, requieren el acuerdo de los propietarios.
"Antiguamente era necesario que el 100% de los vecinos estuvieran de acuerdo, al tratarse de zonas comunes, pero esto ha cambiado, y, para rehabilitación energética, basta con que el 30% lo apruebe; aunque, si el importe es muy alto, puede requerirse mayoría simple, un 51%", matiza Prados.
Otras medidas de ahorro, según enumera Prados, son "hablar con las comercializadoras para que nos hagan una propuesta de mejora en nuestra tarifa eléctrica", revisar la potencia instalada –"A veces está sobredimensionada"–, sustituir la iluminación del edificio por LED. Y usar la azotea para la captación de energía solar.
Una vez que una finca urbana ha mejorado en eficiencia energética gracias a soluciones constructivas pasivas, es el turno de los elementos activos, es decir, renovables. "Cuando un edificio ha adoptado esa serie de medidas previas, es el momento de pensar en incorporarle energías limpias", remacha Sanz. "Se está avanzando mucho en mini aerogeneradores, paneles solares o instalación de geotermia para viviendas unifamiliares y comunidades de propietarios".
"Es interesante contemplar no solo nuestro edificio, sino los circundantes, porque existe la posibilidad de crear una comunidad energética, en la que varios inmuebles se compran y se venden la electricidad que producen al precio que acuerden entre ellos", señala Prados. El ejemplo más claro es el de un bloque de oficinas 'asociado' a uno de viviendas. "Su régimen de consumo es distinto y complementario", resalta.
La Agencia Internacional de la Energía (IEA) promueve desde hace años el recurso de la generación y el autoconsumo de la propia energía eléctrica en el sector residencial, fundamentalmente gracias a la instalación de paneles solares en las azoteas de los edificios. Los precios de estos componentes han caído a la mitad en la última década en algunos mercados, lo que reduce el plazo de amortización. Actualmente se calcula su vida útil entre 25 y 30 años y también mejora de forma constante la capacidad de almacenamiento en baterías. Alemania, Italia o el Estado de California son referentes mundiales en este aspecto, y países como España, México o Brasil, entre otros, han adaptado sus legislaciones para favorecer un recurso que tiende a aumentar su nivel de implantación, según la AIE.
Sumando todas las medidas, las grandes y las pequeñas, una comunidad de vecinos podría ahorrarse hasta un 50% en su factura de la luz, calcula Prados, que pide tomar el porcentaje solo como orientación, no literalmente, ya que "existen muchas variables a tener en cuenta". Por ejemplo, una instalación solar puede aportar significativamente a la reducción de consumos en un edificio de tres plantas con una azotea enorme, en la que colocar numerosas placas, y mucho menos en un edificio de 10 y una azotea pequeña.
"La media de amortización de una instalación solar en una comunidad está en seis o siete años. Si consigues ayudas, reduces ese tiempo a la mitad", prosigue Prados, que señala que, en el caso de España, 6.820 millones de euros de los fondos europeos para la recuperación, Next Generation, se destinarán a la rehabilitación de edificios y viviendas unifamiliares. En concreto vendrán a nutrir el Programa de Rehabilitación Energética de Edificios, PREE, que funciona desde 2020.
Según informa el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, IDAE, estas ayudas pueden llegar a financiar hasta el 100% de una obra en "municipios de reto demográfico" (asediados por la despoblación) y en barrios en riesgo de pobreza energética; y, como apostilla Prados, entre un 50% y un 70% en el resto de casos, dependiendo del tipo y envergadura de la rehabilitación.
En España, y con el objetivo de impulsar la eficiencia energética en las comunidades de vecinos, BBVA ha firmado un acuerdo de colaboración con Acciona para informar, asesorar y financiar proyectos de rehabilitación energética en las comunidades de propietarios. El objetivo es reducir el coste de las facturas de luz -con la disminución del consumo de energía- y las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en el parque de los edificios españoles, uno de los energéticamente más obsoletos de Europa.
La referencia europea
Todas estas iniciativas trascienden el beneficio de una comunidad de vecinos puntual, ya que se enmarcan en objetivos de escala planetaria: la descarbonización de la economía en general y en el sector inmobiliario en particular.
En este sentido, la Comisión Europea quiere incluir las normas mínimas de eficiencia energética de los edificios en la revisión de la Directiva relativa a este factor, según explica un informe publicado en julio de 2021 por las organizaciones RAP (Regulatory Assistance Project) y Ecodes (Fundación Ecología y Desarrollo). La UE, con su Pacto Verde, convertida en referente de sostenibilidad, ha puesto el foco en la regeneración de su parque inmobiliario para alcanzar la neutralidad de carbono en 2050, lo que podría facilitar ayudas a las comunidades de vecinos para acometer obras de reforma.
"Más de 220 millones de edificios, que representan el 85% del parque inmobiliario europeo, se construyeron antes de 2001, entre el 85% y el 95% de los existentes hoy en día seguirán en pie en 2050 y la mayor parte no son energéticamente eficientes", concluía en 2020 un comunicado de la Comisión titulado 'Oleada de renovación para Europa: ecologizar nuestros edificios, crear empleo y mejorar vidas'.
Muchos de estos inmuebles "dependen de combustibles fósiles para la calefacción y la refrigeración, emplean tecnologías antiguas y aparatos poco eficientes [...] En conjunto, son responsables de aproximadamente el 40% del consumo total de energía de la UE y del 36% de sus emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de la energía", alertaba.
Las medidas de eficiencia energética en Europa obligarán a los bloques de pisos, según su tipología o modelo de propiedad, a cumplir unos requisitos mínimos de eficiencia energética y emisiones de CO2 en un plazo determinado. El baremo sería el Certificado de Eficiencia Energética (CEE) de la UE, que califica la eficiencia en una escala de mayor a menor entre la A a la G.
Impulso a la renovación
"Demuestra ser una herramienta muy útil para fomentar la renovación del parque edificado", explica la investigación de RAP y Ecodes, que pone algunos ejemplos: en Escocia, las viviendas de alquiler deberán disponer de un certificado de eficiencia E en 2021 y uno D en 2025. En Francia, las viviendas de titularidad privada deberán contar con un certificado E en 2028, y los edificios que no sean viviendas deberán generar un ahorro energético del 40% en 2030, del 50% en 2040 y del 60% en 2050.
"La adopción de la normativa genera un efecto de alerta en la cadena de valor y los mercados", aseguran RAP y Ecodes. En los Países Bajos, donde las oficinas deberán disponer de un CEE C en 2023, "los principales bancos alinearon sus ofertas de financiación para ayudar a sus clientes a adaptarse rápidamente". También están exigiendo "que los nuevos activos se ajusten lo antes posible a la norma y han ampliado estos requisitos a otros sectores".
En España, BBVA ha anunciado "procesos sencillos de rehabilitación energética" para facilitar a las comunidades de vecinos el acceso a los fondos europeos, los Next Generation, como una forma de mejorar la sostenibilidad de los hogares. "Debemos ser capaces de transmitir a los usuarios que es un momento de oportunidad, hay que abrir el mercado de la rehabilitación y generar una cultura favorable", concluye Molinero.