Directiva Europea de Eficiencia Energética de la Edificación: Hacia una nueva generación de edificios sostenibles
Los edificios son responsables del 40 % del consumo de energía en la Unión Europea. Y un 75 % de ellos no son eficientes. En España ocho de cada diez también suspenden en gasto energético e impacto ambiental. Una nueva directiva pretende convertir la eficiencia energética en un valor de mercado y mejorar las rehabilitaciones.
Que tenga mucha luz, varias habitaciones, una ubicación que encaje con nuestro estilo de vida y un precio razonable. A la hora de encontrar una vivienda, tenemos claros ciertos requisitos que no deben faltar. Sin embargo, hay un elemento que no siempre se consulta, a pesar de que puede determinar enormemente el uso y el disfrute que se haga del nuevo hogar: su eficiencia energética.
Actualmente, ocho de cada diez edificios en España suspenden en eficiencia energética. Esto se traduce en un mayor gasto en energía, en un mayor impacto medioambiental y en una menor calidad de vida. Si atendemos a nuestros vecinos, nos encontramos con que el 75 % de los edificios de los países de la Unión Europea son ineficientes, y solo el 1 % se renueva cada año.
Sin embargo, Bruselas ha pisado el acelerador para cambiar esta realidad. La propuesta de la Directiva de Eficiencia Energética de la Edificación de la Unión Europea tiene como objetivo mejorar la eficiencia energética de los edificios y, además, hacer que ésta pase a tener más importancia en el mercado. Conseguir que, cuando busquemos una nueva vivienda, la eficiencia energética deje de ser un dato irrelevante para convertirse en un valor clave.
Las metas de la nueva directiva
Cada vez que encendemos los radiadores o los aparatos de aire acondicionado, gran parte del calor o el frío que lanzan se escapa al exterior. Lo hace a través de fachadas mal aisladas, rendijas de puertas y ventanas y sistemas de climatización poco eficientes. Al menos, así sucede en la gran mayoría de los edificios de España y del resto de los países de la Unión Europea.
Se calcula que los edificios son los responsables del 40 % del consumo de energía de la Unión Europea: cerca de un 80 % de la energía que consumimos los ciudadanos se destina a calentar o enfriar nuestros hogares y al agua caliente sanitaria. Además, los edificios también están detrás del 36 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) relacionadas con la energía. Por ello, rehabilitar los que ya existen y garantizar la eficiencia de las nuevas construcciones está entre los grandes objetivos de la Unión Europea para lograr la descarbonización y alcanzar la neutralidad climática en 2050.
La nueva Directiva de Eficiencia Energética de la Edificación busca reducir el consumo de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero de los edificios, acelerar las tasas de renovación y promover la adopción de energías renovables. Estos son algunos de los puntos más relevantes y novedosos de la directiva:
Alcanzar estándares mínimos E y D
“La nueva directiva supone un cambio importante para numerosos procesos a nivel constructivo y de edificación”, explica Raquel Díez, directora de Proyectos de Green Building Council España (GBCe), una organización centrada en la edificación sostenible. “Una de las más importantes es que se van a empezar a exigir unos estándares mínimos de rendimiento energético. Para los edificios residenciales se exigirá un nivel E para 2030 y una D para 2033. Con esto, se busca acelerar la rehabilitación del parque edificado empezando por la mejora de las viviendas más ineficientes y consumidoras de energía”.
De acuerdo con la directora de Proyectos de GBCe, todavía no se sabe si esto será obligatorio para todas las viviendas o solamente para aquellas que se ofrezcan en el mercado. “El texto es todavía un poco ambiguo, pero todo estará más claro cuando se apruebe la directiva, probablemente a finales de 2023 o principios de 2024”, explica. Los edificios públicos y los no residenciales, por otro lado, deberán alcanzar las categorías mínimas E y D en 2027 y 2030, respectivamente.
Medir y conocer el Potencial de Calentamiento Global del edificio (PCG)
La segunda gran novedad tiene que ver con el impacto medioambiental de los edificios. Hasta ahora, las directivas presentadas tenían como objetivo limitar el consumo y las emisiones de un edificio durante su uso (relacionadas con la calefacción, la refrigeración o el agua caliente, por ejemplo).
La nueva norma, sin embargo, busca que se mida la huella de carbono a través del indicador de potencial de calentamiento global de los nuevos edificios (y quizá también las grandes rehabilitaciones) teniendo en cuenta todo su ciclo de vida. Esto implica tener en cuenta las emisiones derivadas de la extracción y fabricación de los materiales hasta su puesta en obra, pasando por el mantenimiento y el desmantelamiento del edificio al final de su vida útil.
“Es un gran cambio, porque busca medir de forma más precisa el aporte que hace el edificio al calentamiento global debido a las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero. De ahí su nombre”, explica Díez. Por ahora, la directiva sólo contempla medir (y no limitar) este impacto medioambiental. “Uno de los objetivos es conseguir datos con los que empezar a plantearse futuros límites”, añade la experta en edificación sostenible. El cálculo del potencial de calentamiento global se exigirá a todos los edificios nuevos a partir del 1 de enero de 2027.
Avanzar hacia los edificios de cero emisiones
Se espera que para 2050 todos los inmuebles comunitarios sean de cero emisiones. Es decir, edificios que consumen lo mismo que generan gracias al uso de energías renovables, por un lado, y a su alta eficiencia energética, por el otro. Estas construcciones van un paso más allá de los edificios de consumo de energía casi nulo, que tienen un consumo mínimo gracias a las buenas características de su envolvente y sus instalaciones, pero que no son autosuficientes.
“De momento, este objetivo se contempla para todos los edificios públicos nuevos que se construyan a partir de enero de 2026 y para el resto de los edificios nuevos a partir de enero de 2028. Para 2050, se exigirá para todos”, señala Díez. Además, existe la intención de que se pueda exigir también a las rehabilitaciones integrales.
Crear un pasaporte de Renovación Energética
El objetivo de este pasaporte es facilitar que las rehabilitaciones puedan hacerse por fases, y no necesariamente de una vez. “Permite marcar una hoja de ruta para el edificio que tiene como fin último la descarbonización”, señala Díez.
Se espera que este pasaporte establezca unos criterios comunes para todos los estados miembros y sirva para aumentar el compromiso para alcanzar la eficiencia energética. La propuesta actual no presenta el pasaporte como algo obligatorio, pero esto todavía puede cambiar.
El valor de la eficiencia energética
Actualmente, el trámite para hacer realidad esta directiva está en la fase denominada trílogos. “Se trata de un proceso de negociación para acordar un texto que sea aceptable para el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo. El texto está ya bastante asentado, pero puede haber cambios”, explica la directora de Proyectos de GBCe. Tras su aprobación definitiva, se abriría un plazo de 24 meses para su transposición en cada país.
A partir de ahí entraría en juego un calendario que presenta diferentes fechas límite para edificios de nueva construcción o ya existentes, y también para edificios públicos o privados. Cada estado miembro debe establecer, además, su propio Plan Nacional de Renovación de Edificios, una hoja de ruta para alcanzar el objetivo de descarbonización en 2050.
Se espera que esta iniciativa ayude a reducir los gastos energéticos y las emisiones de gases de efecto invernadero, así como a promover el interés por la eficiencia energética. “Premiar la eficiencia energética, especialmente si esta se centra en la intervención física del edificio, en mejorar la envolvente, es un incentivo necesario”, señala Díez.
“Por lo que podemos ver hoy en día, a nivel de mercado, la eficiencia energética no es un criterio relevante en la valoración de un edificio. Creemos que, en los próximos años y gracias en parte a directrices como esta, se convertirá en algo determinante: habrá edificios en los que nadie querrá invertir, porque no estarán permitidos por no resultar sostenibles, y los que tengan mayor eficiencia energética pasarán a estar mejor valorados”, añade la directora de Proyectos de GBCe.