Diferencias y similitudes entre transición energética, ecológica y verde
Las tres transiciones se refieren a una nueva forma de hacer las cosas para frenar el cambio climático. La energética se centra en el sistema de producción y consumo de energía hacia fuentes limpias y renovables, y las transiciones ecológicas y verdes reclaman un cambio sostenible de interactuar con el medioambiente. La principal diferencia es su alcance.
En el norte de Colombia, el desierto de La Guajira se extiende junto al mar Caribe. Esta península inhóspita ha sido hogar del pueblo wayú desde épocas precolombinas. En estas tierras agrestes, muchas esperanzas para un futuro verde en Colombia se concentran. Además, aquí se destacan las diferencias y similitudes entre la transición energética, la transición ecológica y la transición verde.
El gobierno colombiano lleva años trabajando para desarrollar el potencial eólico de La Guajira. La península recibe constantemente los vientos alisios del hemisferio norte, lo que la convierte en una pieza clave en los planes del país. Estos planes buscan reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Sin embargo, la estrategia de transición energética, la protección del medioambiente y los derechos del pueblo wayú no siempre avanzan de la mano.
De acuerdo con el Stockholm Environmental Institute, Colombia ha proyectado la construcción de 31 parques eólicos en La Guajira en los próximos tres años, junto con nuevas líneas eléctricas de alta tensión y otras infraestructuras energéticas. Con vistas al año 2034, se esperan construir otros 10 parques más, sumando un total de 8 gigavatios de potencia eólica instalada. La mayoría de los proyectos se ubican en territorio colectivo del pueblo wayuu.
En un principio, muchos de los proyectos se planificaron sin tener en cuenta la voz de los indígenas ni el impacto ambiental de las obras en un ecosistema desértico muy delicado. Los roces se transformaron en conflictos, primero, y en continuos bloqueos y retrasos para el desarrollo eólico de La Guajira, después. Algunas de las empresas energéticas implicadas en un inicio incluso llegaron a retirarse.
Sin embargo, poco a poco se han ido cerrando algunos acuerdos con comunidades locales y se han modificado los proyectos para que incluyesen una declaración de impacto ambiental detallada. Hoy, de acuerdo con la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), hay siete proyectos licitados y autorizados en La Guajira (seis eólicos y uno fotovoltaico), que sumarán una potencia instalada total de 1,9 gigavatios, una tercera parte del objetivo del país hasta mediados de la década. Son siete proyectos sostenibles que sustentarán la transición energética, y también ecológica, de Colombia.
Diferencias entre transición energética, ecológica y verde
La temperatura media de la Tierra es hoy 1,2 °C más alta que a finales del siglo XIX. Esta subida, que ha provocado cambios importantes en el clima y un incremento de los eventos meteorológicos extremos, está provocada por el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, un aumento que se debe, casi por completo, a las actividades del ser humano. Estos gases se emiten, sobre todo, en la generación de electricidad y calor, en el transporte, en la construcción y en la agricultura. Y tienen, casi siempre, un denominador común: el consumo de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas.
Con el objetivo de reducir emisiones y frenar el cambio climático, la mayoría de los países del mundo se han comprometido a tomar medidas para usar menos combustibles fósiles y descarbonizar sus economías, en general, y sus sistemas energéticos, en particular. Y ahí es donde entra en juego la primera de las grandes transiciones que tenemos por delante, la transición energética.
“La transición energética se centra específicamente en cambiar el sistema de producción y consumo de energía hacia fuentes renovables y limpias, como la energía solar, eólica, hidroeléctrica y geotérmica o los gases renovables como el hidrógeno y el biometano, reduciendo así la dependencia de los combustibles fósiles y disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero”, explica Mercedes Ballesteros, directora del departamento de Energía del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT).
Tal como explica Ballesteros, el objetivo principal de la transición energética es reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2), minimizar el impacto ambiental de la producción energética, cambiar los hábitos de consumo de energía y mejorar la eficiencia energética en todos los ámbitos. Pero en el mundo los sistemas casi nunca funcionan de forma aislada, y no podemos hablar de energía y sostenibilidad ambiental y social sin hablar de los muchos elementos con los que interactúa la transición energética.
“La transición ecológica está estrechamente relacionada con la transición energética, pero no es exactamente lo mismo”, señalan fuentes de la Fundación Biodiversidad. “La transición ecológica es un proceso integral que busca cambiar nuestra forma de interactuar con el medioambiente, adoptando prácticas y políticas que sean sostenibles y amigables con la naturaleza. En pocas palabras, es un camino hacia un futuro más equilibrado, en el que podamos satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer las de las futuras generaciones”.
Pero aún nos queda un elemento más por definir, la transición verde. Este término, en realidad, sí es sinónimo de la transición ecológica. Es una traducción directa del término ‘green transition’, usado en inglés para hablar de la transición ecológica y adoptado como estándar de referencia en muchas de las estrategias nacionales y regionales de lucha contra el cambio climático, incluyendo el Pacto Verde Europeo.
Así, las similitudes entre los tres términos están en que todos se refieren a cambios de calado, transiciones hacia una nueva forma de hacer las cosas con el objetivo principal de mitigar el cambio climático. Las diferencias están en su alcance. Mientras que la transición energética se centra solo en el sistema de producción y consumo de energía, las transiciones ecológicas y verdes nos hablan más de un cambio de sistema, de una nueva forma sostenible de interactuar con nuestro planeta.
Los retos y los beneficios de las transiciones energética y ecológica
Bajo el paraguas de la transición energética se engloban todas las acciones que los países y las empresas están llevando a cabo para utilizar más energías limpias y menos combustibles fósiles. El objetivo es que, a mitad de siglo, el sistema energético no emita más gases de efecto invernadero de los que es capaz de absorber, algo conocido como el cero neto o ‘net zero’.
En esa transición, no todo el mundo avanza a la misma velocidad. Aun así, según la Agencia Internacional de la Energía, la inversión en renovables no deja de crecer y las principales economías del planeta han multiplicado su capacidad de generación de energía limpia en los últimos años. Si las tendencias continúan, la agencia estima que en 2027 el 38% de la electricidad mundial será producida ya por fuentes renovables, superando por primera vez al carbón y convirtiéndose en la primera fuente de producción eléctrica.
“Acelerar la transición a un sistema basado en energías renovables es la forma más efectiva de avanzar para cumplir los objetivos del Acuerdo de París. Hay que priorizar la eficiencia y la electrificación basada en renovables, así como acelerar el despliegue de los gases renovables”, subraya Mercedes Ballesteros. “Pero no nos equivoquemos, la transición energética presenta desafíos importantes, como el coste, la disponibilidad de las tecnologías, que muchas veces son inmaduras, la ocupación del terreno, las barreras políticas y la aceptación social”.
Un sistema que emita menos gases de efecto invernadero no es necesariamente un sistema con poco impacto medioambiental. Tal como explica la directora del departamento de Energía del CIEMAT, es necesario llevar la sostenibilidad al espacio que ocupan las infraestructuras de las renovables, al sistema minero y al reciclaje de los materiales de los paneles solares, los aerogeneradores o las baterías. “La cuestión crucial es afrontar la transición energética desde una perspectiva de sobriedad y eficiencia, no limitarnos a cambiar unas tecnologías por otras”, añade. “La transición energética solo tendrá un impacto ecológico positivo si trabajamos para reducir nuestras necesidades de energía”.
Al ampliar el foco de esta manera, la transición energética empieza a integrarse en la transición verde o ecológica. “Apoyar la transición hacia un modelo productivo y social más ecológico es un objetivo muy ambicioso, que implica avanzar en la transformación de la sociedad y la economía”, explican desde la Fundación Biodiversidad. Los retos, en este sentido, son múltiples y pasan por mejorar la gobernanza, implicar a todos los grupos sociales, asegurar que nadie se queda atrás o apoyarse en la propia naturaleza para encontrar soluciones más respetuosas con el medioambiente.
“Las actuaciones donde se integren la naturaleza y los servicios que ésta provee, fomentando la conservación de la biodiversidad e impulsando la adaptación y mitigación del cambio climático, no solo impactan en el medioambiente, sino también en el bienestar y la salud de las personas”, añaden desde la Fundación Renovables. “Además, ayudarían a construir un nuevo modelo de prosperidad, descarbonizado, resiliente e inclusivo, garantizando un desarrollo económico y social sostenible”.
De La Guajira colombiana a las macrogranjas solares de China, de los parques eólicos marinos del Mar del Norte a las centrales geotérmicas de Islandia y a las plantas de producción de hidrógeno verde en España, el futuro energético del ser humano pasa por las fuentes renovables. Pero la transición energética no será completa si no forma parte también de una transición ecológica justa guiada por los principios de sostenibilidad social y medioambiental.