Diez pymes españolas que luchan por la descarbonización
Visitamos una decena de pequeñas y medianas empresas de alimentación que se han propuesto ser más eficientes. Su compromiso con el entorno, la reducción de residuos, el uso de energías renovables y la reducción de dióxido de carbono (CO2) las ha hecho merecedoras de un premio BBVA a los Mejores Productores Sostenibles.
Cuando la empresa de Carlos Moreno empezó a ser sostenible, el concepto era casi desconocido. Él ya hacía agricultura ecológica desde los años noventa y nunca ha usado fertilizantes químicos. Estos son responsables de una importante cantidad de emisiones de CO2 al medioambiente. Dspelta es una pequeña empresa nacida en el año 2004 tras haber introducido el cultivo de espelta en la serranía de Sigüenza (Guadalajara). Se dedica de manera artesanal a la transformación, empaquetado, distribución y venta de espelta y sus productos derivados, así como de otros cereales y leguminosas. Todos sus productos han sido cultivados bajo criterios ecológicos y disponen de la correspondiente certificación.
“Nosotros buscamos la eficiencia energética con un menor consumo y llevando a cabo muchas tareas de mantenimiento en maquinaria y vehículos agrícolas. Tampoco generamos residuos porque los que tenemos los usamos de nuevo en la tierra. Nunca verás una alpaca de paja en nuestros campos”, explica Moreno.
Dspelta fue una de las diez empresas galardonadas en la segunda edición de los Premios BBVA a los Mejores Productores Sostenibles. Los galardonados fueron seleccionados entre cerca de 200 candidatos de todo el territorio nacional. Con esta iniciativa, que BBVA ha impulsado en colaboración con El Celler de Can Roca, se busca dar visibilidad a agricultores, ganaderos y productores de alimentos cuya actividad aúna el compromiso con el medioambiente, la apuesta por las medidas de ahorro energético y la alimentación saludable.
El papel de las pymes
También consiguió su premio La Almendrehesa, empresa almeriense de producción de almendra que no solo vende productos ecológicos, sino que se considera a sí misma regeneradora del suelo y del paisaje y que implementa un modelo de cuatro retornos de la restauración de ese paisaje: hacer volver la inspiración, el capital social, el capital natural y el capital financiero a las zonas rurales y sus habitantes produciendo al mismo tiempo productos saludables de la más alta calidad. Toda una declaración de intenciones.
Las pymes juegan un papel muy importante en la lucha por la sostenibilidad del planeta. Las diez que BBVA ha galardonado son un ejemplo de ello: productores que llevan la producción ecológica por bandera y que desde que empezaron su actividad han sido capaces de obtener productos de calidad máxima protegiendo el medioambiente.
En esa línea trabaja también la empresa Aceites García de la Cruz, que tiene sus olivares ubicados en las estribaciones de los Montes de Toledo. Esta localización aporta unas condiciones climáticas especialmente óptimas que, unidas a las características del suelo permiten obtener un aceite de excelente calidad. “Nuestra instalación de caldera es de biomasa nos permite utilizar el hueso procedente de la aceituna como combustible para generar calor y climatizar las instalaciones. De manera que aparte de reducir emisiones, aprovechamos un residuo generado en el proceso de fabricación del aceite, reciclándolo como fuente de energía sostenible”, dice Inmaculada Vega, la responsable de marketing.
Como en el caso de Dspelta, que usa los residuos que genera para alimentar al suelo, Aceites García de la Cruz usa también lo que no le sirve de la aceituna para generar su propia energía. Y no solo eso. Además, compra energía eléctrica procedente de fuentes renovables, planifica las rutas de sus transportes para aumentar la eficiencia de los viajes y “hemos plantado miles de olivos nuevos que absorben el CO2 y funcionan a modo de sumidero de dióxido de carbono para reducir y compensar la huella que dejan el resto de actividades”.
Cinco recomendaciones
Ser una pyme sostenible no es complicado, pero necesita de un compromiso. Es solo una cuestión de voluntad y de conciencia por querer hacer de este planeta un lugar mejor. La Red Española Pacto Mundial de Naciones Unidas (Global Compact) hace cinco recomendaciones a las empresas para conseguirlo:
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Formar a sus empleados
Contribuyendo a la optimización de los resultados empresariales a través del aprendizaje continuo en materia de desarrollo sostenible. Para ello, la propia organización está disponible para formaciones a las pymes que lo necesiten.
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Alinear la estrategia con los ODS
Conociendo los ODS, cómo integrarlos en su estrategia para contribuir al desarrollo sostenible y encontrar importantes oportunidades de negocio. Se pueden recoger ideas e inspirarse a través de su publicación ‘Guía para las pymes ante los Objetivos de Desarrollo Sostenible’.
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Elaborar una memoria de sostenibilidad
Es muy importante realizar un Informe de progreso o Memoria de sostenibilidad cada año para tener una radiografía completa de las acciones que se llevan a cabo. De esta manera, podrán comunicar y poner en valor sus avances en materia de sostenibilidad a sus grupos de interés e identificarán áreas de mejora y oportunidades de negocio.
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Poner en valor sus buenas prácticas
Potenciando la visibilidad y el alcance de las acciones relacionadas con la sostenibilidad de manera eficiente y directa.
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Participar en programas que impacten
Uniéndose a los programas aceleradores de impacto global de la Red Española Pacto Mundial de Naciones Unidas (Global Compact) para avanzar en la contribución de la pyme a temáticas como la igualdad de género, el cambio climático o a la Agenda 2030 en general. Estos programas anuales se desarrollan para impulsar acciones empresariales en apoyo a metas concretas de los Objetivos de Desarollo Sostenible (ODS) y ofrecen oportunidades de formación y herramientas.
“El sector alimentario está experimentando un importante cambio. Los consumidores están ahora muy preocupados por lo que comen y cómo se produce, lo que les hace decantarse por productos que sean naturales, sostenibles y respetuosos con el medioambiente”, comenta Pedro Pérez Martínez, CEO de Pedro Pérez Carob Products, galardonada también con el premio BBVA a uno de los mejores productores sostenibles, y que se dedica al cultivo de la algarroba. “En nuestra empresa somos conscientes del importante papel que juega el cultivo de la algarroba en el medioambiente. El aumento de la superficie de cultivo de algarrobo tendrá un impacto muy positivo en el medioambiente. Este producto tiene una de las mayores capacidades de fijación de CO2 entre otros cultivos representativos de España, y juega un importante papel en la mitigación del cambio climático”.
Es difícil no observar con cierto orgullo la actitud de estas pymes del sector de la alimentación que no encuentran barreras a la hora de luchar por sus intereses medioambientales. El sector, como comenta Pérez, cada vez está más concienciado y apuesta fuerte por la descarbonización del planeta.
La producción de Riet Vell (Tarragona) es toda ecológica. Es una empresa creada en 2001 por SEO/BirdLife, una de las principales organizaciones ambientales en España. Tras la realización entre 1997 y 2000 de un proyecto LIFE en el delta del Ebro para evaluar la viabilidad del cultivo ecológico del arroz, SEO/BirdLife promovió la creación de Riet Vell. Para ello contó con la implicación de sus propios socios y de otras ONG y se pudo adquirir una finca de 52 hectáreas. El objetivo fue iniciar aquí una explotación de arroz ecológico y trabajar por una agricultura viable que contribuyera a la conservación de especies y hábitats amenazados en espacios naturales sumamente valiosos como los humedales o las zonas esteparias. Actualmente trabaja con arroz, pasta y legumbres ecológicos.
Comercio de proximidad
Juan Carlos Cirera, director de la empresa lo explica así: “Un 20% de la finca que gestionamos para la producción ecológica de arroz se dedica desde 2001 a la creación, mantenimiento y gestión de un humedal natural de unas 10 hectáreas de superficie. Es bien conocido el papel que tienen los humedales en la captación de CO2 de la atmósfera y su incorporación al suelo. También priorizamos la proximidad”.
Es la misma estrategia sostenible que utiliza Saifresc Hortaval Natur, una empresa de Valencia dedicada a la producción y venta de frutas, verduras y granos secos. “Vendemos nuestros productos a clientes de nuestra zona: tiendas de barrio y, directamente a particulares a través de la tienda en nuestra web. Nuestro producto se caracteriza por ser fresco, lo recolectamos y lo preparamos hoy y lo entregamos al día siguiente. Así reducimos hasta lo estrictamente necesario el consumo de energía eléctrica de nuestras cámaras frigoríficas. Hemos cambiado las bolsas y bandejas de plástico de polietileno (PE) por otras compostables hechas de ácido poliláctico (PLA). En cuanto a las cajas, estamos cambiando de las de madera de un solo uso a las de plástico plegables reutilizables”, explica Julio Quilis, gerente de la empresa.
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha diseñado y puesto a disposición del sector un conjunto de herramientas para el fomento de la sostenibilidad integral de la industria alimentaria con el objetivo de mejorar la competitividad de las industrias que conforman el sector a través de la mejora de su nivel de sostenibilidad en sus tres vertientes, económica, medioambiental y social.
Decálogo de sostenibilidad
También ha lanzado un decálogo de sostenibilidad integral de la industria que abarca la cadena de suministro; la economía local, agentes de interés y consumidores; los trabajadores; la gestión en materia de huellas ambientales, la gestión de la energía, la conducta ética, la agricultura y ganadería sostenible, el ecodiseño, los residuos y la investigación, innovación y desarrollo.
La empresa ecológica de tomates Lovello de Caparrós Nature, en Almería, incluye en su política medioambiental muchos de los puntos de ese decálogo: “Tenemos contratos eléctricos con Garantía de Origen Renovable en nuestros centros de manipulado de mayor consumo energético. También hacemos cálculo anual de la huella de carbono y controles operacionales mensuales. Ambos sirven como herramientas de autodiagnóstico a nivel interno que nos permiten, por un lado, evaluar, entre otros aspectos, nuestros consumos de carburante, gasto eléctrico o las emisiones de gases de nuestras instalaciones y, por otro, establecer medidas preventivas y correctivas. Apostamos firmemente por la implantación de instalaciones fotovoltaicas tanto en nuestros centros de manipulado como en nuestras explotaciones agrícolas, así como la futura instalación de puntos de recarga de vehículos eléctricos en nuestra sede de El Alquián”, explica Mabel Salinas desde su departamento de comunicación.
Terracor (Islas Baleares), compañía dedicada al cultivo de frutas, verduras y hortalizas, también ha puesto el foco en la disminución del uso de energías que no sean renovables y en la reducción del uso de plásticos: “En 2020 dejamos de utilizar plástico para hacer los acolchados y ahora los hacemos con materiales biodegradables. Esto nos permite ahorrar unos 270 kilómetros de plástico al año. También, en 2020 nos otorgaron el Premio SIGFITO al cultivo sostenible por ser la empresa mallorquina que más envases ha reciclado. Además, solo comercializamos en Mallorca, reduciendo así nuestra huella de carbono, evitando horas de transporte y de emisión de gases contaminantes”, dice Marina Droguer desde Manacor.
No hay duda de que la sostenibilidad está marcando el camino del futuro de la alimentación y que cada vez son más los consumidores que exigen productos sostenibles en su cesta de la compra. En Miel Antonio Simón lo saben. Ellos aúnan ecología y producción artesanal de la manera más cuidadosa con el medioambiente: “La polinización que realizan las abejas por sí solas contribuye a la reducción de CO2. Después, todo el proceso de manipulación de nuestro producto es artesano y produce cero emisiones. También los vehículos con los que hacemos el reparto a nuestros clientes son de bajas emisiones”, cuenta Catalina Andreea Dan. Por ello, la empresa familiar alcarreña (Guadalajara) fue también merecedora de los Premios BBVA a los Mejores Productores Sostenibles.
Otro buen ejemplo de política medioambiental sostenible es el de los aceites Castillo de Canena, en Jaén. Se centra en tres ejes fundamentales, según Francisco Vañó, director general del grupo: “Ampliar el uso de energías renovables y profundizar en políticas de mejora de nuestra eficiencia energética, implantación de la agricultura de precisión y profundización en políticas de bioeconomía circular”.
Con este recorrido por las empresas de alimentación más sostenibles de España hemos comprobado que hay muchas pymes que centran su actividad en un producto saludable y un compromiso con el entorno. Productos de primera calidad y que contribuyen a la descarbonización del planeta. Productos que tienen detrás el esfuerzo de un gran equipo de productores que van más allá del propio alimento, que miran más allá de lo que contiene la caja que ponen a la venta.