Día Mundial del Medioambiente: biodiversidad y sostenibilidad para el equilibrio pos-COVID
‘Es tiempo para la naturaleza’. Este es el eslogan que Naciones Unidas ha establecido para el Día Mundial del Medioambiente 2020, un llamamiento que no es casualidad en un año clave para la Biodiversidad.
Este año termina la Década de la Biodiversidad de la ONU y arrancan nuevas estrategias para preservar el millón de especies que actualmente están en peligro de extinción, como la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030. Además, la pandemia generada por el COVID-19 ha puesto de manifiesto lo frágil que es el equilibrio entre la salud del planeta y la de los propios seres humanos. Igual que el COVID-19, el 75% de las enfermedades infecciosas emergentes en humanos tienen origen zoonótico, según Naciones Unidas.
Biodiversidad y salud: un binomio fundamental para el futuro del medioambiente
Según datos de Naciones Unidas, en un plazo de 10 años, la restauración de 350 millones de hectáreas de tierra (actualmente degradada) podría generar 9 billones de dólares derivados de la producción de recursos procedentes de dichos ecosistemas, a la vez que permitiría eliminar entre 13 y 26 gigatones de gases de efecto invernadero de la atmósfera. La degradación de los ecosistemas también cuesta cada año alrededor del 10% del producto interior bruto mundial, según la misma organización. Naciones Unidas dedica este año la celebración del Día Mundial del Medioambiente a la biodiversidad y pone el acento en la restauración de los ecosistemas, una cuestión clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de Naciones Unidas, especialmente aquellos que hacen referencia al cambio climático, la seguridad alimentaria, la erradicación de la pobreza o la conservación de la biodiversidad, entre otros.
La degradación de los ecosistemas cuesta cada año alrededor del 10% del producto interior bruto mundial, según Naciones Unidas.
El PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente) apoyará a los países para consolidar una base científica sólida y fomentar las inversiones verdes. - Unsplash
Acontecimientos recientes como los incendios de California, Australia o Brasil, la invasión de langostas del Cuerno de África y, por supuesto, la pandemia del virus SARS-CoV-2, han convertido en actualidad la emergencia del problema que supone la pérdida de la biodiversidad.
Este año, y en colaboración con Alemania, Colombia es el país anfitrión de la iniciativa del Día Mundial del Medioambiente, ya que es uno de los 14 países con mayor índice de biodiversidad del planeta, pues alberga casi el 10% de las especies conocidas de todo el mundo, según datos del Sistema de Información Ambiental de Colombia.
Una gobernanza mundial verde que garantice la sostenibilidad
La guía de Naciones Unidas para conmemorar esta fecha en 2020 invita a “repensar cómo han evolucionado nuestros sistemas económicos y el impacto que tienen sobre el medioambiente”. Es evidente que la actividad humana ha alterado prácticamente todos los rincones de nuestro planeta, tal y como sostiene el PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente) en su declaración sobre el COVID-19, por lo que, si seguimos degradando los ecosistemas, ponemos en peligro la salud humana.
Igual que el COVID-19, el 75% de las enfermedades infecciosas emergentes en humanos tienen origen zoonótico, según Naciones Unidas.
La salud del entorno natural, la de los propios seres humanos y también la de la economía de los diferentes países del planeta, están irremediablemente interconectadas. La COVID-19 dejará muchas evidencias científicas, sociales y económicas de esta relación y muchas son las voces que se alzan en el ámbito internacional para convertir esa evidencia en el motor de una recuperación económica verdaderamente sostenible.
Por su parte, el PNUMA considera que “revestir de un cariz ecológico los esfuerzos de recuperación puede ayudar a aumentar la resiliencia ante futuras crisis”. Repensar el mundo pos-COVID es la coyuntura perfecta para promover el consumo y la producción sostenibles, así como una financiación responsable con la emergenciaclimática y la integridad de los ecosistemas, que además repercute positivamente en la inclusión social.
COVID-19: una oportunidad para afianzar la economía sostenible
En el marco de una recuperación económica sostenible como respuesta a la crisis del COVID-19, BBVA consolida su compromiso con el medioambiente materializado en el objetivo de ser neutro en emisiones de CO2 en 2020 y reducir un 68% sus emisiones de C02 para 2025. Además, el Grupo BBVA se ha comprometido a que el 70% de la energía contratada en todo el mundo sea renovable en 2025. Todos estos objetivos están enmarcados en el Compromiso 2025, lanzado por la entidad para avanzar en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas y del Acuerdo de París sobre cambio climático.
BBVA participa en diferentes iniciativas por la recuperación verde, como el manifiesto ‘Recuperación verde. Reiniciar y re-impulsar nuestras economías por un futuro sostenible’, promovido por el presidente de la Comisión de Medioambiente del Parlamento Europeo, Pascal Canfin. En el ámbito nacional, BBVA se ha unido al manifiesto que apuesta en España por un salida sostenible a la crisis del coronavirus, impulsado por el Grupo Español para el Crecimiento Verde (GECV). Tal y como ha declarado el presidente de BBVA, Carlos Torres Vila, “si queremos lograr una rápida recuperación, la única forma es mediante un modelo de desarrollo sostenible e inclusivo”.
Asimismo, BBVA quiere ayudar a sus clientes empresariales en su transición hacia un modelo más sostenible, por lo que, dentro de su Compromiso 2025, la entidad movilizará 100.000 millones de euros entre 2018 y 2025 en financiación sostenible, de los que ya ha alcanzado casi una tercera parte, según las cifras disponibles a cierre de 2019. Además, este año, BBVA en España conmemora el Día Mundial del Medioambiente lanzando las primeras tarjetas de plástico reciclado para los titulares de la Cuenta Joven, unas tarjetas realizadas en un 86% en PVC (policloruro de vinilo), que proceden de deshechos de otros materiales plásticos