Día de la huella de carbono: cómo nos afecta su aumento
El debate sobre la contaminación atmosférica y cómo reducir su efecto se ha instalado en todos los ámbitos de la sociedad. Es así porque su impacto nos atañe a todos. Y en el Día Internacional de la Huella de Carbono que se celebra cada 28 de enero, analizamos cómo nos afecta su aumento, cuáles son las consecuencias y cómo reducirla.
Encender la luz de una habitación, poner la calefacción y sentarse a ver un rato la televisión son actividades cotidianas que hacemos todos los días de invierno. Pero normalmente no somos conscientes del impacto medioambiental que genera la acumulación de estas acciones tan habituales.
“La huella de carbono es el resultado de la suma de los gases de efecto invernadero que, contabilizados bajo unos factores de emisión, nos dicen el potencial de calentamiento atmosférico de una actividad en concreto. El resultado de la suma de estos gases, que pueden ser CO2, metano u otros, se mide en toneladas equivalente de CO2, “ explica Guillermo Giménez, técnico en cambio climático y energía en la Iniciativa Cero CO2 en Ecodes. En definitiva, la huella de carbono nos da información.
Como ejemplo se puede tomar el año 2019. Durante el mismo, se utilizó el gas en el 32% de los hogares europeos para la calefacción. La electricidad en el 25% de los mismos y las energías renovables en el 20%, según datos de Eurostat. Y podemos saber el impacto ambiental de ese gas: desde su origen hasta que se usa para calentar nuestra habitación.
Descarga aquí el monográfico: 'La huella de carbono y el desafío de las emisiones'
Cómo nos afectan las emisiones de CO2 y la huella de carbono
Desde 2015, tras la convención del clima de París, se estableció que los países y las actividades industriales que se llevan a cabo en ellos debían tender hacia la descarbonización o neutralidad de las emisiones en 2050. También así se recoge en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, en concreto en el objetivo número 13 de Acción por el Clima. Porque de seguir con la tendencia actual estaríamos ante una “alerta roja para la humanidad”, según el último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, en sus siglas en inglés). Los fenómenos meteorológicos extremos, como nevadas, aumento de temperaturas, sequías o tsunamis son la consecuencia del cambio climático y están directamente relacionados con la actividad humana, según el mismo informe.
Pero también vemos su impacto social y económico. “El incremento de la huella de carbono es uno de los causantes de la desestructuración de medios económicos que antes eran muchos más fiables”, explica Javier Andaluz, coordinador de clima y energía en Ecologistas en Acción.
Otros efectos son tangibles en países del hemisferio sur, sobre todo en África y América Latina, donde comunidades enteras han tenido que desplazarse debido a sequías extremas y la deforestación que han provocado pésimas cosechas o incluso la falta de ellas.
Mitigación y compensación: la solución a la huella de carbono
El cálculo de la huella de carbono por países y por actividades ha resultado un gran avance para apostar por la mitigación de emisiones de gases de efecto invernadero o, en el caso de que no sea posible la reducción, apostar por la compensación. Desde Naciones Unidas se ha señalado claramente que los países desarrollados deben reducir sus emisiones, al tiempo que es importante que los países en vías de desarrollo, algunos sin las tecnologías necesarias para llevar a cabo la mitigación, reciban un fondo establecido en 100.000 millones de dólares al año para alcanzar también la descarbonización.
En la pasada COP26, se incidió en que los países en vías de desarrollo llevan 10 años sin recibir de forma completa este fondo anual. “Hay que avanzar en la mitigación y debe hacerse de forma planificada. Al mismo tiempo debe realizarse una financiación del fondo y que llegue de verdad, no ligado a las compensaciones. Será la única forma de ser competitivos en un futuro: siendo neutrales y dejando de usar combustibles fósiles” apunta Andaluz, de Ecologistas en Acción.
Como alternativa a la reducción de emisiones, países que sobrepasan los límites o empresas que no pueden reducir su huella de carbono, apuestan por las acciones de compensación, ya sea con la financiación de bonos verdes o yendo a los mercados obligatorios de carbono. “Lo importante es reducir y luego ir a los mercados de compensación si tu huella de carbono es aún grande. Este tipo de iniciativas funcionan”, destaca Giménez, de Ecodes. Los mercados de carbono voluntarios permiten a los ciudadanos que quieren compensar su huella de carbono invertir en proyectos medioambientales.