¿Qué es la contaminación atmosférica o del aire? Del ozono a las calefacciones
El 99% de la población respira aire más contaminado de lo recomendado, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Partículas en suspensión y gases producidos por el tráfico rodado, la industria y las calefacciones son los principales causantes de la contaminación atmosférica. La legislación y los programas de vigilancia y control son claves para proteger nuestra salud.
El frío no era normal. El invierno acababa de empezar, pero aquellas temperaturas tenían a medio Londres congelado. Con las calefacciones de carbón a pleno rendimiento, algo más sorprendió a los habitantes de la ciudad aquella mañana de diciembre. Las nieblas espesas eran habituales –y lo siguen siendo–, pero la que cubrió la capital británica entre el cinco y el nueve de diciembre de 1952 no tenía nada de habitual. Aquella niebla mataba.
La combinación de frío intenso, condiciones anticiclónicas y ausencia de viento con la presencia de varios contaminantes atmosféricos generados, sobre todo, por las calefacciones causó el episodio conocido como la Gran Niebla de Londres. Análisis posteriores señalaron que en aquellos días (y durante las semanas posteriores) más de 12.000 personas perdieron su vida. Este fue uno de los peores episodios de contaminación del aire que se ha registrado en Reino Unido, y buena parte del mundo.
Salud y contaminación atmosférica
Unas 25.000 personas estuvieron enfermas aquellos días, el tráfico tuvo que ser interrumpido por la baja visibilidad y la mayoría de los eventos públicos fueron cancelados. La niebla contaminada era tan espesa que incluso se colaba en el interior de los edificios. Tras el episodio, varias leyes empezaron a intentar regular la contaminación en la ciudad y buscaron favorecer que se instalasen calefacciones centrales sin carbón en las viviendas. Aun así, este tipo de sucesos siguieron teniendo lugar durante las décadas siguientes.
Londres no fue la única ciudad de los países industrializados en sufrir los efectos de la contaminación atmosférica a mediados del siglo pasado. Desde aquel 1952, hemos aprendido mucho sobre los contaminantes del aire y los impactos que tienen en la salud. Sin embargo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el 99% de la población global respira aire más contaminado de lo recomendado. Y cada año se registran siete millones de muertes prematuras en el mundo causadas por la contaminación del aire (tanto en interiores como en exteriores).
Características de la contaminación atmosférica
El dióxido de carbono (CO2) y el metano son, probablemente, los dos gases contaminantes que más famosos se han vuelto en los últimos años. El aumento de su concentración en la atmósfera está cambiando el clima y alterando la estabilidad del sistema planetario a un ritmo cada vez más acelerado. Actúan a escala global y de forma más o menos uniforme, sin que importe dónde se hayan emitido. Sin embargo, hay otros gases y partículas que afectan directamente a la salud de las personas que los respiran: son los causantes de la contaminación del aire.
“La contaminación atmosférica es una de las partes de la contaminación ambiental. Es la que afecta al aire que respiramos y abarca los gases y los compuestos que inhalamos”, explica Adonina Tardón, catedrática y directora del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Oviedo. “El de la niebla de Londres es quizá el caso más conocido, pero fue a mediados del siglo pasado que empezamos a darnos cuenta de que las grandes ciudades de Europa y EE. UU. estaban empezando a sufrir episodios agudos de contaminación del aire que afectaban a la salud de las personas”.
Existen diferentes tipos de sustancias contaminantes del aire. En la actualidad, por ejemplo, la legislación europea regula la presencia de 15 contaminantes relacionados con la calidad del aire. Sin embargo, hay cuatro agentes contaminantes que destacan por encima del resto, tal como explica Xavier Querol, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA – CSIC), en este artículo:
- Partículas en suspensión. Se denominan también PM10 o PM2,5 en función de si su tamaño es inferior a 10 o 2,5 micrones (40 veces más finas que un cabello humano). Son de orígenes muy diversos, ya que la forman, entre otras sustancias, las partículas que liberan los motores diésel, los minerales utilizados en las industrias o el hollín de la combustión. En las zonas urbanas, el 35 % de las partículas en suspensión procede del tráfico rodado, tanto de los tubos de escape como del desgaste de los frenos, las ruedas y el pavimento.
- Dióxido de nitrógeno (NO₂). Se produce en su mayoría durante procesos de combustión. En la mayoría de las ciudades, más del 70 % se produce en los motores de los vehículos, aunque la industria, las calefacciones o las quemas agrícolas también contribuyen.
- Benzopireno (BaP). Es una sustancia que se genera, sobre todo, mediante el uso de combustibles sólidos (como carbón o biomasa) en calefacciones.
- Ozono (O₃) troposférico. Si bien el ozono tiene un efecto muy positivo para la vida en las capas altas de la atmósfera porque nos protege de la radiación ultravioleta del sol, a nivel de superficie es un gas contaminante. Se genera a partir de otros gases precursores (como el NO₂) mediante la intervención de la radiación solar.
Los efectos de la contaminación atmosférica
La mala calidad del aire tiene, sobre todo, efectos en la salud de las personas que lo respiran, aunque tampoco deben subestimarse sus impactos ambientales. De acuerdo con la Agencia Europea del Medioambiente, la contaminación del aire provoca:
- Acidificación de las aguas (la conocida lluvia ácida).
- Eutrofización provocada por el excesivo aporte de nutrientes a los ecosistemas.
- Daños en los cultivos agrícolas provocados por la exposición a elevadas concentraciones de ozono.
Así afecta la contaminación atmosférica a la salud
A nivel salud, los efectos varían también en función del contaminante, pero hay uno que preocupa más que ningún otro. “Las partículas en suspensión afectan a más personas que cualquier otro contaminante atmosférico. Son una compleja mezcla de partículas líquidas y sólidas, de sustancias orgánicas e inorgánicas, suspendidas en el aire”, señala Adonina Tardón. “Al inhalarlas, pueden llegar hasta las zonas periféricas de los bronquios e, incluso, de los alvéolos, interfiriendo en nuestro proceso respiratorio y en el intercambio de gases en los pulmones”.
La exposición crónica a estas partículas aumenta, en consecuencia, el riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Además, tras muchos años de investigaciones, desde 2013 la OMS considera las partículas y el resto de los contaminantes atmosféricos como un agente cancerígeno. “Alrededor del 80% de las defunciones prematuras relacionadas con la contaminación atmosférica se debe a cardiopatía isquémica o enfermedad de las arterias coronarias y a accidentes cardiovasculares. Un 14% están relacionadas con la infección de las vías respiratorias inferiores o bronquiolitis y un 6% al cáncer de pulmón”, añade Tardón.
“Además, hay que tener en cuenta que estos problemas siempre afectan más a los más vulnerables. Los niños y los ancianos son los que más sufren. Nosotros hemos trabajado mucho con niños y hemos demostrado que, si respiran aire cargado de contaminantes, su desarrollo pulmonar se ve muy afectado. Son niños que tienen más probabilidad de tener problemas relacionados con sibilancias y bronquiolitis en la infancia y de mantener una enfermedad respiratoria a largo plazo”, subraya la responsable del Área de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Oviedo.
¿Cómo mejorar la calidad del aire?
Como sucedió en el Londres de 1950, el primer paso para atajar la contaminación del aire es encontrar la fuente de los contaminantes y corregirla. La legislación y los programas de vigilancia y control son claves para proteger tanto a la población general como, de forma específica, a las personas más expuestas (como los trabajadores de determinadas industrias).
De acuerdo con las conclusiones del proyecto europeo AIRUSE, desarrollado para proporcionar las medidas adecuadas para reducir las concentraciones de PM2,5 y PM10 en el aire, estas son las medidas más efectivas para reducir la contaminación atmosférica:
- Apostar por un sistema de transporte colectivo público en las ciudades y sus áreas metropolitanas que sea rápido, efectivo y asequible.
- Reducir el número de vehículos que circulan en las ciudades, con especial atención a los vehículos privados.
- Crear zonas de bajas emisiones que directamente prohíben la circulación a los vehículos más contaminantes.
- Desarrollar sistemas de logística y distribución de mercancías eficientes, para reducir el número de desplazamientos.
- Rediseñar las ciudades para que los espacios dedicados a los vehículos pierdan relevancia frente a las zonas verdes y los espacios peatonales.
“En salud pública tenemos una máxima: a quien primero hay que controlar es al que más contamina”, concluye Adonina Tardón. “Las grandes industrias tienen que llegar a ser contaminación cero, según los conocimientos científicos y tecnológicos existentes. Además, en la medida de lo posible, hay que intentar que las ciudades sean amigables para poder ir caminando y en bicicleta y hacer que el ciudadano tenga más fácil usar el transporte colectivo que coger su propio coche”.