Cuando el clima toca la desigualdad y la pobreza: los retos del cambio climático en América Latina
Es una de las zonas con mayor biodiversidad del planeta y, al mismo tiempo, más vulnerable ante el cambio climático. El calentamiento global pone en peligro el bosque amazónico, los glaciares andinos, los arrecifes de coral o los manglares. Además, las condiciones sociales complican su adaptación a la crisis del clima.
Es una de las regiones con mayor biodiversidad del mundo, el hogar de más del 60% de las especies terrestres y el suelo sobre el que crece uno de los grandes pulmones del planeta. Pero es también un territorio atenazado por la desigualdad, la pobreza y la falta de acceso a los recursos.
América Latina es una de las zonas más vulnerables ante el cambio climático. A las amenazas de la sequía, la pérdida de biodiversidad o los fenómenos meteorológicos extremos se suman una serie de condiciones sociales que complican su adaptación a la crisis climática. Para América Latina, gran parte de los retos están en reducir la vulnerabilidad de las comunidades y acabar con la desigualdad.
Del Amazonas a los Andes
El bosque amazónico, uno de los depósitos de carbono y biodiversidad más grandes del mundo, es altamente vulnerable a la sequía. Esta es una de las principales conclusiones del capítulo dedicado a América Central y América del Sur del último informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, Climate Change 2022: Impacts, Adaptation and Vulnerability.
La falta de agua y la subida de las temperaturas trastocan el propio equilibrio de esta selva, lo que conduce a una lenta pero continua pérdida de su masa forestal. Durante las últimas décadas, el bosque tropical sufrió una serie de sequías (relacionadas en parte al cambio climático) que hicieron que, de forma momentánea, dejase de funcionar como sumidero para hacerlo como fuente de carbono para la atmósfera.
De acuerdo con el informe, la subida de la temperatura global pone en riesgo, también, otros ecosistemas de la región como los glaciares andinos, los arrecifes de coral o los manglares. Todos ellos son fundamentales para mantener el equilibrio de la naturaleza y para garantizar el bienestar de las comunidades que viven en su entorno.
Los glaciares andinos, por ejemplo, son una fuente de agua de la que dependen miles de comunidades de países como Chile, Argentina o Perú. Los arrecifes de coral, por otro lado, garantizan millones de puestos de trabajo relacionados con el turismo y la pesca. Un buen ejemplo es la gran barrera de coral Belice, la más grande del mundo después de la australiana, que se extiende bajo las claras aguas del mar Caribe. En este y otros arrecifes, los blanqueamientos son cada vez más frecuentes e intensos.
El impacto de la vulnerabilidad
Para millones de personas en América Latina, los impactos climáticos no se limitan a los que rodean directamente al Amazonas, los glaciares o los arrecifes de coral. Los cambios en los patrones de precipitaciones y en las temperaturas afectan directamente a la agricultura, de la que depende para vivir un alto porcentaje de la población. La falta de acceso al agua, por otro lado, aumenta y recrudece los conflictos.
Los cambios en el clima influyen también en la propagación de enfermedades infecciosas, sobre todo de aquellas que se transmiten por vectores como mosquitos. Estos factores, directamente relacionados con el clima, se unen a otros de origen social, político y económico y favorecen la migración y los desplazamientos de poblaciones que no encuentran solución a sus problemas.
Y es que, tal y como señalan en el informe del IPCC, la pobreza y la desigualdad reducen la capacidad humana para hacer frente al cambio climático, ya que la mayoría de las opciones de adaptación dependen de los recursos. Las sequías, las inundaciones y otras consecuencias del cambio climático afectan más a quienes menos capacidad tienen de anticiparse a los riesgos y de recuperarse, posteriormente, de los daños.
Así, para la región, los retos para adaptarse al cambio climático pasan no solo por proteger y restaurar los ecosistemas y adaptar las actividades económicas para reducir su impacto en el medio. Pasan también por fortalecer la justicia social, reducir la desigualdad y la pobreza y garantizar medios de vida dignos para toda la población.