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Social> Fin de la pobreza 02 ago 2024

¿Cuál es la diferencia entre pobreza y desigualdad?

Desde el año 2020, el 1% más rico de la población ha captado casi dos tercios de toda la riqueza generada, según la organización Oxfam. Pero esta desigualdad en el mundo no significa que el resto de la población viva en la pobreza. Sí, desigualdad y pobreza están relacionadas, pero no son lo mismo.

¿Cuál es la diferencia entre pobreza y desigualdad?

Cuando descubrió por fin la tumba de Tutankamón, el arqueólogo Howard Carter se encontró con una imagen que probablemente no había imaginado: el ataúd, de oro macizo, estaba rodeado de un ajuar que componían más de 5.000 objetos. En la tumba había desde comida y bebida hasta ropa y trompetas, pasando por arcos de tiro, dagas y piedras preciosas. El faraón había sido enterrado junto a enormes riquezas.

Este descubrimiento dio muchas claves a los historiadores y sirvió para entender mejor cómo había sido la sociedad del antiguo Egipto. Una sociedad, como tantas otras, marcada por los extremos, en la que un pequeño número de personas acumulaba la mayor parte de las riquezas.

Un siglo después de que Carter encontrase esta tumba (y más de 3.000 años después de la muerte del faraón), el mundo es todavía un lugar desigual. Se calcula que, desde 2020, el 1% más rico de la población ha captado casi dos tercios de toda la riqueza generada, casi el doble que el 99% restante.

Se trata de cifras que nos hablan de desigualdad. Sin embargo, no nos están indicando que el total del 99 % restante de la población mundial viva en la pobreza. Para entender esta realidad, es importante conocer algunos términos clave: te explicamos cuál es la diferencia entre pobreza y desigualdad.

¿Cuál es la diferencia entre pobreza y desigualdad?

La pobreza como término económico

La ONG Acción contra el Hambre define la pobreza como la carencia de recursos necesarios para satisfacer las necesidades de una población o de un grupo de individuos. “Se trata de un término que tiene que ver con la pobreza material, la pobreza económica, y que se mide de manera comparada: ser pobre es tener menos ingresos que la mayoría de los que te rodean”, explica Begoña Pérez Eransus, doctora en Sociología de la Universidad pública de Navarra.

Por lo tanto, la definición de pobreza está ligada a un momento histórico y también a un entorno geográfico. Al hablar de pobreza, debemos diferenciar entre pobreza absoluta y pobreza relativa. La pobreza absoluta es aquella que tiene en cuenta un umbral global: el Banco Mundial determina que una persona vive en una situación de pobreza extrema si cuenta con menos de 2,15 dólares estadounidenses al día. 

La pobreza relativa, por otro lado, se calcula en función de los ingresos de toda la población de una región o de un país. “Técnicamente, una persona vive una situación de pobreza relativa cuando ingresa menos del 40 % de la media de la ciudadanía de su región o país”, explica Pérez. “Si ingresa menos del 20 % que los que le rodean, estaríamos hablando de pobreza relativa severa”.

De este modo, y teniendo en cuenta los umbrales de pobreza relativa, los ingresos de una persona que se considera pobre en un país como Noruega o Suiza pueden ser considerablemente más altos que los de otra, también considerada pobre, en Mozambique o Sudán.

Dado que la pobreza se relaciona con un estado de carencia, una de sus consecuencias más directas es la imposibilidad de acceder a los bienes básicos necesarios para vivir, como el alimento, la vivienda o los suministros de energía. Hablamos de pobreza energética, por ejemplo, cuando una persona o una familia no puede acceder a los servicios energéticos esenciales, como la luz o el gas.

La pobreza energética impide iluminar correctamente las viviendas, mantenerlas en una temperatura adecuada tanto en verano como en invierno o utilizar electrodomésticos y aparatos electrónicos. En ocasiones, obliga a las familias a tener que decidir entre pagar la luz o la calefacción y la comida, lo que lleva a privaciones importantes que tienen consecuencias directas en la salud.

Precisamente la Fundación Microfinanzas BBVA en su propósito de reducir la vulnerabilidad de los más de tres millones de emprendedores a los que atiende, ha incorporado la metodología de la Universidad de Oxford para completar su sistema de medición de la pobreza, basada en determinar las carencias que los hogares tienen en materia de acceso a salúd, vivienda y educación, complementando así los datos que recaba con el sistema tradicional de medición que lleva años implementando y que  le permite diseñar estrategias que mejoran el progreso de los que menos tienen.

¿Cuál es la diferencia entre pobreza y desigualdad?

La pobreza energética es un problema que afecta a gran parte de la población mundial

La desigualdad, una brecha entre ricos y pobres

La desigualdad hace referencia a la falta de equilibrio entre dos o más personas, y puede darse a nivel económico, social, educativo o de género, entre otros. La desigualdad económica se mide con el Índice de Gini, que presenta valores que van del 0 al 100. El 0 nos hablaría de una sociedad en la que todas las personas tienen los mismos ingresos, y el 100 de otra en la que una sola persona lo acapararía todo.

Estos dos extremos solo existen en la teoría: la mayoría de los países se sitúan entre una franja que va entre el 25 y el 55. El Índice de Gini sitúa a España en un valor del 34,9, a México en el 45,5 y a Colombia en el 51,1, por ejemplo. Entre los países con más desigualdad, se encuentran algunos africanos como Sudáfrica o Namibia. Entre los más igualitarios, algunos europeos como Eslovenia.

La pobreza y la desigualdad son dos términos que se relacionan entre sí, pero que no siempre van unidos. En ocasiones existe mucha desigualdad entre los más ricos y los más pobres, pero igualdad entre el grueso de la población. “Ha habido momentos en la historia en los que la mayor parte de la sociedad tenía pocos bienes materiales y era pobre, y una parte muy pequeña, la nobleza o la monarquía, era muy rica. Esto hacía que hubiese bastante igualdad entre la mayoría de la población. Igualdad en la pobreza”, explica Pérez.

“Por otro lado, la Europa del siglo XX es un ejemplo de igualdad, ya que en ese momento la mayor parte de la sociedad era de clase media. La población rica no superaba el 10% de la población, y la pobre tampoco. Se trataba de una sociedad bastante igualitaria”, añade la profesora.

¿Y qué ha cambiado? La globalización ha fomentado la deslocalización de los empleos, que muchas veces se llevan a países de vías de desarrollo. Esto contribuye no solo a aumentar la desigualdad entre los estados más ricos y los más pobres, sino también a cambiar el contexto laboral dentro de cada país.

“Parte de la desigualdad tiene que ver también con que, en el siglo XXI, gran parte de la riqueza se obtiene de la economía financiera, de la venta de valores y acciones que no siempre se traduce en la creación de puestos de trabajo. Cada vez más personas viven de rentas de valor, mientras otras muchas otras no pueden acceder a las mismas y ven cómo sus trabajos se destruyen o se precarizan”, explica Pérez.

Soluciones comunes para acabar con la pobreza

De acuerdo con la profesora de la Universidad pública de Navarra, existen soluciones comunes para poner fin tanto a la pobreza como a la desigualdad. “No hace falta inventar nada: las propias políticas sociales de los estados europeos a lo largo del siglo XX han demostrado ser eficaces contra la pobreza y la desigualdad”, señala.

“Las mejores medidas contra la desigualdad se basan en la redistribución de la riqueza gracias a regulaciones que fomentan la calidad de los salarios, la creación de buenos sistemas de pensiones y el refuerzo de los sistemas universales de salud y educación. Cuanta menos desigualdad, menos pobreza”, explica.

De acuerdo con Pérez, sistemas como el educativo, el sanitario o el de pensiones ofrecen medidas preventivas contra la desigualdad. Pero, además, para fortalecer esta igualdad es necesario también hacer frente a barreras que impiden a salir de la pobreza y la exclusión social, como las enfermedades, las discapacidades o la falta de cualificación.

“Es cierto que, incluso cuando más extensas eran las políticas sociales, ha seguido habiendo pobreza en algunos colectivos que acumulaban diferentes problemas. Por ello, son necesarias políticas específicas que van más allá de la universalidad, programas individuales y focalizados en cada caso concreto. Los sistemas de servicios sociales tienen trayectoria y especialización para poder afrontar las situaciones de pobreza y exclusión”.

Entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas y las metas de muchas organizaciones y entidades están tanto poner fin a la pobreza como acabar con las desigualdades entre los países y dentro de ellos. Dos objetivos con metas diferenciadas y retos comunes que, de superarse, podrían transformar radicalmente el mundo en el que vivimos para convertirlo en un lugar mejor.