Créditos de biodiversidad: qué son y cómo ayudan a proteger la naturaleza
Los créditos de biodiversidad son un mecanismo novedoso para financiar acciones de conservación y restauración de la naturaleza. A parte de movilizar capital, las empresas y organizaciones que invierten en estos créditos consolidan sus estrategias de sostenibilidad y responsabilidad. Los beneficios también son para las comunidades locales.

Durante décadas, el Globo fue una finca ganadera explotada de forma tradicional en la que apenas había espacio para los árboles. En 2017, tras años de abandono, su suerte cambió. Sin embargo hoy, estas 340 hectáreas ubicadas en la Cordillera Occidental de los Andes, entre los municipios de Támesis y Jardín (Antioquia, Colombia), son un ejemplo de conservación de bosque de niebla. Un lugar en el que se refugian osos de anteojos y loros orejiamarillos y crece la palma de cera, árbol nacional del país. De hecho, desde 2024, el Globo es, también, el primer banco de hábitat que se implementa para emitir créditos de biodiversidad en Colombia.
El proyecto se ha materializado a través de la alianza entre Terrasos. Esta empresa colombiana especializada en la estructuración y la operación de inversiones ambientales desarrolló el Banco de Hábitat El Globo, y la compañía energética ISA. A través de su programa de sostenibilidad Conexión Jaguar adquirió los créditos de biodiversidad de este proyecto. La alianza se concentrará en la conservación y la restauración de 16.250 metros cuadrados de bosque de niebla para proteger 6 nacimientos de agua, 290 especies de aves, 8 de anfibios, 24 de reptiles, 12 de peces, 29 de mariposas y 76 de mamíferos.
Colombia, uno de los países que mayor variedad de especies alberga, nota de cerca la crisis de la biodiversidad. Sin embargo, el declive del mundo natural se percibe en todo el planeta. Según la última edición del informe Planeta Vivo de WWF, que mide el cambio promedio en el tamaño de las poblaciones de más de 5.000 especies de mamíferos, aves, peces y anfibios, se han perdido el 73% de las poblaciones de vertebrados en el último medio siglo. En América Latina y el Caribe, el descenso es del 95%.
A nivel internacional, en 2022 se acordó el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal con objetivos ambiciosos para parar la crisis de la biodiversidad. Sin embargo, financiar esos objetivos está resultando más complicado. Recientemente, en la COP16 de biodiversidad, los países pactaron el desarrollo de un mecanismo para movilizar 200.000 millones de dólares anuales para proteger la fauna y la flora del planeta. En esta necesaria movilización de recursos, los créditos de biodiversidad jugarán un papel fundamental.
Los créditos a la biodiversidad son un mecanismo que permite a los agentes del mercado canalizar flujos financieros para apoyar la transición hacia un futuro positivo para la naturaleza. Más allá de la mera movilización de capital, la aceptación de los créditos de biodiversidad podría contribuir a cambiar la relación de las empresas y los mercados financieros con la naturaleza y a apoyar mejor a los llamados guardianes de la naturaleza, es decir, las comunidades indígenas y las locales.
“Un crédito de biodiversidad es un certificado que representa una unidad cuantificable de resultados positivos para la biodiversidad, logrados mediante acciones de conservación o restauración ecológica. Estos resultados pueden reflejarse en la reducción de amenazas a la biodiversidad, la prevención de su declive o su recuperación activa”, explica Mariana Sarmiento, gerente general de Terrasos. “Las empresas y organizaciones que invierten en créditos de biodiversidad no solo generan un impacto ambiental positivo, sino que también fortalecen su compromiso con la sostenibilidad y la responsabilidad corporativa”.

¿Cómo protegen la naturaleza los créditos de biodiversidad?
A grandes rasgos, los créditos de biodiversidad funcionan así: las ONG, los gobiernos, los propietarios de las tierras o las empresas cuyo objetivo principal sea conservar o restaurar la biodiversidad generan una oferta de créditos, bonos o certificados. Cada crédito puede ser equivalente a una cierta cantidad de tierra conservada o restaurada durante un período específico de tiempo. Los créditos de biodiversidad, si están operados bajo estándares de calidad y transparencia, generan un impacto positivo en la naturaleza de muchas formas:
- Fomentando la conservación y la restauración de hábitats naturales.
- Preservando especies en peligro de extinción y sus territorios.
- Mejorando los servicios que prestan los ecosistemas, como el aprovisionamiento de agua limpia o el cuidado de los suelos fértiles.
- Contribuyendo a la resiliencia climática de los ecosistemas.
Además, de acuerdo con el Foro Económico Mundial, si se basan en principios de alta integridad, equidad, inclusión y transparencia, los créditos de biodiversidad pueden generar beneficios para los pueblos indígenas y las comunidades locales y pueden crear un valor positivo para las empresas al reducir su exposición a los riesgos físicos de la naturaleza y a los riesgos derivados de los cambios regulatorios.
Los desafíos de los créditos de biodiversidad
Los créditos de biodiversidad son un instrumento relativamente nuevo, aunque ya existen varias iniciativas que trabajan en su regulación y su estandarización. Por ejemplo, el Panel Asesor Internacional sobre Créditos de Biodiversidad (IAPB, por sus siglas en inglés) es una iniciativa independiente establecida por Francia y el Reino Unido para facilitar la creación y el crecimiento de mercados de créditos de biodiversidad de alta integridad y fomentar mecanismos políticos y reguladores propicios, para que así estos mercados sean creíbles y coherentes a nivel internacional.
Otra iniciativa es la Biodiversity Credit Alliance (BCA), una alianza de múltiples actores que, bajo el paraguas de la ONU, busca favorecer el establecimiento de un mercado sólido de créditos de biodiversidad.
Estos dos grupos (BCA y IAPB) están trabajando juntos en una serie de principios que guíen su emisión y comercialización. Aunque todavía forman parte de un borrador, estos principios deben garantizar que los resultados de las acciones sobre la biodiversidad son medibles y verificables, que los proyectos son justos con las personas que habitan el territorio, tienen un impacto local y todo el proceso es transparente y trazable.
“Aunque el mercado aún está en fase de desarrollo, se calcula que podría alcanzar un valor de 69.000 millones de dólares en 2050, con repercusiones positivas a gran escala para la naturaleza, las comunidades y las empresas”, añade Mariana Sarmiento. Aun así, la experta señala que los créditos de biodiversidad enfrentan varios desafíos clave en su implementación y efectividad:
- La falta de recursos para la conservación.
- Las dificultades para la ejecución de los proyectos y la gestión de los recursos.
- El seguimiento de los impactos y las garantías del funcionamiento correcto de la compensación.
- Los intereses contrapuestos entre los sectores involucrados en estos proyectos.
- La falta de garantías legales y de sostenibilidad a largo plazo.
“Las áreas donde se materializan estos créditos son lugares protegidos donde se conserva la vida y la naturaleza”, concluye Sarmiento. “Al adquirir estos créditos de biodiversidad, las empresas no están compensando sus impactos negativos, sino que están contribuyendo positivamente a la biodiversidad a largo plazo mediante aportes voluntarios. Estas inversiones garantizan la mitigación del cambio climático, la mejora de la resiliencia de las especies y la reducción de la fragmentación de los ecosistemas”.