¿Cómo se obtiene energía de la biomasa? Conoce el proceso
La biomasa es un tipo de energía renovable que procede del aprovechamiento de la materia orgánica. En algunos países del mundo se utiliza desde hace años de forma masiva y supone hasta un 10% del suministro de energía primaria.
El hombre descubrió el fuego hace más de 700.000 años. “La biomasa es la fuente de energía más asociada a los orígenes de la humanidad. Todos tenemos en mente a nuestros ancestros calentándose en torno a una hoguera”, afirma Margarita de Gregorio, coordinadora de la Plataforma Tecnológica Española de la Biomasa (Bioplat). Desde entonces, la materia orgánica se ha utilizado de forma constante para producir energía y ahora, con el foco puesto en hacer del planeta un lugar más sostenible, esta fuente energética -que se sitúa en el puesto número 4 después del carbón, el petróleo y el gas natural-, es fundamental. La biomasa supone en la actualidad un 10% del suministro de energía primaria en países en desarrollo y un 6% en países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), según un estudio realizado por De Gregorio.
La materia prima de la biomasa
La biomasa es la materia orgánica que hay presente en los residuos agrícolas (podas de los cultivos), forestales (limpiezas de montes), agroalimentarios (subproductos y residuos de procesos de la industria alimentaria y ganadera), además de la que se encuentra en la basura que generamos en las ciudades. “Más de la mitad de la bolsa de basura es materia orgánica y, por tanto, biomasa”, afirma De Gregorio.
Aunque el material más utilizado es la madera, ya sea en forma de restos, como astillas, serrín o pellets (aglomerados hechos con estos restos). Esta materia orgánica, según la experta, se puede procesar para ser transformada en bioenergía —electricidad, calor, biometano y biocarburantes— y en bioproductos de alto valor añadido para diferentes industrias como la alimentaria, la petroquímica o la cosmética.
Cómo se convierte en energía y electricidad
Esta biomasa se emplea para producir calor e incluso electricidad. “En instalaciones que pueden ir desde una estufa o una caldera de una vivienda o edificio hasta plantas industriales, donde esta conversión se lleva a cabo mediante procesos termoquímicos y biológicos principalmente”, comenta De Gregorio. La bioenergía puede utilizarse en forma de calor tanto a pequeña escala, en el ámbito doméstico (la caldera de una vivienda), como a gran escala (una nave industrial).
Hortensia Sixto, investigadora de la línea de Cultivos Forestales para biomasa del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria, coincide en que se puede usar tanto para las calderas individuales como para alimentar un conjunto de edificios de ciudad, así como en instalaciones industriales que las requieren para sus procesos. Como fuente de generación de electricidad, la biomasa se puede transformar en centrales específicas. El proceso de producción eléctrica no difiere en esencia del que emplean otras fuentes, como el carbón o la energía solar térmica. La madera se usa como combustible para calentar unos conductos llenos de agua. Esta se convierte en vapor con el aumento de la temperatura y hace mover una turbina, conectada a un generador eléctrico. La energía cinética de la turbina se transforma en electricidad mediante el generador. Desde ahí, se vuelca a la red.
Como generadora de electricidad a gran escala, la biomasa tiene un factor de constancia a tener en cuenta. “La electricidad que se genera a partir de la biomasa es una electricidad muy valiosa, pues al contrario de lo que ocurre con otras fuentes renovables, que solo pueden generar cuando hay sol o viento, la biomasa puede generar en todo momento”, sostiene De Gregorio. De esta forma, asegura que permite contar con un sistema eléctrico “fiable y flexible”.
Beneficios y contrapartidas
La biomasa tiene algunas ventajas energéticas, medioambientales y socioeconómicas. Además de la capacidad de generar una energía renovable de manera continua, De Gregorio menciona la capacidad de satisfacer distintos tipos de necesidades energéticas para múltiples sectores, “muchos de ellos de complicada descarbonización”. Se refiere por ejemplo al transporte pesado o el aéreo. Los biocarburantes, según explica, podrían sustituir en algunos casos a los combustibles fósiles.
En cuanto a las ventajas medioambientales, señala la capacidad de transformar residuos —que suponen un foco de emisiones, plagas o incendios— en recursos energéticos y bioproductos: “La valorización de corrientes de subproductos o residuos de industrias permite cerrar ciclos productivos, favoreciendo la bioeconomía circular, minimizando a su vez los impactos medioambientales negativos y permitiendo un uso mucho más eficiente de los recursos”. Por ejemplo, las cenizas se aprovechan como fertilizantes agrícolas. Las ventajas socioeconómicas son, según la experta, el empleo que se genera tanto en el aprovisionamiento de biomasa como en las instalaciones en su operación y mantenimiento.
Pero la biomasa también tiene sus desventajas: “Podría no resultar ventajosa en términos medioambientales si no se obtiene de manera sostenible y si el área de aprovisionamiento está tan alejada de la instalación que las emisiones derivadas del transporte de la biomasa descompensen el balance de sostenibilidad del proceso de valorización”. Sixto menciona además las desventajas técnicas asociadas a la complejidad de sus diferentes fuentes de origen, cada una con sus singularidades propias.
El uso de biomasa en el mundo difiere dependiendo de cada país. Sixto distingue entre un uso “más primitivo” y uno “más tecnificado”. Con el primero, se refiere a que la materia orgánica “sigue siendo la principal fuente de energía en países menos desarrollados”. Es clave por ejemplo para algunas actividades básicas como calentarse o cocinar. Según cuenta la investigadora, en algunas zonas de Asia, África y América Latina dos tercios de la energía generada proviene de la biomasa. Por otro lado, indica que hay países como Finlandia o Reino Unido que son punteros en el uso de biomasa como fuente de energía y utilizan procesos de transformación más complejos.
La biomasa en España
En España, el uso de biomasa aún es una asignatura pendiente. “A pesar de ser el tercer país europeo en recursos absolutos de biomasa, nos encontramos a la cola de Europa en consumo de biomasa per cápita, tanto en generación térmica como eléctrica”, comenta De Gregorio. España cuenta con unos recursos biomásicos muy abundantes: “Somos el primer productor mundial de aceite de oliva, el primer productor de ganado porcino de Europa, el mayor viñedo de Europa y uno de los principales exportadores de hortofrutícolas”. Sin embargo, estos recursos “se encuentran infrautilizados”.
Aun así, a la experta no le cabe duda de que la biomasa tiene futuro en el país. “Esta década va a ser determinante para el despegue del sector en España. Necesitamos contribuir de forma decidida y desde todos los ámbitos a grandes retos de la sociedad actual”. Se refiere por ejemplo al reto del cambio climático y al demográfico. También a avanzar en la economía circular y sustituir el carbono “fósil”, no solo de energías y combustibles, sino también de materiales y de compuestos químicos. “La biomasa es una fuente energética extraordinaria que induce efectos positivos muy valiosos tanto para el medioambiente como para la sociedad actual”, concluye.