¿Cómo se gestionan los residuos nucleares? Tipos de residuos y almacenamiento
Estrictos protocolos dictan los pasos a seguir para tratar y guardar desechos radiactivos de las centrales nucleares en función de si su actividad es baja, media o alta. El principal reto sigue siendo su almacenaje. Hay varios proyectos para llevar los desechos a las capas más profundas de la Tierra.
En un momento en el que la energía nuclear, que no emite dióxido de carbono (CO2) durante su funcionamiento, vuelve al candelero como posible aliada de las energías renovables en la transición energética, se reactiva el debate sobre sus dos puntos débiles: los accidentes (como el de Fukushima de 2011), y qué hacer con los residuos radiactivos, definidos por fuentes de Enresa (entidad pública empresarial encargada de su gestión en España) como “cualquier material para el cual no está previsto ningún uso, que contiene o está contaminado con radionucleidos en concentraciones o niveles de actividad superiores a los establecidos por las autoridades competentes”.
El Organismo Internacional de Energía Atómica de Naciones Unidas (OIEA) establece tres pasos en el procesamiento de residuos nucleares: pretratamiento, donde se clasifican y, si es necesario, se reducen de tamaño; tratamiento, para separar el componente radiactivo de los desechos, que se eliminan mediante la incineración (los sólidos) y evaporación (los líquidos), como técnicas más comunes; y acondicionamiento, que prepara el material contaminante para ser transportado y almacenado de manera segura. “A menudo se encapsula o solidifica en cemento, betún o vidrio, o se mete en contenedores especiales”, precisa la OIEA.
Los tipos de residuos
“La nuclear es la única industria que gestiona los residuos que produce generando electricidad”, subraya Berta Picamal, directora de Legal y Relaciones Internacionales de FORATOM (asociación de la industria de la energía nuclear en Europa, con sede en Bruselas). Estos residuos pueden ser de muy baja, baja, media y alta actividad, según la clasificación de la OIEA, por la que se rige la Unión Europea. “Los de muy baja, baja y media actividad quedan almacenados en instalaciones definitivas, que existen en todos los países miembros de la UE”, e igualmente “en otras potencias nucleares mundiales”, asegura.
Para los residuos de alta actividad, cuyo mayor exponente es el combustible gastado en los reactores nucleares, “es preciso que existan depósitos temporales intermedios en los que pierdan la mayor parte de su energía residual antes de ser llevados a su ubicación definitiva”, comenta un artículo de Foro Nuclear, que aglutina al sector en España. Primero, dentro de las propias centrales (Almacén Temporal Individualizado, ATI); pasados unos años, en un Almacén Temporal Centralizado (ATC), que es un complejo industrial independiente donde puede permanecer hasta un siglo.
En la misma línea, el NCR, organismo regulador en EE. UU., contempla dos tipos de almacenamiento “aceptables” para el combustible gastado que se retira del núcleo del reactor: piscinas de combustible emplazadas en la propia central y almacenamiento en “cofres secos” ubicados en instalaciones independientes (ISFSI por sus siglas en inglés).
Almacenamiento a largo plazo
El siguiente paso sería guardar a largo plazo, de forma segura, los residuos de alta actividad. “Existen soluciones técnicas y tecnológicas para el almacenamiento en capas geológicas profundas de la tierra, con múltiples barreras de contención y sistemas de gestión pasivos que no requieren intervención humana ulterior”, apunta Picamal. Son los llamados Almacenamientos Geológicos Profundos (AGP), de los que, por ahora, solo hay uno en el mundo, en Nuevo México (EE. UU.), que se utiliza únicamente para residuos militares.
Cuando se habla de almacenamiento a gran profundidad de desechos radioactivos de alta actividad y origen civil, todos los ojos se vuelven al proyecto Onkalo (cueva en finés), que se desarrolla en Finlandia y, según las previsiones, comenzará a operar en 2023. Además, “a finales de enero de 2022, el gobierno sueco aprobó la licencia para la construcción del AGP en la localidad de Forsmark, que acoge tres de los seis reactores en operación en el país”, tal y como añade la responsable de FORATOM. “Estas instalaciones proporcionan la contención de residuos sin causar daño ni al medioambiente ni al ser humano, ni ahora ni de cara a las generaciones futuras”, subraya.