Mitigar el impacto climático de la cadena de valor
Para descarbonizar el planeta, las empresas deben extender sus objetivos de reducción de emisiones a proveedores, transportistas e incluso consumidores en toda la cadena de valor. Acercar la producción al consumo, ecodiseño, circularidad y trabajo junto con los grupos de interés de cada eslabón son estrategias clave.
En 2020, la marca de detergente Tide, del grupo Procter&Gamble, redujo las emisiones absolutas de gases de efecto invernadero (GEI) de su fabricación directa en más del 75% anual respecto a una década atrás, y se plantea volver a reducirlas a la mitad para 2030.
Parece una cifra muy significativa, pero ¿es suficiente? No, teniendo en cuenta que "más de dos tercios de las emisiones GEI en el ciclo de vida de la lavandería se producen en la fase de uso del consumidor", reconoce el propio fabricante. De manera que en la primavera de 2021 anunció una campaña educativa para convencer a los consumidores norteamericanos de no lavar con agua caliente. Según sus cálculos, si tres de cada cuatro lavadoras fueran en frío, las emisiones GEI podrían reducirse en 4,25 millones de toneladas métricas.
Descarbonizar para luchar contra el cambio climático
El ejemplo sirve para demostrar que ya no basta frenar el dióxido de carbono (CO2) emitido directamente por una empresa —las llamadas emisiones de 'scope' o alcances 1 y 2— sino que está obligada a afrontar cada vez más el alcance 3 para cerrar los focos de CO2 a lo largo y ancho de su cadena de valor, definida por Michael Porter, profesor de Estrategia en la Universidad de Harvard, como “una herramienta de análisis estratégico que define los grupos de interés o actores con los que trabaja una compañía en cada eslabón de su cadena de suministro”: materia prima, producción o transformación, transporte, distribución, punto de venta y atención posventa, así como la creación de valor generada en cada uno de ellos.
Begoña Casas, profesora de Economía y Empresa de la Universidad Europea, recuerda que "la cadena de valor, al ser más dinámica, favorece muchísimo más la innovación en todas las dimensiones. También en la medioambiental". Su primer consejo es medir en lo posible las emisiones. Esto permite a la compañía saber en qué punto se encuentra. Tanto ella como su ecosistema de proveedores, distribuidores, transportistas, vendedores y consumidores. Analizar cada tramo, ver si se puede descarbonizar y cómo, las inversiones necesarias y qué retornos tendrían dichas inversiones. Llegados a ese punto, se trataría de tomar decisiones, plantear objetivos y dotarlos de un marco temporal, con plazos. "No es fácil", reconoce.
Por ejemplo, "L’Oréal fue una de las primeras empresas en establecer y lograr metas ambiciosas para reducir el CO2 en su actividad industrial. Sin embargo, no basta. Debemos ir más allá y reducir nuestro impacto de acuerdo con lo que lo expertos científicos indican y lo que nuestro planeta necesita", subrayaba Alexandra Palt, vicepresidenta ejecutiva y directora de Responsabilidad Corporativa de la multinacional, que se ha comprometido a recortar sus emisiones absolutas GEI de alcances 1, 2 y 3 en un 25% para 2030, en comparación con 2016.
Modelo colaborativo e integral para descarbonizar
Se trata de aplicar ecodiseño y economía circular, una profunda revisión de la estrategia de abastecimiento y un trabajo conjunto con todos los grupos de interés, eslabón por eslabón, "para cofinanciar palancas de reducción de emisiones". Son tres acciones que el informe 'Desafío Net-Zero: La oportunidad de la cadena de suministro', del Foro Económico Mundial y Boston Consulting Group, aconseja a cualquier empresa con aspiraciones de sostenibilidad que quiera descarbonizar el ecosistema de su negocio. Una cuarta sería acortar la propia cadena de valor. Su lógica es sencilla de entender: a menos distancia entre fabricación y consumo, y por tanto menos necesidad de transporte, menos emisiones de CO2.
Durante las últimas décadas se ha producido el fenómeno inverso, apunta la organización Forética: "Las cadenas de valor han sufrido un gran proceso de transformación, haciéndose más globales y sofisticadas. La deslocalización y la implantación de procesos híper eficientes, como los sistemas ‘Justo a tiempo’ [organización de la producción para acceder a la cantidad justa de producto en el lugar y el momento adecuado], se han traducido en una integración cada vez más profunda de las cadenas de producción. El resultado ha sido una mayor eficiencia al tiempo que una reducción significativa de las estructuras de coste de las compañías”. Sin embargo, el precio de estas mejoras ha supuesto una mayor interdependencia, “lo que genera una mayor vulnerabilidad sistémica”.
"Acercar la producción a los centros de consumo permite incrementar su resiliencia, estando mejor preparadas para absorber 'shocks' y disrupciones en las cadenas globales", señala Forética. Además, "internalizar el coste del carbono hace menos atractiva la producción en terceros países con menores estándares ambientales".
Entidades financieras como BBVA ofrecen anticipos sostenibles a proveedores (confirming o factoring sostenible) de la mano de clientes compradores. De esta forma se impulsa el fortalecimiento de sus compromisos en cuanto a emisiones de alcance tres, al mismo tiempo que se hacen más sostenibles sus cadenas de valor.