Hacer una cesta de la compra sostenible reduce el impacto climático
Alimentarse bien no solo se traduce en salud, sino también en eficiencia energética. Las elecciones gastronómicas pueden favorecer el consumo responsable, la conservación del medioambiente, la producción local y el comercio de proximidad. En el monográfico de BBVA ‘De la teoría a la práctica: guía para la acción climática’ tienes algunas recomendaciones para formar parte del cambio hacia un planeta más sostenible.
La organización ECODES define la alimentación sostenible como aquella que “contempla la salud de las personas y la de los ecosistemas”. Llenar la cesta de la compra siendo consciente de lo que se adquiere es clave. Hay que tener en cuenta que los productos locales, frescos y de temporada no han tenido que viajar kilómetros y kilómetros para llegar hasta tu mesa. Gracias a esto, se evitan las emisiones derivadas del transporte. Si el producto local es a la vez de temporada, la reducción de dióxido de carbono (CO2) es todavía mayor. Esto es debido a que no es necesario consumir energía para su mantenimiento en cámaras o para generar calor para su producción en invernaderos. Además, contribuiremos a un desarrollo sostenible de la ciudad o el pueblo en el que vivimos, promoviendo los negocios de proximidad, apoyando a las personas que nos rodean y favoreciendo la economía del territorio.
Consejos para hacer la cesta de la compra sostenible
Además de comprar productos de proximidad, es esencial planificar bien la compra. En 2020 los hogares españoles tiraron a la basura más de 1.300 millones de kilos/litros de alimentos sin consumir, lo que implica 31 kilogramos/litro por persona. Para combatir esta realidad, ya se está trabajando en la Ley de Prevención de las Pérdidas y el Desperdicio Alimentario. Esta norma, la primera que se promulga sobre esta materia en España (existe en algunos países europeos como Francia o Italia), pretende reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita, tanto en la venta al por menor y entre los consumidores, como en la cadena de producción y suministro. Así que, para evitar contribuir a este despilfarro, piensa qué vas a cocinar a lo largo de la semana, haz una lista en consecuencia y procura evitar las tentaciones a la hora de hacer la compra.
El aprovechamiento de todo lo que compramos es fundamental. Y aquí también entra la generación de residuos y su adecuada gestión. ¿Sabías que producimos una media de más de un kilo diario de residuos? Una parte de estos corresponden a los envases de alimentos. Para disminuirlo, necesitamos evitar los productos desechables y adquirirlos directamente sin embalaje. Por suerte, la oferta de productos a granel está experimentando un nuevo renacer y cada vez son más los pequeños comercios y las grandes cadenas de supermercados que ofrecen esta alternativa.
En esta misma línea, la reutilización también es una buena aliada, empezando por aquellas bolsas que tienes desde hace años y que te sirven para transportar tu compra sin utilizar más materia prima. Así evitas las de plástico, que nunca llegan a desaparecer y tardan hasta 500 años en degradarse. Chile fue el primer país de América Latina en prohibirlas. Según el Ministerio de Medio Ambiente de este país, ha supuesto en dos años un ahorro de 5.000 millones de bolsas que, como señalan, si se colocan todas juntas sumarían casi tres millones de kilómetros, más de siete veces la distancia que existe entre la tierra y la luna. Otra opción es usar el propio bolso, la mochila que sueles llevar a la montaña o el carrito.
Tras este auge, se encuentran voces como las de la activista Greta Thunberg y el movimiento ‘Fridays for Future’, una iniciativa que ha llevado a los supermercados a multiplicar su oferta sostenible a causa de estos nuevos hábitos de consumo. Algo que ya se conoce como ‘el efecto Greta o Thunberg’.
La apuesta por los productos ecológicos
Sea quien sea quien inspire esta transición, lo cierto es que los consumidores se sienten cada vez más comprometidos con el planeta: 6 de cada 10 Milennials, que tienen de 22 a 35 años, están dispuestos a pagar más por productos ecológicos. Así lo muestra también un grupo de jóvenes en el documental francés ‘Demain’, donde presentan diferentes soluciones capaces de frenar las consecuencias del cambio climático y señalan la importancia de la alimentación desde el primer eslabón de la cadena: la agricultura.
Pero no solo el consumidor ha incentivado este viraje. También son cada vez más las compañías que reorientan su actividad hacia una reindustrialización que se apoya en la I+D+i y que persigue la transición ecológica verde. El Instituto Tecnológico del Plástico, situado en Valencia (España), ya trabaja en nuevas soluciones con dos proyectos de investigación que usan los desperdicios alimentarios para producir envases biodegradables y bioplásticos. De esta forma, se reutilizarían los desechos alimentarios, que a nivel global supone un tercio de todos los alimentos que se producen en el mundo, según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas.