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Cómo instalar infraestructuras de recarga para vehículos eléctricos en las empresas

El aumento de puntos de recarga es la pieza clave para el desarrollo de la movilidad sostenible. Las infraestructuras de carga para empresas y edificios de oficinas requieren un análisis de la potencia requerida, tipo de instalación y velocidad. Una gestión inteligente reduce el impacto y ahorra dinero.

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Hay realidades que parecen utopías. Y en la movilidad sostenible se aprecian más que en otros sectores. En Barcelona hay un edificio empresarial que dispone de un sistema de gestión de energía inteligente. Sus responsables se dieron cuenta de que, si querían seguir creciendo e innovando, necesitaban aumentar su potencia de consumo eléctrico, pero construir una nueva subestación de red eléctrica era muy costoso en tiempo y dinero. Así que colocaron 750 m2 de paneles solares, un almacén (baterías estacionarias) de 560 KWh y una flota de 23 vehículos eléctricos con cargadores bidireccionales. En las baterías fijas y en las de los coches eléctrificados guardan la energía más barata disponible durante las horas valle, y luego la utiliza cuando el edificio la necesita. “Aprovechamos al máximo la generación de energía, reducimos emisiones de dióxido de carbono (CO2) y cubrimos nuestras necesidades de forma más barata”, explica Javier Gumà, ejecutivo de cuentas B2B para España de la multinacional Wallbox.

Esta original y sostenible manera de gestionar la energía no es habitual. Y es que esta compañía lo tiene más fácil que el resto, está especializada en tecnología e infraestructuras de carga para vehículos eléctricos, una de las piedras de toque para el desarrollo presente y futuro de la nueva movilidad. La mayoría de las empresas y edificios con oficinas van a otro ritmo, mucho más lento. Los expertos sostienen que por ahora valdría con que las empresas con flota propia electrificada o con empleados que dispongan de vehículo eléctrico tuviesen infraestructuras adecuadas para la recarga.

Lo cierto es que sería un gran paso que simplemente aumentase el número de puntos de recarga para vehículos eléctricos. “La infraestructura de recarga en España aún se encuentra muy lejos de la media europea y muy por debajo de la tasa de otros países de Europa, sobre todo en comparación con los países del norte”, comentan fuentes de la Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones de España (FENIE), integrada por 74 asociaciones que agrupan más de 15.000 empresas instaladoras con cerca de 100.000 trabajadores especializados.

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Tal y como reconoce Electromaps, empresa que desarrolla ‘software’ de gestión de puntos de recarga para todo tipo de instalaciones y cuya ‘app’ de información sobre localización y estado de las áreas de recarga es de las más utilizadas, en España hay 22.210 puntos de recarga de acceso público en más de 8.000 localizaciones, pocos si lo comparamos con el entorno europeo. Los últimos datos publicados por ACEA (Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles) el septiembre pasado sitúan en el podio por número de puntos de recarga a Holanda (+66.000), Francia (+45.000) y Alemania (+44.000).

Un punto de recarga no es una tostadora

Pero claro, instalar puntos de recarga en las empresas y oficinas “no es lo mismo que poner una tostadora”, comenta irónicamente Gumà. Cuando se habla de infraestructuras de recarga para empresas hay que tener en cuenta la potencia que requerirán, el número de vehículos que las utilizará y el tipo de uso. Y también la infraestructura en sí misma: el cuadro de mando y protección, el que permite activar o desactivar la instalación y actuar de manera automática para evitar accidentes; las canalizaciones, por donde circulan los conductores que alimentan los puntos de recarga; los conductores, que transportan la energía; y los puntos de recarga, el elemento visible al que conectamos los vehículos.

A estas necesidades hay que añadir la velocidad de recarga. Según datos de la FENIE, las empresas que disponen de flota propia de vehículos eléctricos para su día a día “nos demandan soluciones de carga semi rápida y, en casos puntuales, ultrarrápida”. Y aquellas empresas que instalan puntos de recarga como un servicio adicional para sus empleados “suelen demandar puntos semi rápidos o lentos, similares a los del ámbito doméstico”.

La recarga lenta está pensada para uso doméstico donde el tiempo de recarga de la batería oscila entre las seis y las diez horas; la recarga semi rápida es apropiada para zonas públicas o empresariales y con una duración de entre una y tres horas; y la recarga rápida, siempre en instalaciones fuera de la vivienda, permite almacenar el 70% de la energía en menos de 30 minutos. Entre el tipo de recarga más lenta y la más veloz hay una diferencia de potencia de entre 2,2 KWh y 50 KWh.

En España, por ejemplo, el 43,5 % de los cargadores son lentos, el 36 % son semi rápidos y un 1,6 % son ultrarrápidos. Y es que el 83 % de los usuarios de vehículos eléctricos dispone de una instalación en el domicilio, según datos recientes de Electromaps.

“Después del verano hemos notado bastante movimiento en comparación con el que había hasta ahora. Sobre todo en las empresas que tienen flota propia, y que tienen como objetivo reducir sus emisiones de CO2 de aquí a 2025”, asegura el responsable de Wallbox España.

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La normativa en España establece dotaciones mínimas de una estación de recarga por cada 40 plazas en aparcamientos públicos o estacionamientos de flotas privadas, cooperativas o de empresas u oficinas para su propio uso o de asociados. Aquí el tipo de recarga suele ser semi rápida.

En las oficinas donde hay cargadores para los empleados con vehículo eléctrico es probable que no haya que subir la potencia eléctrica porque la carga es más lenta al realizarse durante las horas que el trabajador está en su puesto sin afectar a la energía total de la empresa. “Por ejemplo, si en un edificio de oficinas quieren una instalación de 10 cargadores con una potencia de 7,4 KWh (semi rápida), podemos pensar en una infraestructura para que si todos los puntos cargan a la vez lo hagan a 3,7 KWh y se repartan la potencia. Lo normal es que todos no carguen a la vez y que no todos lleguen con el ‘depósito’ de electricidad vacío”, afirma Javier Gumà.

“En casa puedes hacer un repostaje de energía pasivo, no tienes que desplazarte y eliges la franja horaria de carga. Para el uso habitual que se hace del vehículo es suficiente y no da problemas porque la intención no es hacer 300 kilómetros diarios. Si vas a conducir alrededor de 50 km diarios, basta con una potencia de carga entre 3 y 7 KWh. En cambio, si eres un comercial o haces viajes largos, necesitas electrolineras y cargas más rápidas, de entre 10 y 50 KWh”, explica David Elizondo, experto en recargas de vehículos eléctricos de la Universidad Pública de Navarra (UPNA).

Cobrar o no cobrar por la recarga

Y luego está la gestión del cobro de esa energía a los empleados. En los edificios de oficinas hay empresas que apuestan por regalarla para incentivar que sus trabajadores se apunten a la movilidad eléctrica, “pero a la larga la cobrarán, y no por sacar beneficio, sino para poder cubrir gastos, ya que lo normal es que tengas que instalar una potencia eléctrica más elevada”, reconoce el experto de Wallbox. Lo mismo ocurre en los centros comerciales, donde hasta el momento muchos no cobran el servicio de recarga para atraer clientes.

También existen diferencias en los cargadores que se conectan al vehículo. Están los normales (un transformador en la pared sin apenas funcionalidades) y los denominados ‘inteligentes’, que ofrecen un control y monitorización en tiempo real de cuántos KWh ha cargado el usuario en cada sesión, del acceso al punto de recarga y del pago, que puede ser al instante o, por ejemplo, al mes.

En función de las necesidades del usuario y las particularidades de la ubicación de la infraestructura de recarga, se desarrolla la documentación técnica de diseño de la instalación, que, dependiendo de la potencia necesaria para la infraestructura de recarga, puede ser una Memoria Tecnica de Diseño o un Proyecto.

En base a esta documentación técnica, la empresa instaladora lleva a cabo la instalación de la infraestructura de recarga. “Cuando se finaliza la instalación, la empresa instaladora, para garantizar que cumple con los parámetros técnicos de seguridad establecidos en la reglamentación vigente, emite el certificado de la instalación eléctrica y junto a la documentación de diseño, lo remite al órgano competente de la comunidad autónoma para la legalización de la instalación”, comentan desde FENIE.

Buenas prácticas

En el caso de Wallbox, cuando una empresa solicita una instalación de cargadores, “hacemos una primera visita técnica porque cada aparcamiento es distinto y hay que ver cuál es el mejor camino para las canalizaciones, los conductores y los puntos de carga. Hay que analizar qué potencia hay disponible en la empresa para la recarga y evaluar la conectividad de los cargadores ya que los nuestros necesitan conexión a internet”, admite Gumà, quien cita como un caso de buenas prácticas a Aigües de Barcelona –uno de sus clientes–, que tiene una flota de más de 140 vehículos 100 % eléctricos y que el año pasado recorrió más de 600.000 kilómetros con energía verde, evitando así la emisión a la atmósfera de 99 toneladas de CO2.

Como han reconocido la FENIE, la Asociación Empresarial para el Desarrollo del Vehículo Eléctrico (AEDIVE) y el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDEA), “el desarrollo de la infraestructura de recarga es determinante para lograr que la movilidad eléctrica y la descarbonización del transporte sean un éxito”.

Desde 2018, en España cualquier establecimiento, empresa o ayuntamiento puede instalar cargadores y vender energía directamente a conductores de vehículos eléctricos. Esta liberalización se hizo con el objetivo de acelerar la integración de las energías renovables en la movilidad.

El Gobierno también puso en marcha el Plan MOVES, que en tres fases y con una duración hasta el año 2023 incentiva con subvenciones la instalación de puntos de carga para particulares y empresas pequeñas y medianas, y también para las infraestructuras de recarga rápida. Las ayudas pueden llegar al 80 % del coste de la instalación para particulares, autónomos, comunidades de propietarios y administraciones sin actividad económica en los municipios de menos de 5.000 habitantes.

En muy poco tiempo, en menos de diez años, más de 230 millones de vehículos eléctricos rodarán por las carreteras del mundo (más de 5 millones solo en España). La mayoría circularán por China, EE. UU. y Europa. Es la previsión de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, en sus siglas en inglés).