¿Cómo ha cambiado la forma de consumir durante la crisis del coronavirus?
La pandemia global ha alterado muchos aspectos de la vida diaria, entre ellos la manera de consumir. Las nuevas tendencias en compras, productos y servicios se han instalado rápidamente en la vida cotidiana y, muchas de ellas, parece que se están consolidando con un impacto inmediato en las finanzas personales.
La sociedad está cambiando sus hábitos de consumo como consecuencia de la crisis del coronavirus. Así lo revela una encuesta de Ernst & Young (EY) en la que se afirma que, ”más allá de los efectos inmediatos de la pandemia, pocos consumidores esperan volver a sus antiguos comportamientos en el corto plazo”. La irrupción del COVID-19 ha cambiado mentalidades y prioridades. “Más de una cuarta parte de los encuestados asegura que prestan más atención a lo que consumen y al impacto que genera. En el mundo posterior a la crisis, ¿veremos a unos consumidores cada vez más conscientes de las consecuencias de sus elecciones?”.
La pregunta que plantea el estudio de EY no es baladí ya que su respuesta afecta a todos los sectores que dependen del consumo. Según el informe ‘Yelp: Coronavirus Economic Impact Report’, “los consumidores están respondiendo al miedo a contagiarse, a las recomendaciones de distanciamiento social, a las órdenes de quedarse en casa y a los cierres obligatorios de negocios, cambiando su comportamiento a la hora de comer, comprar, planificar sus finanzas, administrar sus hogares, mientras se ocupan de su salud y bienestar”.
¿En qué se traducen estos nuevos comportamientos? Los expertos del área de Consumer Engagement de Llorente y Cuenca han realizado, en su estudio ‘Consumidores y marcas en tiempos del COVID-19', un análisis de la evolución de los consumidores a nivel global y las tendencias que pueden consolidarse. Estas son algunas de ellas.
Búsqueda de seguridad y consumo consciente
El informe indica que, “la ciudadanía en general mira a las marcas como un pilar de estabilidad en los momentos más complicados, en la búsqueda de un confort o una seguridad que no siempre encuentra en otros estamentos (aunque lo público cobrará una nueva importancia), por lo que aquellas marcas que refuercen la sensación de calma y de bienestar generarán lazos emocionales más positivos”.
Por otro lado, la crisis supondrá una aceleración del consumismo consciente ya que “están abundando los llamamientos a realizar compras online a negocios locales y de cercanía o para apoyar a marcas que se han visto muy afectadas, con el fin de que puedan realizar entregas al terminar la reclusión”.
Consumir productos de proximidad, frescos y de temporada repercute en el bolsillo de forma positiva ya que, al reducirse los costes derivados del almacenamiento, el envasado y el combustible, su precio suele ser más reducido. Otras ventajas es que se potencia la alimentación saludable y se dinamiza la economía de la zona.
Conciencia personal
En estos días, se ha acelerado una tendencia que ya estaba presente entre los consumidores: el cuidado personal y el equilibrio entre el cuerpo y la mente. “El fin del confinamiento se convertirá en una gran oportunidad para marcas y servicios relacionados con la salud, la ciencia, la actividad física y el cuidado personal, al mismo tiempo que se intensifica la conversación social sobre la conciliación y aumenta el gusto por la cocina, frente a la comida preparada”, explica el análisis de Llorente y Cuenca.
Adquirir productos y servicios relacionados con el cuidado personal, requiere una reflexión previa por parte del cliente y el convencimiento de que se va a hacer uso de él y sacarle el máximo rendimiento. Antes de contratar, es necesario comparar ofertas y aprovechar aquellas que realmente se vayan a utilizar. Respecto a la cocina en casa, siempre más económica que salir a comer fuera o comprar platos preparados, es conveniente planificar los menús semanales y acudir a la compra con una lista previa para evitar gastos innecesarios.
Consumo digital y creatividad
El aislamiento ha abierto las puertas a nuevas formas de divertirse, comunicarse, comprar y trabajar. Según el informe de Llorente y Cuenca, el cambio de hábitos viene marcado por la generalización de tendencias como “el ocio virtual, el acceso al ‘delivery’, la compra de productos online y el uso de plataformas para el teletrabajo”. Estas tendencias “van a reeducar nuestros hábitos y a provocar un cambio más acelerado del esperado en áreas como la digitalización, los servicios bajo demanda y el desarrollo del ‘e-commerce’”.
La digitalización evita desplazamientos con el consiguiente ahorro en transporte y, a la hora de consumir o contratar servicios, permite aprovechar los numerosos descuentos que ofrecen los comercios ‘online’. A su vez, las plataformas de ocio virtual facilitan el acceso a un amplio catálogo de contenidos por un precio asequible, lo que repercute positivamente en las finanzas.
Sostenibilidad
La pandemia ha resultado ser un experimento global de reducción de la contaminación. Por ello, en este contexto de reflexión, han tomado relevancia “la concienciación por la sostenibilidad del planeta, la gestión de los residuos, la importancia del consumo de productos orgánicos, la polución, el reciclaje o el cuidado del medioambiente”.
Adoptar formas de consumo más sostenibles y conscientes resulta beneficioso para la salud del planeta y el bienestar financiero, pero siempre que no se dejen de lado los gestos de ahorro más esenciales. Comparar precios y realizar un presupuesto mensual es importante para registrar el impacto de los nuevos hábitos de consumo en las finanzas y modular el ahorro. Es decir, si el cambio a la hora de consumir está consiguiendo reducir la partida dedicada, por ejemplo, a la cesta de la compra, ese excedente puede cubrir otra partida del gasto, reducir deudas o servir para aumentar el colchón financiero. De esta forma, se conseguirá mantener un buen nivel de salud financiera, algo especialmente importante en tiempos de incertidumbre.