Cómo calentar la casa sin usar calefacción
Revisar que no haya filtraciones de aire en puertas y ventanas, ventilar en las horas apropiadas del día, vestir las habitaciones con alfombras y cortinas son algunos de los consejos para mantener el confort térmico de un hogar sin necesidad de consumir tanta electricidad o gas.
El gasto energético constituye la segunda partida presupuestaria más importante después de los alimentos para todos los grupos de ingresos de América Latina y el Caribe, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Cuanto menos poder adquisitivo tiene una familia, mayor porcentaje de su presupuesto destina a calefacción, y con combustibles más sucios y menos eficientes, además.
“Los edificios suponen el 30% del consumo de energía en España”, calculan los expertos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Estos aconsejan usar energías más limpias, mejorar la eficiencia de los equipos de climatización y, cuando llega el invierno, complementar estas medidas con la adopción de una serie de hábitos que ayudan a mantener una casa caldeada sin necesidad de usar la calefacción. Entre ellos, cerrar las persianas y cortinas por la noche, para evitar las pérdidas de calor; y abrirlas, consecuentemente, por la mañana, cuando hace sol.
“Puertas y ventanas son lo primero que hemos de revisar, puesto que cierran la cajita que es nuestra casa”, precisa Cristina Cruz Delgado, profesora del grado en Diseño de Interiores de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Son, por lo tanto, las sospechosas habituales cuando se producen corrientes. Los puntos de infiltraciones de aire se pueden detectar pasando por delante de ellos una vela encendida. Si los hay, la llama oscilará o incluso se apagará, como explican desde el IDAE.
Invertir en ventanas con doble cristal, o doble ventana, y, en el caso de carpinterías de aluminio, con rotura de puente térmico, son algunas recomendaciones que aporta el IDAE. Asimismo, hay que comprobar que los cajetines de las persianas no tengan rendijas y estén convenientemente aislados. Si no es posible hacer obra, existen medios más baratos y sencillos para tapar las rendijas, como la silicona, la masilla o un burlete.
Ventilar la vivienda no es un error
A juicio de Cruz Delgado, es un error no ventilar una vivienda en invierno pensando que así conservará la temperatura. “La ventilación reduce la humedad y minimiza los problemas de condensación”, apunta. Lo mejor es abrir ventanas opuestas, para generar corrientes de aire. Los momentos más adecuados son por la mañana temprano, cuando la calefacción aún no está en marcha, o en las horas centrales del día, cuando el sol está más alto y calienta más. A juicio de esta experta, basta con 15 minutos para eliminar malos olores y renovar el aire. “Nunca debemos ventilar por la tarde, porque ahí sí nos entraría todo el frío”, advierte.
“Vestir nuestro hogar con telas y textiles es una buena estrategia para calentar una habitación sin usar electricidad o energía”, observa Cruz Delgado. Además, las cortinas gruesas y las alfombras añaden capas de aislamiento y confort térmico. Tanto los tejidos como los colores han de ser cálidos. Tonos tierras, marrones, chocolates. Según sugiere la profesora de la UNIR, también es efectiva –aunque no se le suele dar demasiada importancia– aplicar estas capas en las paredes, que se pueden ‘vestir’ con cuadros o estanterías con libros. Y en el dormitorio, donde Cruz Delgado, que también es interiorista, plantea incorporar algodones y franelas en sábanas y fundas nórdicas, quizás con una manta de lana a modo de apoyo.
Vestir ‘como una cebolla’ y el calor de la cocina
Según IDAE, la temperatura de 19 oC, con la ropa adecuada, es suficiente para mantener el confort de una vivienda durante el invierno. “Una variación de 1 oC genera un ahorro aproximado de un 7 % en climatización”, recuerda. Cruz Delgado aboga por vestirse a base de capas, “como las cebollas”, e ir poniéndose o quitándose prendas en función del frío que haga.
Esta experta recuerda que el calor que emana de la cocina se puede aprovechar. Para ello propone apagar el horno unos minutos antes de tiempo, para que los alimentos terminen de cocinarse con el calor residual, y, a continuación, abrir la puerta para ayudar a caldear el resto de las habitaciones.
“Como arquitecta de interiores, siempre que puedo incluyo chimenea en mis proyectos; cuando no hay caño de salida, propongo una chimenea de bioetanol, muy decorativa”, señala Cristina Cruz Delgado. Muchos de sus clientes le piden que además incorpore horno, para aprovecharla aún más. Cree que la apuesta revisita de algún modo esa idea de la chimenea como hogar alrededor del cual gira la vida de una casa. Además, es recomendable cerrar el tiro cuando no se esté utilizando, para que la vivienda quede mejor aislada.
Resulta muy complicado determinar exactamente la reducción del gasto que supondría implementar todas estas medidas; depende de muchos factores, desde la superficie de la vivienda a la climatología de la zona pasando por los hábitos de consumo de cada hogar. Cruz Delgado se atreve a aventurar que su puesta en práctica podría representar, de promedio, un ahorro energético de entre el 25% y el 50% durante los meses de frío.